viernes 21 2014

SI ALGUNO QUIERE VENIR EN POS DE MÍ, NIÉGUESE A SÍ MISMO, TOME SU CRUZ Y SÍGAME

Día litúrgico: Viernes VI del tiempo ordinario







Texto del Evangelio (Mc 8,34-9,1):
En aquel tiempo, Jesús llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles». Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios».

Comentario: Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)


Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame


Hoy el Evangelio nos habla de dos temas complementarios: nuestra cruz de cada día y su fruto, es decir, la Vida en mayúscula, sobrenatural y eterna.

Nos ponemos de pie para escuchar el Santo Evangelio, como signo de querer seguir sus enseñanzas. Jesús nos dice que nos neguemos a nosotros mismos, expresión clara de no seguir "el gusto de los caprichos" —como menciona el salmo— o de apartar «las riquezas engañosas», como dice san Pablo. Tomar la propia cruz es aceptar las pequeñas mortificaciones que cada día encontramos por el camino.

Nos puede ayudar a ello la frase que Jesús dijo en el sermón sacerdotal en el Cenáculo: «Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto» (Jn 15,1-2). ¡Un labrador ilusionado mimando el racimo para que alcance mucho grado! ¡Sí, queremos seguir al Señor! Sí, somos conscientes de que el Padre nos puede ayudar para dar fruto abundante en nuestra vida terrenal y después gozar en la vida eterna.

San Ignacio guiaba a san Francisco Javier con las palabras del texto de hoy: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?» (Mc 8,36). Así llegó a ser el patrón de las Misiones. Con la misma tónica, leemos el último canon del Código de Derecho Canónico (n. 1752): «(...) teniendo en cuenta la salvación de las almas, que ha de ser siempre la ley suprema de la Iglesia». San Agustín tiene la famosa lección: «Animam salvasti tuam predestinasti», que el adagio popular ha traducido así: «Quien la salvación de un alma procura, ya tiene la suya segura». La invitación es evidente.

María, la Madre de la Divina Gracia, nos da la mano para avanzar en este camino.


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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
CAPÍTULO 8

La segunda multiplicación de los
panes
Mateo 15, 32-39

8:1 En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
8:2 "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer.
8:3 Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos".
8:4 Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?"
8:5 Él les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete".
8:6 Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.
8:7 Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
8:8 Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
8:9 Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.
8:10 En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.

El signo rehusado a los fariseos
Mateo 12, 38-42 / Mateo 16, 1-4 / Lucas 11, 29-32

8:11 Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Mateo 12, 38 Mateo 16, 1 Lucas 11, 16
8:12 Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Mateo 12, 39 Mateo 16, 4 Lucas 11, 29 Les aseguro que no se le dará ningún signo".
8:13 Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.

Advertencia contra la actitud de los fariseos y de Herodes
Mateo 16, 5-12

8:14 Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.
8:15 Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos Mateo 16, 6 Lucas 12, 1 y de la levadura de Herodes".
8:16 Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
8:17 Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.
8:18 Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. Isaías 6, 9-10 Jeremías 5, 21 Ezequiel 12, 2 Marcos 9, 18-19 ¿No recuerdan
8:19 cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?". Ellos le respondieron: "Doce".
8:20 "Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?". Ellos le respondieron: "Siete".
8:21 Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?"

Curación de un ciego
8:22 Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.
8:23 Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?"
8:24 El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan".
8:25 Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.
8:26 Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".

La profesión de fe de Pedro
Mateo 16, 13-20 / Lucas 9, 18-21 / Juan 6, 64-71

8:27 Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
8:28 Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". Mateo 14, 1-2 Mateo 16, 14 Marcos 6, 14-15 Lucass 9, 7-8 Lucas 9, 19
8:29 "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Mateo 16, 16 Lucas 9, 20 Juan 6, 68-69
8:30 Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.

El primer anuncio de la Pasión
Mateo 16, 21-23 / Lucas 9, 22

8:31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; Mateo 16, 21 Mateo 17, 23 Mateo 20, 19 Mateo 27, 63 Marcos 9, 31 Marcos 10, 33-34 Lucas 9, 22 Lucas 18, 31-33
8:32 y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
8:33 Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

Condiciones para seguir a Jesús
Mateo 16, 24-28 / Lucas 9, 23-27

8:34 Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mateo 10, 38 Mateo 16, 24 Lucas 9, 23 Lucas 14, 26-27
8:35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. Mateo 10, 39 Mateo 16, 25 Lucas 9, 24 Lucas 17, 33 Juan 12, 25
8:36 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?
8:37 ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
8:38 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles". Mateo 10, 32 Lucas 9, 26 Lucas 12, 8 Apocalipsis 3, 5.


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