sábado 06 2016

" ' VENID TAMBIEN VOSOTROS APARTE, A UN LUGAR SOLITARIO, PARA DESCANSAR UN POCO ' . PUES LOS QUE IBAN Y VENIAN ERAN MUCHOS, Y NO LES QUEDABA TIEMPO "

Día litúrgico: Sábado IV del tiempo ordinario
Santoral 6 de Febrero: San Pablo Miki y compañeros, mártires








Texto del Evangelio (Mc 6,30-34): En aquel tiempo, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco». Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.


«‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco’. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo»


Rev. D. David COMPTE i Verdaguer 
(Manlleu, Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio nos plantea una situación, una necesidad y una paradoja que son muy actuales.

Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer» (Mc 6,30). Frecuentemente nosotros nos vemos abocados al mismo trasiego. El trabajo exige buena parte de nuestras energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor; las otras actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y, a la vez, benefician a terceros... ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable reconocer que no podemos todo lo que quisiéramos.

Una necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho: descanso. En estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre el descanso. Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo que habían hecho» (Mc 6,30). Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más profundo de nuestro corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos espera. Y espera encontrarnos con nuestros cansancios.

Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31). ¡En el plan de Dios hay un lugar para el descanso! Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». El reposo de Dios es creativo; no “anestésico”: toparse con su amor centra nuestro corazón y nuestros pensamientos.

Una paradoja. La escena del Evangelio acaba “mal”: los discípulos no pueden reposar. El plan de Jesús fracasa: son abordados por la gente. No han podido “desconectar”. Nosotros, con frecuencia, no podemos liberarnos de nuestras obligaciones (hijos, cónyuge, trabajo...): ¡sería como traicionarnos! Se impone encontrar a Dios en estas realidades. Si hay comunicación con Dios, si nuestro corazón descansa en Él, relativizaremos tensiones inútiles... y la realidad —desnuda de quimeras— mostrará mejor la impronta de Dios. En Él, allí, hemos de reposar.


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SAN MARCOS,  CAPÍTULO 6



Visita de Jesús a Nazaret
Mateo 13, 53-58 / Lucas 4, 16-24

6:1 Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
6:2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
6:3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, Mateo 13, 55 Hechos 15, 13 Gálatas 1, 19 Santiago 1, 1 de José, de Judas Mateo 13, 55 Judas 1 y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
6:4 Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, Mateo 13, 57 Lucas 4, 24 Juan 4, 44 en su familia y en su casa".
6:5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
6:6 Y él se asombraba de su falta de fe.

Misión de los Doce
Mateo 10, 5-10 / Lucas 9, 1-6

Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
6:7 Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
6:8 Y les ordenó Lucas 9, 3 Lucas 10, 4-11 que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero;
6:9 que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
6:10 Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
6:11 Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Mateo 10, 14 Lucas 9, 5 Lucas 10, 11 Hechos 13, 51
6:12 Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión;
6:13 expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. Santiago 5, 14

Juicio de Herodes sobre Jesús
Mateo 14, 1-2 / Lucas 9, 7-9

6:14 El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: "Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
6:15 Otros afirmaban: "Es Elías". Y otros: "Es un profeta como los antiguos". Mateo 14, 1-2 Mateo 16, 14 Marcos 8, 28 Lucas 9, 7-8 Lucas 9, 19
6:16 Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado".

La muerte de Juan el Bautista
Mateo 14, 3-12 / Lucas 3, 19-20

6:17 Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan Mateo 4, 12 Mateo 14, 3 Lucas 3, 19-20 a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.
6:18 Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Levítico 18, 16 Levítico 20, 21 Mateo 14, 4 Lucas 3, 19-20
6:19 Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,
6:20 porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
6:21 Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
6:22 La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".
6:23 Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
6:24 Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?" "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
6:25 La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
6:26 El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.
6:27 En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
6:28 El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
6:29 Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

La primera multiplicación de los panes
Mateo 14, 13-21 / Lucas 9, 10-17 / Juan 6, 1-13

6:30 Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
6:31 Él les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
6:32 Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
6:33 Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
6:34 Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, 1 Reyes 22, 17 2 Crónicas 18, 16 Ezequiel 34, 5 Zacarías 10, 2 Mateo 9, 36 y estuvo enseñándoles largo rato.
6:35 Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde.
6:36 Despide a la gente, para que vaya a los campos y pueblos cercanos a comprar algo para comer".
6:37 Él respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos".
6:38 Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados".
6:39 Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde,
6:40 y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
6:41 Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
6:42 Todos comieron hasta saciarse,
6:43 y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado.
6:44 Los que comieron eran cinco mil hombres.

Jesús camina sobre el agua
Mateo 14, 22-33 / Juan 6, 16-21

6:45 En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.
6:46 Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.
6:47 Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.
6:48 Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.
6:49 Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
6:50 porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló en seguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
6:51 Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor,
6:52 porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.

Curaciones en la región de Genesaret
Mateo 14, 34-36

6:53 Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
6:54 Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
6:55 y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
6:56 En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.


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