jueves 04 2011

CONDICIONES PARA SEGUIR A JESUS

Primera Lectura (Lectio Divina) 
 

 Deuteronomio 4, 32-40 


En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo: “Pregunta a los tiempos pasados, investiga desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra. ¿Hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, una cosa tan grande como ésta? ¿Se oyó algo semejante? ¿Qué pueblo ha oído, sin perecer, que Dios le hable desde el fuego, como tú lo has oído? ¿Hubo algún dios que haya ido a buscarse un pueblo en medio de otro pueblo, a fuerza de pruebas, de milagros y de guerras, con mano fuerte y brazo poderoso? ¿Hubo acaso hechos tan grandes como los que, ante sus propios ojos, hizo por ustedes en Egipto el Señor su Dios? A ti se te ha concedido ver todo esto, para que reconozcas que el Señor es Dios y que no hay otro fuera de él. Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte; en la tierra te mostró aquel gran fuego y oíste sus palabras que salían del fuego. Él amó a tus padres y después eligió a sus descendientes. Con su gran poder, en persona, te sacó de Egipto. Desposeyó ante ti a pueblos más grandes y fuertes que tú. Te hizo entrar en su tierra y te la dio en herencia, como puedes comprobarlo. Reconoce, pues, y graba hoy en tu corazón que el Señor es el Dios del cielo y de la tierra y que no hay otro. Cumple sus leyes y mandamientos, que yo te prescribo hoy, para que seas feliz tú y tu descendencia, y para que vivas muchos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre”.


+ Meditatio
Una de las cosas que distingue la fe judía y cristiana del resto de las profesiones de fe o religiones es la profesión de una intervención histórica por parte de Dios en la vida del pueblo de Israel, primero y en la vida de la iglesia o comunidad cristiana, después. Para nosotros la fe se funda en la historia; no se trata de leyendas que hablan de lugares lejanos, divinos, inaccesibles al hombre; no se trata tampoco de mitos que se llevan a cabo en lugares sagrados como el Olimpo, el Hades o el inframundo. Para nosotros todo cuanto profesamos como norma de nuestra vida y fe se funda sobre una intervención histórica y maravillosa de Dios en la vida del pueblo judío y de la iglesia cristiana. Nuestro Dios se ha revelado y lo ha hecho insertándose en nuestra propia historia; él se ha acercado a nosotros para caminar a nuestro lado y formar parte de nuestro propio devenir histórico. La fe a la que invita Moisés al pueblo judío es una fe que mira al pasado en el que Dios ha intervenido para formarse un pueblo y llamarlo suyo. Pero esa intervención pasada tiene consecuencias en el presente; todavía hoy se pueden sentir los resultados de la acción maravillosa de Dios. El pueblo todavía puede experimentar que Dios sigue obrando maravillas para con su pueblo. Todos los artículos de la fe no tienen que ver sólo con un pasado remoto, porque Dios sigue al lado de su pueblo y sigue realizando prodigios. La alianza que el Señor estableció con los padres, es la misma alianza que Dios sigue manteniendo vigente con los hijos. Jesús mismo, nos recordará que la acción de Dios se sigue haciendo presente por los milagros que le concede Dios realizar en provecho de quienes le siguen. Y la resurrección de Jesús, junto con el envío del Espíritu Santo serán la prueba palpable de que Dios continúa obrando en la historia para bien de su pueblo y de sus hijos amados.


+ Oratio
Señor Dios todopoderoso y eterno, te damos gracias porque por tu gran amor has querido ser partícipe de la vida y de la historia del ser humano, mostrándote bueno, clemente y compasivo con nosotros, ayúdanos a vivir en constante acción de gracias por todas aquellas cosas buenas que a lo largo de nuestra vida nos has dado, para que merezcamos como premio definitivo la vida eterna con la que nos quieres premiar en tu Hijo amado Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


+ Operatio
Dedicaré unos momentos de mi día para recordar todas las cosas buenas que Dios me ha dado y le daré gracias de todo corazón.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro


El Evangelio de hoy 
 

Mateo 16, 24-28

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras.

Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey"

+ Reflexión
Jesús puso dos condiciones para seguirlo: negarse a sí mismo y tomar la cruz. Es importante el orden en el que Jesús las propone, ya que quien no es capaz de renunciar a sí mismo, es decir, a no tenerse por alguien importante, a considerar a los demás mejores, en una palabra a aceptar su realidad de criatura, de su nada, no podrá cargar con la cruz. Casi todos los estudiosos de la Biblia están de acuerdo en que la expresión "tomar la cruz" fue usada por Jesús pensando en "el ridículo y la humillación" que experimentaban los condenados a la crucifixión que tenían que pasar por la ciudad cargando el madero y después ser exhibidos públicamente. En esta procesión hasta el lugar de la crucifixión la gente los insultaba, se burlaba de ellos, los escupía y despreciaba. Sólo quien se ha negado a sí mismo puede afrontar con serenidad los insultos, el ridículo, la incomprensión y las persecuciones por causa del Evangelio. Ciertamente seguir a Jesús no es fácil, pero vale la pena, pues: ¿de que le sirve al hombre ganar el mundo si finalmente se pierde a sí mismo?


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro


Fuente:   www.evangelizacion.org

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Traducir este sitio a tu idioma