viernes 05 2025

SÁBADO 6 DE DICIEMBRE DE 2025 -- Mateo 9, 35. 10, 1. 6-8. -- MISIÓN DE LOS DISCÍPULOS

 Adviento


Sólo lograremos cumplir con este mandato misionario, si estamos unidos a Cristo.



Por: P. Sérgio Mourao, LC | Fuente: Catholic.net





Del santo Evangelio según san Mateo 9, 35. 10, 1. 6-8








En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Les dijo: Vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.


Oración introductoria

Jesucristo, creo que Tú también me has llamado para llevar adelante esta misión, pero muchas veces siento que no puedo, pues experimento mi debilidad e incapacidad. Enséñame, Jesús, a creer que siempre estás actuando en mi vida, que Tú me llamaste a esta misión, que estás conmigo; para que siga adelante y ayude a mis hermanos, en medio de tantas dificultades.


Petición

Señor, ayúdame a ser tu testigo en este mundo y a transmitir mi fe a los que más la necesiten.


Meditación del Papa 

Tomen el Evangelio. ¡Tómenlo, tómenlo con ustedes y léanlo cada día! ¡Es el mismo Jesús el que les habla allí! ¡Es la palabra de Jesús! ¡Esta es la Palabra de Jesús!


Y como Él, os digo: ¡gratuitamente han recibido, gratuitamente den! ¡Den el mensaje del Evangelio! Pero a lo mejor alguno de ustedes no cree que esto sea gratuito. ¿Pero cuánto cuesta? ¿Cuánto debo pagar, padre? Pero hagamos una cosa, a cambio de este regalo, hagan un acto de caridad, un gesto de amor gratuito: una oración por los enemigos, una reconciliación, alguna cosa.


Hoy se puede leer el Evangelio también con muchos instrumentos tecnológicos. Se puede llevar encima la Biblia entera en un teléfono móvil, en un tablet. Lo importante es leer la Palabra de Dios, con todos los medios, pero leer la Palabra de Dios, ¡Es Jesús que nos habla allí!, y acogerla con el corazón abierto: ¡entonces la buena semilla da fruto! (Papa Francisco, 6 de abril de 2014)


Reflexión

No podemos llevar este mensaje por nosotros mismos, estando alejados del pastor, de Cristo. Sólo lograremos cumplir con este mandato misionario en cada una de las difíciles situaciones en las que vivimos, si estamos unidos a Cristo.

No es con el poder, con la fuerza, con la violencia que el reino de paz de Cristo se extiende, sino con el don de sí. No podemos aceptar pasivamente el mal que sugiere el mundo y mucho menos querer combatirlo con la fuerza.

Sólo podremos ayudar este mundo siendo de verdad lo que somos: cristianos, misioneros, apóstoles de Cristo. Y eso implica el don de nosotros mismos, salir de nuestras seguridades, de nuestras comodidades, para que el prójimo tenga también la paz y el amor de Dios, que nosotros debemos transmitir.


Propósito

Hoy ofreceré un pequeño sacrificio a Dios, por todos los que sufren a causa de su fe.


Diálogo con Cristo

Señor, Tú necesitas de colaboradores para la gran obra de tu redención. Necesitas de apóstoles convencidos y entusiasmados, que enseñen a otros. Señor, Tú me llamas a esta misión. Y creo que si Tú me lo pides, Tú me darás las fuerzas para responder: Aquí estoy.  Cura, Señor, mis debilidades y mis flaquezas, para que pueda ser un instrumento que dé salud a los demás. Señor, que yo no pierda la esperanza de luchar, aunque el mundo sea cada vez más agresivo. Que nunca me olvide de que Tú, el Salvador de este mundo, estás conmigo. ¡Gracias, Señor, por tu compañía! En tus manos, pongo este nuevo día.


Por: P. Sérgio Mourao, LC | Fuente: Catholic.net



 



 


 


 


 


jueves 04 2025

VIERNES 5 DE DICIEMBRE DE 2025 -- Mateo 9, 27-31 -- CURACIÓN DE DOS CIEGOS

 Adviento


El verdadero milagro es invisible y está en el interior de cada hombre que cree.



Por: José Rodrigo Escorza | Fuente: Catholic.net





Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31








Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacerlo?» Ellos le contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Que se haga en ustedes conforme a su fe». Y se les abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Que nadie lo sepa!» Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella región.


