sábado 21 2015

'' JAMÁS UN HOMBRE HA HABLADO COMO HABLA ESE HOMBRE ''

Día litúrgico: Sábado IV de Cuaresma




Texto del Evangelio (Jn 7,40-53):
En aquel tiempo, muchos entre la gente, que habían escuchado a Jesús, decían: «Éste es verdaderamente el profeta». Otros decían: «Éste es el Cristo». Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?».

Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de Él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: «¿Por qué no le habéis traído?». Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre». Los fariseos les respondieron: «¿Vosotros también os habéis dejado embaucar? ¿Acaso ha creído en Él algún magistrado o algún fariseo? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos».

Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido anteriormente donde Jesús: «¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle antes oído y sin saber lo que hace?». Ellos le respondieron: «¿También tú eres de Galilea? Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta». Y se volvieron cada uno a su casa.

Comentario: Abbé Fernand ARÉVALO (Bruxelles, Bélgica)


  Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre
 

Hoy el Evangelio nos presenta las diferentes reacciones que producían las palabras de nuestro Señor. No nos ofrece este texto de Juan ninguna palabra del Maestro, pero sí las consecuencias de lo que Él decía. Unos pensaban que era un profeta; otros decían «Éste es el Cristo» (Jn 7,41).

Verdaderamente, Jesucristo es ese “signo de contradicción” que Simeón había anunciado a María (cf. Lc 2,34). Jesús no dejaba indiferentes a quienes le escuchaban, hasta el punto de que en esta ocasión y en muchas otras «se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de Él» (Jn 7,43). La respuesta de los guardias, que pretendían detener al Señor, centra la cuestión y nos muestra la fuerza de las palabras de Cristo: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre» (Jn 7,46). Es como decir: sus palabras son diferentes; no son palabras huecas, llenas de soberbia y falsedad. El es “la Verdad” y su modo de decir refleja este hecho.

Y si esto sucedía con relación a sus oyentes, con mayor razón sus obras provocaban muchas veces el asombro, la admiración; y, también, la crítica, la murmuración, el odio... Jesucristo hablaba el “lenguaje de la caridad”: sus obras y sus palabras manifestaban el profundo amor que sentía hacía todos los hombres, especialmente hacia los más necesitados.

Hoy como entonces, los cristianos somos —hemos de ser— “signo de contradicción”, porque hablamos y actuamos no como los demás. Nosotros, imitando y siguiendo a Jesucristo, hemos de emplear igualmente “el lenguaje de la caridad y del cariño”, lenguaje necesario que, en definitiva, todos son capaces de comprender. Como escribió el Santo Padre Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est, «el amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa (...). Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


  Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre
 

Hoy notamos cómo se “complica” el ambiente alrededor del Señor, pocos días antes de la Pasión ocurrida en Jerusalén. Por causa de Él se genera como una suerte de discusión y controversia. No podía ser de otro modo: «¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Os digo que no, sino división» (Lc 12,51).

Y no es que el Redentor desee la controversia y la división, sino que ante Dios no valen las “medias tintas”: «Quien no está conmigo, está contra mí; y quien no recoge conmigo, desparrama» (Lc 11,23). ¡Es inevitable! Ante Él no hay ninguna postura neutra: o existe, o no existe; es mi Señor, o no es mi Señor. No es posible servir a dos señores a la vez (cf. Mt 6,24).

Juan Pablo II consideraba que ante Dios hay que optar. La fe sencilla que nuestro buen Dios nos pide implica una opción. Hay que optar porque Él no se nos quiere imponer; vino a la Tierra de manera discreta; murió empequeñecido, sin hacer alarde de su condición divina (Flp 2,6). Es lo que expresa maravillosamente santo Tomás de Aquino en el Adoro Te devote: «En la cruz se escondía sólo la divinidad, aquí [en la Eucaristía] se esconde también la humanidad».

¡Hay que optar! Dios no se impone; se ofrece. Y queda para nosotros la decisión de optar a favor de Él o de no hacerlo. Es una cuestión personal que cada uno —con la ayuda del Espíritu Santo— ha de resolver. De nada sirven los milagros, si las disposiciones del hombre no son de humildad y de sencillez. Ante los mismos hechos, vemos a los judíos divididos. Y es que en cuestiones de amor no se puede dar una respuesta tibia, a medias: la vocación cristiana comporta una respuesta radical, tan radical como fue el testimonio de entrega y obediencia de Cristo en la Cruz.


