El Padre mismo los ama
Juan 16,23-28. Pascua.
Dios Padre, que nos amó desde antes de la creación del mundo, piensa en nosotros en cada instante, sin disminuir nunca su amor.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Juan 16,23-28
Lectura del santo Evangelio según San Juan 16,23-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les aseguro: cuanto pidan al padre en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa. Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquél día pedirán en mi nombre y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre.
Oración Introductoria
Padre Santo, de tal manera nos amas, que no dudaste en entregar a tu Hijo único, para que muriera por nuestros pecados. Yo también quiero amarte con ese corazón con el que Tú me amas.
Petición
Padre bueno, Tú que conoces el corazón del hombre, porque lo amas, haz que yo también pueda conocer tu amoroso Corazón, durante mis actividades. Concédeme ver tu mano en mi vida.
Meditación
La caridad es amor recibido y ofrecido. Es «gracia» (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros. Es amor creador, por el que nosotros somos; es amor redentor, por el cual somos recreados. (Benedicto XVI, el 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, del año 2009, quinto de mi Pontificado).
Reflexión Apostólica
Todos hemos experimentado el amor de nuestros papás. Nos hemos identificado con el amor que nos han tenido desde nuestro nacimiento. Pero Dios Padre, que nos amó desde antes de la creación del mundo y desde antes de que viniéramos al mundo, es un Padre afectuoso, que piensa en nosotros en cada instante, sin disminuir nunca su amor. Nos creó por amor, nos redimió por amor, y nos santifica, porque quiere vernos a su lado.
Propósito
Hoy hablaré del amor de Dios Padre con mis familiares, haciéndoles ver su mano providencial en nuestras vidas.
Diálogo con Cristo
Padre Santo, sé que no puedo amarte de la misma forma con que Tú me has amado, porque has llegado a la donación de tu Hijo Amado, pero quiero agradecerte por el gran don que nos has hecho en tu Hijo único, pues con Él hemos vuelto a ocupar un lugar en tu Divino Corazón.
Cualquier cosa que te suceda recíbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuesto. (Epístola de Bernabé, 19)
Oración Introductoria
Padre Santo, de tal manera nos amas, que no dudaste en entregar a tu Hijo único, para que muriera por nuestros pecados. Yo también quiero amarte con ese corazón con el que Tú me amas.
Petición
Padre bueno, Tú que conoces el corazón del hombre, porque lo amas, haz que yo también pueda conocer tu amoroso Corazón, durante mis actividades. Concédeme ver tu mano en mi vida.
Meditación
La caridad es amor recibido y ofrecido. Es «gracia» (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros. Es amor creador, por el que nosotros somos; es amor redentor, por el cual somos recreados. (Benedicto XVI, el 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, del año 2009, quinto de mi Pontificado).
Reflexión Apostólica
Todos hemos experimentado el amor de nuestros papás. Nos hemos identificado con el amor que nos han tenido desde nuestro nacimiento. Pero Dios Padre, que nos amó desde antes de la creación del mundo y desde antes de que viniéramos al mundo, es un Padre afectuoso, que piensa en nosotros en cada instante, sin disminuir nunca su amor. Nos creó por amor, nos redimió por amor, y nos santifica, porque quiere vernos a su lado.
Propósito
Hoy hablaré del amor de Dios Padre con mis familiares, haciéndoles ver su mano providencial en nuestras vidas.
Diálogo con Cristo
Padre Santo, sé que no puedo amarte de la misma forma con que Tú me has amado, porque has llegado a la donación de tu Hijo Amado, pero quiero agradecerte por el gran don que nos has hecho en tu Hijo único, pues con Él hemos vuelto a ocupar un lugar en tu Divino Corazón.
Cualquier cosa que te suceda recíbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuesto. (Epístola de Bernabé, 19)
Autor: José Jonathan Martínez Ruiz | Fuente: Catholic.net
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