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jueves 18 2025
miércoles 17 2025
JUEVES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2025 -- Lucas 7,36-50 -- TU FE TE HA SALVADO, VETE EN PAZ
Tiempo Ordinario
¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes, mira solamente lo que amas.
Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo un fariseo le rogó a Jesús que comiera con él, y, entrando Jesús en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora. Jesús le respondió: Simón, tengo algo que decirte. Él dijo: Di, maestro. Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más? Respondió Simón: Supongo que aquel a quien perdonó más. Él le dijo: Has juzgado bien, y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra. Y le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados. Los comensales empezaron a decirse para sí: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados? Pero Él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado. Vete en paz.
Oración introductoria
Dios mío, al igual que la mujer del Evangelio, te busco con una gran fe en esta oración. Soy consciente de mis miserias y necesito tu perdón. No permitas que me aparte de Ti, porque en Ti tengo puesta toda mi esperanza. Te amo y deseo ardientemente compartir este amor con los demás.
Petición
Señor, ayúdame a reparar mis faltas con esta oración sincera y humilde.
Meditación
El Evangelio que hemos escuchado nos abre un camino de esperanza y de consuelo. Es bueno percibir sobre nosotros la mirada compasiva de Jesús, así como la percibió la mujer pecadora en la casa del fariseo. En este pasaje vuelven con insistencia dos palabras: amor y juicio.
Está el amor de la mujer pecadora que se humilla ante el Señor; pero antes aún está el amor misericordioso de Jesús por ella, que la impulsa a acercarse. Su llanto de arrepentimiento y de alegría lava los pies del Maestro, y sus cabellos los secan con gratitud; los besos son expresión de su afecto puro; y el ungüento perfumado que derrama abundantemente atestigua lo valioso que es Él ante sus ojos.
Cada gesto de esta mujer habla de amor y expresa su deseo de tener una certeza indestructible en su vida: la de haber sido perdonada. ¡Esta es una certeza hermosísima! Y Jesús le da esta certeza: acogiéndola le demuestra el amor de Dios por ella, precisamente por ella, una pecadora pública. El amor y el perdón son simultáneos: Dios le perdona mucho, le perdona todo, porque «ha amado mucho»; y ella adora a Jesús porque percibe que en Él hay misericordia y no condena. Siente que Jesús la comprende con amor, a ella, que es una pecadora. Gracias a Jesús, Dios carga sobre sí sus muchos pecados, ya no los recuerda. Porque también esto es verdad: cuando Dios perdona, olvida. ¡Es grande el perdón de Dios! Para ella ahora comienza un nuevo período; renace en el amor a una vida nueva. (Homilía de S.S. Francisco, 13 de marzo de 2015).
Reflexión
Cada hombre vale lo que puede valer su amor. El amor, lo dijo alguien hace muchos siglos, no tiene precio. Se atribuye al rey Salomón esta frase: "Si alguien quisiese comprar todo el amor con todas sus riquezas se haría el más despreciable entre los hombres". Un empresario multimillonario puede comprar las acciones de muchas empresas más débiles que la suya, pero no puede lograr, con todos sus miles de millones de dólares, comprar la sonrisa amorosa de su esposa o de sus hijos. Y si el amor es algo inapreciable, si vale más que todos los diamantes de Sudáfrica, vale mucho más la persona, cada hombre o mujer, capaces de amar.
Por eso podemos decir que cuesta mucho, muchísimo, casi una cifra infinita de dólares, cada ser humano. Mejor aún: tiene un precio que sólo se puede comprender cuando entramos en la lógica del “banco del amor”, cuando aprendemos a mirar a los demás con los ojos de quien descubre que todos nacemos y vivimos si nos sostiene el amor de los otros, y que nuestra vida es imposible el día en que nos dejen de amar y en el que nos olvidemos de amar.
¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes. Mira solamente si te aman y si amas, como esta mujer pecadora que amaba a Cristo y Cristo la amaba porque sabía que le daba no sólo un valioso perfume sobre sus pies, sino un valioso amor que vale más que todas las riquezas del fariseo. El fariseo dejaba de lado a todos aquellos que él consideraba pecadores pero no sabía que en el corazón de Cristo no hay apartados. Él ama a todos los hombres y espera ser correspondido por cada uno de ellos. De igual forma en nuestra vida, amemos a los hombres sin considerar su fealdad o belleza, su condición social o sus defectos.