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EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

LA LUZ DEL MUNDO
CAPÍTULO 7



Viaje de Jesús a Jerusalén
7:1 Después de esto, Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
7:2 Se acercaba la fiesta judía de las Chozas,
7:3 y sus hermanos le dijeron: "No te quedes aquí; ve a Judea, para que también tus discípulos de allí vean las obras que haces.
7:4 Cuando uno quiere hacerse conocer, no actúa en secreto; ya que tú haces estas cosas, manifiéstate al mundo".
7:5 Efectivamente, ni sus propios hermanos creían en él.
7:6 Jesús les dijo: "Mi tiempo no ha llegado todavía, mientras que para ustedes cualquier tiempo es bueno.
7:7 El mundo no tiene por qué odiarlos a ustedes; me odia a mí, porque atestiguo contra él que sus obras son malas.
7:8 Suban ustedes para la fiesta. Yo no subo a esa fiesta, porque mi tiempo no se ha cumplido todavía".
7:9 Después de decirles esto, permaneció en Galilea.
7:10 Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
7:11 Los judíos lo buscaban durante la fiesta y decían: "¿Dónde está ese?"
7:12 Jesús era el comentario de la multitud. Unos opinaban: "Es un hombre de bien". Otros, en cambio, decían: "No, engaña al pueblo".
7:13 Sin embargo, nadie hablaba de él abiertamente, por temor a los judíos.

Enseñanza de Jesús en Jerusalén
7:14 Promediaba ya la celebración de la fiesta, cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar.
7:15 Los judíos, admirados, decían: "¿Cómo conoce las Escrituras sin haber estudiado?"
7:16 Jesús les respondió:
"Mi enseñanza no es mía,
sino de aquel que me envió.
7:17 El que quiere hacer la voluntad de Dios
conocerá si esta enseñanza es de Dios
o si yo hablo por mi cuenta.
7:18 El que habla por su cuenta
busca su propia gloria,
pero el que busca la gloria de aquel que lo envió,
ese dice la verdad y no hay nada de falso en él.
7:19 ¿Acaso Moisés no les dio la Ley?
Pero ninguno de ustedes la cumple.
¿Por qué quieren matarme?"
7:20 La multitud respondió: "Estás poseído por el demonio: ¿quién quiere matarte?"
7:21 Jesús continuó: "Por una sola obra que realicé, ustedes están maravillados.
7:22 Moisés les dio la circuncisión —aunque ella no viene de Moisés, sino de los patriarcas— y ustedes la practican también en sábado.
7:23 Si se circuncida a un hombre en sábado para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿cómo ustedes se enojan conmigo porque he curado completamente a un hombre en sábado?
7:24 No juzguen según las apariencias, sino conforme a la justicia".
Discusiones sobre el origen del Mesías
7:25 Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
7:26 ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
7:27 Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
7:28 Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó:
"¿Así que ustedes me conocen
y saben de dónde soy?
Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta;
pero el que me envió dice la verdad,
y ustedes no lo conocen.
7:29 Yo sí lo conozco,
porque vengo de él
y es él el que me envió".
7:30 Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.
7:31 Muchos de la multitud creyeron en él y decían: "Cuando venga el Mesías, ¿podrá hacer más signos de los que hace este hombre?"
7:32 Llegó a oídos de los fariseos lo que la gente comentaba de él, y enviaron guardias para detenerlo.
Anuncio de la partida de Jesús
7:33 Después Jesús dijo:
"Poco tiempo estaré aún con ustedes
y me iré a aquel que me envió.
7:34 Me buscarán y no me encontrarán,
porque allí donde yo estoy
ustedes no pueden venir".
7:35 Los judíos comentaban entre ellos: "¿A dónde irá, para que no podamos encontrarlo? ¿Acaso irá a reunirse con los judíos dispersos entre los paganos, para enseñar a los paganos?
7:36 ¿Qué quiso decir con estas palabras:
"Me buscarán y no me encontrarán,
y allí donde yo estoy
ustedes no pueden venir"?

Jesús, fuente de agua viva
7:37 El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó:
"El que tenga sed, venga a mí;
y beba
7:38 el que cree en mí".
Como dice la Escritura:
De su seno brotarán manantiales de agua viva. Ezequiel 47, 1 Zacarías 14, 8 Apocalipsis 22, 1
7:39 Él se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él. Porque el Espíritu no había sido dado todavía, ya que Jesús aún no había sido glorificado.
Nuevas discusiones sobre el origen del Mesías
7:40 Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
7:41 Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
7:42 ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, Miqueas 5, 1 Mateo 2, 6 el pueblo de donde era David?"
7:43 Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
7:44 Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
7:45 Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?"
7:46 Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
7:47 Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
7:48 ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
7:49 En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
7:50 Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
7:51 "¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?"
7:52 Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
7:53 Y cada uno regresó a su casa.


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