domingo 20 2014

ENTRÓ TAMBIÉN EL OTRO DISCÍPULO, EL QUE HABÍA LLEGADO EL PRIMERO AL SEPULCRO; VIÓ Y CREYÓ

Día litúrgico: Domingo de Pascua (Misa del día)


Texto del Evangelio (Jn 20,1-9): El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Comentario: Mons. Joan Enric VIVES i Sicília Obispo de Urgell (Lleida, España)

Entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó

Hoy «es el día que hizo el Señor», iremos cantando a lo largo de toda la Pascua. Y es que esta expresión del Salmo 117 inunda la celebración de la fe cristiana. El Padre ha resucitado a su Hijo Jesucristo, el Amado, Aquél en quien se complace porque ha amado hasta dar su vida por todos.

Vivamos la Pascua con mucha alegría. Cristo ha resucitado: celebrémoslo llenos de alegría y de amor. Hoy, Jesucristo ha vencido a la muerte, al pecado, a la tristeza... y nos ha abierto las puertas de la nueva vida, la auténtica vida, la que el Espíritu Santo va dándonos por pura gracia. ¡Que nadie esté triste! Cristo es nuestra Paz y nuestro Camino para siempre. Él hoy «manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre su altísima vocación» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22).

El gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío. Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó» (Jn 20,8). Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana de amortajar y aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la nueva vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente con pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» (Jn 20,2) se guiaba por el amor que había recibido de Cristo.

“Ver y creer” de los discípulos que han de ser también los nuestros. Renovemos nuestra fe pascual. Que Cristo sea en todo nuestro Señor. Dejemos que su Vida vivifique a la nuestra y renovemos la gracia del bautismo que hemos recibido. Hagámonos apóstoles y discípulos suyos. Guiémonos por el amor y anunciemos a todo el mundo la felicidad de creer en Jesucristo. Seamos testigos esperanzados de su Resurrección.

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

Vigilia pascual·A (Mt 28,1-10): No está aquí, ha resucitado  


Hoy, en el Evangelio de la Vigilia pascual, late un gran dinamismo: dos mujeres corren hacia el sepulcro, un terremoto, un ángel hace rodar la piedra, unos guardas asustados caen como muertos. Y Jesús, vivo y resucitado, se hace compañero de camino de aquellas mujeres…

Las mujeres son las primeras en experimentar la resurrección de Jesús, y esto sólo viendo el sepulcro vacío y al ángel que les anuncia: «Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho…» (Mt 28,5-6). Son también las primeras en dar testimonio de su experiencia: «Id enseguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado’» (Mt 28,7).

Enseguida creen. Pero su fe es una mezcla de miedo y de alegría. Sentían miedo por las palabras del ángel, con un anuncio que va más allá de las expectativas humanas. Y alegría por la certeza de la resurrección del Señor, porque las Escrituras se habían cumplido, por el inmenso privilegio de la primicia pascual que han recibido. La fe, pues, aún produciendo una gran alegría interior, no excluye el miedo.

Se van a anunciar aquella experiencia del Resucitado, que han hecho sin haberlo visto. Jesús les premia esta fe y se les aparece mientras van por el camino.

El centro de toda la experiencia de fe no es en primer lugar una doctrina ni unos dogmas. Es la persona de Jesús. La fe de las dos mujeres del Evangelio de hoy está centrada en Él, en su persona y en nada más. ¡Lo han experimentado vivo y van a anunciarlo vivo!

Otra mujer, santa Clara, escribía a santa Inés de Praga que debía centrarse en Jesús resucitado: «Observad, considerad y contemplad a Jesucristo (…). Si sufrís con Él, reinaréis también con Él; si con Él lloráis, con Él gozaréis; si morís con Él en la cruz de la tribulación, poseeréis con Él las eternas moradas».

www.evangeli.net


EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
CAPÍTULO 20


El sepulcro vacío
Mateo 28, 1-8 / Marcos 16, 1-8 / Lucas 24, 1-12

20:1 El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
20:2 Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
20:3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
20:4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
20:5 Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
20:6 Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo
20:7 y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
20:8 Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él vio y creyó.
20:9 Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
20:10 Los discípulos regresaron entonces a su casa.

La aparición de Jesús a María Magdalena

Marcos 16, 9-11

20:11 María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro
20:12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
20:13 Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?" María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto".
20:14 Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
20:15 Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo".
20:16 Jesús le dijo: "¡María!" Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir, "¡Maestro!"
20:17 Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: "Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes"".
20:18 María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

Apariciones de Jesús a los discípulos

Mateo 28, 16-20 / Marcos 16, 14-18 / Lucas 24, 36-49 / Hechos 1, 6-8

20:19 Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, Mateo 28, 16-17 Marcos 16, 14 Lucas 24, 36 1 Corintios 15, 5 les dijo: "¡La paz esté con ustedes!"
20:20 Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
20:21 Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes!
Como el Padre me envió a mí,
yo también los envío a ustedes". Mateo 28, 16-20 Marcos 16, 14-18 Hechos 1, 8
20:22 Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:
"Reciban el Espíritu Santo.
20:23 Los pecados serán perdonados
a los que ustedes se los perdonen,
y serán retenidos
a los que ustedes se los retengan". Mateo 16, 19 Mateo 18, 18
20:24 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
20:25 Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!" Él les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
20:26 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!"
20:27 Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
20:28 Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!"
20:29 Jesús le dijo:
"Ahora crees, porque me has visto.
¡Felices los que creen sin haber visto!".

Conclusión

20:30 Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
20:31 Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.


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