domingo 28 2010

El Evangelio de Sábado 13 de Noviembre 2010


Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario‘.

Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda voy a hacerle justicia para que no me siga molestando‘".

Dicho esto, Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?"

+ Reflexión
Las últimas palabras de Jesús en este texto nos ponen a pensar en la infinita bondad de Dios y en la ingrata respuesta que le ha dado no sólo la humanidad, sino incluso nosotros los cristianos. Hoy nos encontramos con un mundo sin fe; un mundo que ha sacado a Dios de todos sus ambientes. Con el pretexto de la libertad y la “pluralidad” lo hemos sacado de las escuelas, de los deportes, de los gobiernos, hasta de nuestras propias casas, en donde muchas veces Jesús y su evangelio encuentran poco espacio en la convivencia familiar.

Dios siempre nos escucha, y no sólo esto, sino que nos da mucho más de lo que merecemos y necesitamos; sus oídos están siempre atentos a nuestra voz, sus ojos atentos a nuestro caminar, sin embargo, es triste que cada día sea menos la atención que nosotros le brindamos. Muchos son los que, diciéndose cristianos, tienen a Dios recluido cuando más, a una visita llena de distracciones en la misa dominical. La Palabra de Dios ha dejado de ser la norma de conducta para el común de los hombres y todo esto ha vaciado nuestros corazones y los ha llenado de materialismo, de hedonismo y de soberbia. Es por ello que la pregunta de Jesús tiene una importancia capital en nuestra sociedad: "cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?" La respuesta en alguna medida la tenemos nosotros, pues no obstante el rechazo del mundo a Dios, algo podemos hacer con nuestro testimonio de vida coherente, no teniendo miedo de manifestarnos como seguidores del Maestro; rechazando la moda y el camino de este mundo y, sobre todo, orando por todos aquellos que se han dejado engatusar por el Príncipe de este mundo y han sacado a Dios de sus ambientes.

Hagamos lo que esté de nuestra parte para que cuando venga Jesús nos encuentre en oración.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

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