Oración introductoria

Señor, dame la luz de una fe viva, ardiente y luminosa. Toca mi corazón en esta meditación para que abra los ojos de mi espíritu y pueda conocerte y amarte; pongo en Ti toda mi confianza.


Petición

Dios Padre, que mi inteligencia y voluntad cooperen con tu gracia divina.


Meditación del Papa

El problema del mal, del dolor y del sufrimiento, el problema de la injusticia y del abuso, el miedo a los demás, a los extraños y a los que desde lejos llegan hasta nuestras tierras y parecen atentar contra aquello que somos, llevan a los cristianos de hoy a decir con tristeza: esperábamos que el Señor nos liberara del mal, del dolor, del sufrimiento, del miedo, de la injusticia.

Por tanto, es necesario para cada uno de nosotros aprender la enseñanza de Jesús: ante todo escuchando y amando la Palabra de Dios, leída en el misterio pascual, para que inflame nuestro corazón e ilumine nuestra mente, nos ayude a interpretar los acontecimientos de la vida y a darles un sentido. Luego es necesario sentarse a la mesa con el Señor, convertirse en sus comensales, para que su presencia humilde en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre nos restituya la mirada de la fe, para mirar todo y a todos con los ojos de Dios, y la luz de su amor. Permanecer con Jesús que permaneció con nosotros, asimilar su estilo de vida entregada, escoger con él la lógica de la comunión entre nosotros, de la solidaridad y del compartir. La Eucaristía es la máxima expresión del don que Jesús hace de sí mismo y es una constante invitación a vivir nuestra existencia en la lógica eucarística, como un don a Dios y a los demás. (Benedicto XVI, 8 de mayo de 2011).


Reflexión

Contemplamos a estos dos ciegos con sus bastones por el camino. Van corriendo “a trompicones”. Quizás siguen apresuradamente a algún lazarillo que les lleva detrás de Jesús hasta que agotados lo alcanzan. Pero el Maestro parece no darse cuenta de su estado. Les pregunta: “Creéis que puedo curaros...” ¿No habrían demostrado ya su fe corriendo a ciegas, y aún clamando misericordia por el camino? Jesús quiere provocar en ellos una adhesión plena porque eran hombres iluminados por la fe. Para ellos, recuperar la vista física será consecuencia de esa otra visión, más necesaria y profunda: su fe. El verdadero milagro es invisible y está en el interior de cada hombre que cree.


La fe que estos hombres tenían en sus corazones no les ahorró ningún esfuerzo, ninguna dificultad a la hora de alcanzar a Jesús. Es verdad que gracias a la fe nuestra vida espiritual crece y se “ilumina”, sin embargo, ni siquiera en el ámbito espiritual tener fe significa automáticamente poseer un conocimiento cierto, o una seguridad completa. Porque la fe sólo es auténtica cuando se conquista paso a paso, entre caídas y temblores, entre oscuridades y gritos de auxilio. Le fe es una lucha, al estilo de san Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe” (2Tim 4, 7-8).


No dudemos, y sobre todo no temamos a las oscuridades y a las dudas de la vida. Cuando todo esto nos ocurra en el camino, por más arduas que se presenten, precisamente por eso, debemos alegrarnos de que así sea. Las pruebas de la fe son garantía de su autenticidad. Entonces nuestro caminar será parecido a aquel que un día recorrieron “a trompicones” dos pobres ciegos iluminados por la luz de su fe y siguiendo al Señor.


Propósito

Anunciar con gozo y vigor, en mi entorno social y familiar, que estamos en tiempo de Adviento.


Diálogo con Cristo

Señor, dame la gracia de mirar la vida con los ojos de la fe, para ver todo como venido de tu mano amorosa, tanto lo fácil como lo difícil. Dame una fe que transforme toda mi vida, sé que me amas y que mi misión es transmitir mi fe a los demás.


Por: José Rodrigo Escorza | Fuente: Catholic.net


COMUNIÓN ESPIRITUAL

 






Creo, Jesús mío,

que estáis realmente presente en el Santísimo 

Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas

y deseo recibiros en mi alma.

Pero como ahora no puedo recibiros sacramentalmente,

venid al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya os hubiese recibido,

os abrazo y me uno del todo a Ti.

Señor, no permitas que jamás

Me aparte de Ti. Amén.


(San Alfonso María de Ligorio)


 

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.

Para que con tus santos te alabe.

