jueves 10 2011

EVANGELIO DEL DÍA 10 DE FEBRERO DE 2011



La actitud del que busca al Señor

Marcos 7, 24-30. Tiempo Ordinario. 

La mujer cananea luchó entre tanta gente para poder hablar con Cristo y Él le otorgó el favor que pedía.  

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30
Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro.   Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto.   En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.   Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.  El le respondió: «Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros». Pero ella le respondió: «Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos».   Entonces él le dijo: «A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija».   Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.

Oración introductoria

Dios mío, ayúdame a buscarte con todo mi corazón, pues, sé que sólo el encuentro contigo puede cambiar mi vida.   No permitas que me canse de buscarte, sino más bien dame la gracia de ser perseverante. Te pido me ayudes, en este momento de oración, para que pueda escuchar y acoger el mensaje que me tienes preparado.

Petición

Señor, ayúdame a ser consciente de la importancia de encontrarme contigo para poder hallar la paz que mi alma anhela.

Meditación

Entre esos lugares (para aprender la esperanza) se encuentra en primer lugar la oración, con la que nos abrimos y nos dirigimos a Aquel que es el origen y el fundamento de nuestra esperanza. La persona que ora nunca está totalmente sola, porque Dios es el único que, en toda situación y en cualquier prueba, siempre puede escucharla y prestarle ayuda. Con la perseverancia en la oración, el Señor aumenta nuestro deseo y dilata nuestra alma, haciéndonos más capaces de acogerlo en nosotros.  Por tanto, el modo correcto de orar es un proceso de purificación interior. Debemos exponernos a la mirada de Dios, a Dios mismo; así, a la luz del rostro de Dios caen las mentiras y las hipocresías.   Este exponerse en la oración al rostro de Dios es realmente una purificación que nos renueva, nos libera y nos abre no sólo a Dios, sino también a nuestros hermanos.  Por consiguiente, es lo opuesto a evadirnos de nuestras responsabilidades con respecto al prójimo. Al contrario, en la oración aprendemos a tener el mundo abierto a Dios y a ser ministros de la esperanza para los demás, porque hablando con Dios vemos a toda la comunidad de la Iglesia, a la comunidad humana, a todos nuestros hermanos; así aprendemos la responsabilidad con respecto a los demás y también la esperanza de que Dios nos ayuda en nuestro camino. » (Homilía del Papa Benedicto XVI, Basílica de San Juan de Letrán, 9 de junio de 2008)
Reflexión apostólica

Es necesario conocer y encontrarnos con Cristo para poder darlo a los demás. Así la mujer sirofenicia buscó luchar entre tanta gente para poder hablar con Cristo. En el diálogo con el Señor se le otorgó el favor que pedía.   La oración debe preceder a la acción; la contemplación antes de la conquista.

Propósito

En este día buscaré un verdadero encuentro con Cristo en la oración y en la lectura del Evangelio para inspirar mi día con los criterios de Jesús.

Diálogo con Cristo

¡Qué gusto saber que te puedo encontrar en la oración y que tienes un don especial preparado para mí! Quieres que me acerque con verdadera humildad y fe porque sólo así te doy el lugar que verdaderamente te mereces.  Concédeme vivir con esta actitud durante todo el día para así escuchar tu voz y poder darte a conocer a los demás.


“Para que la oración sea realmente fructuosa, ha de brotar del corazón y debe ser capaz de tocar el corazón de Dios”
(Madre Teresa de Calcuta)

Autor: Juan José Hernández | Fuente: Catholic.net

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