El amor cubre una multitud de pecados, por eso ella puede escuchar de labios de Jesús: ¡vete en paz! Es un atrevimiento y un escándalo para quien está falto de amor, pues sólo desde el amor se entiende el perdón. Si no, que lo diga una madre dispuesta siempre a perdonar los extravíos de su hijo.
El amor es la fuerza del alma y la llave que abre todas las puertas.
Propósito
Evitar, hoy, juzgar a los demás para mantener un corazón generoso y misericordioso como el de Cristo.
Diálogo con Cristo
Dios Padre misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, ten compasión de tus hijos pecadores y apiádate de las obras de tus manos para que podamos permanecer en pie el día de tu venida gloriosa.
Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
martes 16 2025
MIÉRCOLES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2025 -- Lucas 7, 31-35: ¿CON QUIÉN PUEDO COMPARAR A LOS HOMBRES DE ESTA GENERACIÓN ?
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Dijo el Señor:
¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: ¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: “¡Tiene un demonio!” Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!” Pero la Sabiduría ha sido reconocida, como justa por todos sus hijos.
Palabra del Señor.
Reflexión
Después de la resurrección del hijo de la viuda Jesús recibe a unos discípulos de Juan el Bautista y a propósito de eso define a Juan como profeta y aún más que un profeta, validándolo ante la gente como enviado de Dios, y proclamando que quienes lo escucharon (inclusos los publicanos) reconocieron la justicia de Dios y quienes lo rechazaron (los fariseos y maestros de la Ley) frustraron el designio de Dios para ellos. Como dice Isaías: “¡Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien; de los que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas; de los que vuelven dulce lo amargo y amargo lo dulce!” (Is 5,20). En este contexto el Maestro dice la parábola de los muchachos de la plaza para confrontar a la gente de “esta generación”, o sea los fariseos y escribas que se niegan a abrir su corazón al Mesías de Dios. En efecto la parábola desenmascara la hipocresía y dureza de corazón de los oponentes de Jesús, los cuales, cuando vino Juan el Bautista lo rechazaron porque no comía pan ni bebía vino (como los muchachos que no lloraron con los cantos fúnebres) y cuando vino Jesús lo rechazaron porque come y bebe (como los muchachos que no bailaron con la música de la flauta). Los fariseos y escribas pecan contra el Espíritu Santo, porque rechazan a los enviados de Dios, al Bautista por un motivo y al Señor por otro, pero los hijos (los que si escucharon al profeta y al Mesías) reconocieron la justa sabiduría del plan de Dios. «Si me preguntas quienes son estos [dice San Agustín], lee lo que está escrito: “Los hijos de la sabiduría son la congregación de los justos” [Si 3,1 Vulgata]».
¿Qué diferencias encuentro yo entre la predicación de Juan Bautista y la de Jesús? ¿Acepto de corazón el mensaje de Jesús? ¿Hay algo de Jesús que me cueste aceptar?
Fuente : boosco.org
lunes 15 2025
MARTES 16 DE SEPTIEMBRE DE 2025 -- Lucas 7, 11-17: ¡ JOVEN, A TI TE DIGO, LEVÁNTATE !
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: “No llores”. Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: “Joven, yo te lo ordeno, levántate”. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo”. El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.
Palabra del Señor.
Reflexión
La muerte es siempre dolorosa e incomprensible. Marca una separación, una distancia, que nos resulta insoportable. Se nos rompen las entrañas de puro dolor. Siempre es así. Pero la muerte de un joven es más dolorosa si cabe. Es una vida truncada sin haber conseguido sus objetivos mínimos, sin haber tenido la oportunidad de llegar a su plenitud. Podemos comprender entonces un poco el dolor de la madre. Jesús se compadece de una madre que acompaña a su hijo muerto, su acción milagrosa es decirle a quien está postrado: Levántate. El muchacho sin más, se incorpora y comienza hablar. Así, el Evangelio trae un mensaje para los que sufren como la viuda de Naín. Una sola palabra: “Levántate”, es la que nos hace falta para volver a la vida, es la que pronuncia Jesús en el Evangelio. A veces, sólo basta esa sola palabra para incorporarnos a la vida. Jesús nos invita a levantarnos de la esclavitud de la muerte. Levántate de la soledad, del hambre, de la desnudez, del peligro, del mal, en fin, de todo aquello que te quita la vida; por eso nos dice claramente: Levántate y vive.
Fue la compasión lo que llevó a Jesús a resucitar el hijo de la viuda. El sufrimiento de los demás ¿Produce en nosotros la misma compasión? ¿Qué hago para ayudar al otro a vencer el dolor y crear vida nueva? ¿Qué hago para levantar al que está caído?
Fuente : boosco.org