martes 03 2015

UNO SOLO ES VUESTRO MAESTRO; (...) UNO SOLO ES VUESTRO PADRE; (...) UNO SOLO ES VUESTRO DOCTOR

Día litúrgico: Martes II de Cuaresma





Texto del Evangelio (Mt 23,1-12):
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores", porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Comentario: Pbro. Gerardo GÓMEZ (Merlo, Buenos Aires, Argentina)


Uno solo es vuestro Maestro; (...) uno solo es vuestro Padre; (...) uno solo es vuestro Doctor
 

Hoy, con mayor razón, debemos trabajar por nuestra salvación personal y comunitaria, como dice san Pablo, con respeto y seriedad, pues «ahora es el día de la salvación» (2Cor 6,2). El tiempo cuaresmal es una oportunidad sagrada dada por nuestro Padre para que, en una actitud de profunda conversión, revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros errores y nos arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se vaya transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y madura.

Para adecuar nuestra conducta a la del Señor Jesús es fundamental un gesto de humildad, como dice el Papa Benedicto: «Que [yo] me reconozca como lo que soy, una creatura frágil, hecha de tierra, destinada a la tierra, pero además hecha a imagen de Dios y destinada a Él».

En la época de Jesús había muchos "modelos" que oraban y actuaban para ser vistos, para ser reverenciados: pura fantasía, personajes de cartón, que no podían estimular el crecimiento y la madurez de sus vecinos. Sus actitudes y conductas no mostraban el camino que conduce a Dios: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).

La sociedad actual también nos presenta una infinidad de modelos de conducta que abocan a una existencia vertiginosa, alocada, debilitando el sentido de trascendencia. No dejemos que esos falsos referentes nos hagan perder de vista al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno solo es vuestro Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10).

Aprovechemos la cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como discípulos de Jesucristo. Tratemos de tener momentos sagrados de "desierto" donde nos reencontremos con nosotros mismos y con el verdadero modelo y maestro. Y frente a las situaciones concretas en las que muchas veces no sabemos cómo reaccionar podríamos preguntarnos: ¿qué diría Jesús?, ¿cómo actuaría Jesús?

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


       No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen
 

Hoy, Jesús nos llama a dar testimonio de vida cristiana mediante el ejemplo, la coherencia de vida y la rectitud de intención. El Señor, refiriéndose a los maestros de la Ley y a los fariseos, nos dice: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3). ¡Es una acusación terrible!

Todos tenemos experiencia del mal y del escándalo —desorientación de las almas— que causa el “antitestimonio”, es decir, el mal ejemplo. A la vez, todos también recordamos el bien que nos han hecho los buenos ejemplos que hemos visto a lo largo de nuestras vidas. No olvidemos el dicho popular que afirma que «más vale una imagen que mil palabras». En definitiva, «hoy más que nunca, la Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras, antes que por su coherencia y lógica interna» (Juan Pablo II).

Y una modalidad de mal ejemplo especialmente perniciosa para la evangelización es la falta de coherencia de vida. Un apóstol del tercer milenio, que se encuentra llamado a la santidad en medio de la gestión de los asuntos temporales, ha de tener presente que «sólo la relación entre una verdad consecuente consigo misma y su cumplimiento en la vida puede hacer brillar aquella evidencia de la fe esperada por el corazón humano; solamente a través de esta puerta [de la coherencia] entrará el Espíritu en el mundo» (Benedicto XVI).

Finalmente, Jesús se lamenta de quienes «todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres» (Mt 23,5). La autenticidad de nuestra vida de apóstoles de Cristo reclama la rectitud de intención. Hemos de actuar, sobre todo, por amor a Dios, para la gloria del Padre. Tal como lo podemos leer en el Catecismo de la Iglesia, «Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación». He aquí nuestra grandeza: ¡servir a Dios como hijos suyos!


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EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
CAPÍTULO 23



La hipocresía y la vanidad de los escribas y fariseos
Marcos 12, 38-40 / Lucas 20, 45-47

23:1 Entonces Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
23:2 "Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
23:3 ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
23:4 Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Lucas 11, 46
23:5 Todo lo hacen para que los vean: Mateo 6, 1 agrandan las filacterias Deuteronomio 6, 8 y alargan los flecos Números 15, 38 Deuteronomio 22, 12 de sus mantos;
23:6 les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
23:7 ser saludados en las plazas y oírse llamar "mi maestro" por la gente.
23:8 En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
23:9 A nadie en el mundo llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
23:10 No se dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
23:11 El más grande entre ustedes será el que los sirva, Mateo 20, 27 Marcos 9, 35 Marcos 10, 43-44 Lucas 22, 26
23:12 porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". Lucas 14, 11 Lucas 18, 14 1 Pedro 5, 6

Invectivas contra los escribas y los fariseos
Lucas 11, 37-54

23:13 "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.
23:15 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!
23:16 ¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: "Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale"!
23:17 ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?
23:18 Ustedes dicen también: "Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar"
23:19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?
23:20 Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.
23:21 Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.
23:22 Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios Isaías 66, 1 Mateo 5, 34 y por aquel que está sentado en él.
23:23 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, Levítico 27, 30 Lucas 11, 42 y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
23:24 ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
23:25 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
23:26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.
23:27 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: Lucas 11, 44 Hechos 23, 3 hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!
23:28 Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
23:29 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos,
23:30 diciendo: "Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas"!
23:31 De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas.
23:32 ¡Colmen entonces la medida de sus padres!
23:33 ¡Serpientes, raza de víboras! Mateo 3, 7 Mateo 12, 34 Lucas 3, 7 ¿Cómo podrán escapar a la condenación de la Gehena?
23:34 Por eso, yo voy a enviarles profetas, sabios y escribas; ustedes matarán y crucificarán a unos, azotarán a otros en las sinagogas, y los perseguirán de ciudad en ciudad.
23:35 Así caerá sobre ustedes toda la sangre inocente derramada en la tierra, desde la sangre del justo Abel, Génesis 4, 8 Lucas 11, 51 1 Juan 3, 12 hasta la sangre de Zacarías, 2 Crónicas 24, 21 Lucas 11, 51 hijo de Baraquías, al que ustedes asesinaron entre el santuario y el altar.
23:36 Les aseguro que todo esto sobrevendrá a la presente generación.

Reproche de Jesús a Jerusalén
Lucas 13, 34-35

23:37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
23:38 Por eso, a ustedes la casa les quedará desierta.
23:39 Les aseguro que ya no me verán más, hasta que digan:
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!" Salmo 118, 26 Mateo 21, 9 Marcos 11, 9 Lucas 13, 35 Lucas 19, 38 Juan 12, 13


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