Por los siglos de los siglos. Amén

 

Fuente :   www.vaticannews.va

miércoles 03 2025

JUEVES 4 DE DICIEMBRE DE 2025 -- Mateo 7, 21.24-27 -- EDIFICAR LA CASA SOBRE ROCA

 Adviento


Nuestra vida, nuestra fe, marca la diferencia cuando están unidas firmemente a la voluntad de Dios.



Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Mateo 7, 21.24-27








«No todo el que me diga: "Señor, Señor", entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».


Oración introductoria

Señor, gracias por tu amistad, por tu paciencia, por tu gracia. Permite que sepa construir sobre la roca firme de tu amor. Dame la gracia de crecer en la fe, para descubrirte en todas las personas. Ayúdame a incrementar mi esperanza para esperar pacientemente, confiado en Ti, en toda circunstancia. Hazme crecer en el amor para servirte siempre con alegría.


Petición

Espíritu Santo, hazme ser dócil y fiel a tus inspiraciones durante esta oración, para que camine siempre por el sendero de la voluntad del Padre.


Meditación del Papa 

¿Es solamente un sentimiento, un estado psicofísico? Claro que si es solamente esto no se pueden construir encima nada que sea sólido. En cambio si el amor es una realidad que crece, y podemos decir como ejemplo, como se construye una casa. Crece y se construye como una casa. Y la casa se construye juntos y no cada uno por su lado. Construir aquí significa favorecer el crecimiento.


Ustedes se están preparando para crecer juntos, para construir esta casa, para vivir juntos para siempre. No la cimienten en la arena de los sentimientos, que van y vienen, sí en cambio en la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer, de la misma manera que se construye una casa, que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Pero todo junto: afecto, ayuda, esperanza, apoyo. (Papa Francisco, 14 de febrero de 2014)


Reflexión

Al inicio de su vida apostólica Jesús cosecha indudables éxitos. Su fama se extiende por toda Judea y las regiones limítrofes, a medida que las muchedumbres le siguen, que ven sus milagros y escuchan su predicación. No fueron pocos los aduladores que en estas ocasiones se sumaban a sus apóstoles y discípulos más fieles. Jesús, en cambio, profetiza los momentos de prueba y de persecución. Parece ver este futuro incierto para todos, con la claridad del presente. Sabe que seguirle comportará un grave riesgo personal y una opción radical. No habrá espacio para los oportunistas o para quienes buscan un favor de conveniencia. Aquellos que decían "Señor, Señor..." no podrán mantenerse en pie en los momentos de la prueba.


La coherencia entre la fe que se profesa y la vida no admite "medias tintas". Al rezar la oración del Padrenuestro, decimos, quizás sin darnos mucha cuenta: "Hágase tu voluntad... así en la tierra, como en el cielo". Quizás podríamos añadir hoy que es precisamente "su voluntad" y no la nuestra, lo que marca la diferencia entre un espíritu auténtico de seguimiento de Cristo y otro que no lo es. Esa es la voluntad que hace que nuestra vida se edifique sobre un sólido cimiento. Porque, ¿Qué seguridad futura, qué tranquilidad de conciencia nos daría seguir "nuestra" voluntad, si no está unida a Dios? No son pocos los que sin pensarlo siguen como modo de vida sus impulsos, sus caprichos y su comodidad... Sin darse cuenta edifican su vida sobre arena, y por ello sufren tantas depresiones y hay tanto vacío, tanta desilusión incluso entre nuestros familiares y conocidos. Las dificultades y desgracias no tienen ya sentido ni esperanza.


Los cristianos podemos ayudar a encontrar el fundamento de la vida a tantos hombres y mujeres que hoy lo han perdido. Nuestra vida, nuestra fe, marca la diferencia cuando están unidas firmemente a la voluntad de Dios. Entonces se convierten en faro de luz, en roca indestructible para guiar a nuestros hermanos al amor y conocimiento de Dios.


Propósito

Hacer una oración de agradecimiento a Dios por dejarnos su Palabra en la Sagrada Escritura.


Diálogo con Cristo

Jesús, ayúdame a cultivar una voluntad firme contra los cambios de los sentimientos y emociones, de modo que sea capaz de renunciar a todo aquello que me impida la donación a los demás y pueda cumplir siempre y en todo tu voluntad. Éste es el único camino para poder construir sobre roca firme y aspirar a la santidad a la que Tú me has llamado.


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net


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