martes 16 2011

EVANGELIO DEL DÍA 16 DE AGOSTO DE 2011


Primera Lectura (Lectio Divina)
 
Jueces 6, 11-24

En aquellos días, vino el ángel del Señor y se sentó bajo la encina de Ofrá, que pertenecía a Joás, de la familia de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba limpiando trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas, cuando el ángel del Señor se le apareció y le dijo: "El Señor está contigo, valiente guerrero".

Le contestó Gedeón: "Perdón, Señor mío. Si el Señor está con nosotros, ¿por qué han caído sobre nosotros tantas desgracias? ¿Dónde están todos aquellos prodigios de los que nos hablaban nuestros padres cuando nos decían: ‘El Señor nos sacó de Egipto‘? Ahora, en cambio, el Señor nos ha abandonado y nos ha entregado a los madianitas".

Entonces el Señor se volvió hacia Gedeón y le dijo: "Usa la fuerza que tienes, para ir a salvar a Israel del poder de los madianitas. Yo soy el que te envía". Le respondió Gedeón: "Perdón, Señor mío; pero, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi familia es la más pobre de la tribu de Manasés y yo, el más pequeño de la casa de mi padre". El Señor le respondió: "Yo estaré contigo y tú derrotarás a todos los madianitas como si fueran un solo hombre".

Gedeón le dijo: "Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú el que me habla. No te vayas de aquí, por favor, hasta que vuelva con una ofrenda y te la presente". Él respondió: "Aquí me quedaré hasta que vuelvas".

Gedeón entró en su casa, preparó un cabrito, y con una medida de harina, hizo unos panes sin levadura; puso la carne en una canastilla y el caldo en una olla, lo llevó bajo la encina y se lo ofreció al ángel. Pero éste le dijo: "Toma la carne y los panes sin levadura, ponlos sobre esa roca y derrama encima el caldo". Gedeón lo hizo así.

Luego el ángel del Señor acercó la punta del bastón que tenía en la mano y tocó la carne y los panes sin levadura. Salió fuego de la roca, consumió la carne y los panes, y el ángel del Señor desapareció.

Entonces se dio cuenta Gedeón de que era el ángel del Señor y exclamó: "¡Ay, Dios mío, he visto al ángel del Señor cara a cara!" Pero el Señor le dijo: "Que la paz sea contigo. No temas; no morirás". Gedeón levantó un altar al Señor en aquel lugar y lo llamó "La paz del Señor".


+ Meditatio
Cuántas veces nos hemos dicho: "Realmente este proyecto es más grande que mis fuerzas". Ciertamente que es importante, como dice Jesús, ver si nuestros recursos, nuestros dones, son suficientes para afrontar tal o cual reto. Sin embargo, habría que distinguir de la generalidad de los casos uno en particular, y es cuando Dios mismo quien nos lo pide. En el pasaje que hemos leído, Dios le dice a Gedeón que vaya a salvar a su pueblo, y si Dios es quien lo pide, él dará todos los recursos para que podamos hacer lo que él mismo nos está pidiendo. Por ello es que en nuestros deberes de estado no podemos decir que ya no podemos, pues el mismo Dios nos ha dado todos los dones y las gracias que necesitamos para salir adelante y para ser victoriosos en dicha empresa. Lo mismo podemos decir de la vida cristiana, sobre todo en relación a la santidad. No podemos decirle al Señor: No puedo ser santo, ya que Dios, al darnos la presencia viva del Espíritu Santo, nos ha dado todo lo que necesitamos para alcanzar esta meta. Si Dios te llama respóndele con generosidad, como María, y ábrete a la acción de su Espíritu; verás que con Él TODO ES POSIBLE.


+ Oratio
Señor, envíame a mí, estoy dispuesto a usar la fuerza que me has dado para ir a salvar a tanta gente que no te conoce. Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú el que me habla, hazme saber que estás conmigo y yo iré a donde me mandes.


+ Operatio
Hoy buscaré algún medio adecuado para que cinco personas conozcan de Jesús por mi medio.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro


El Evangelio de hoy
 
Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos".

Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: "Entonces ¿quién podrá salvarse?" Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: "Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible".

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: "Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?" Jesús les dijo: "Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros".


+ Reflexión
Este pasaje nos podría generar la impresión de que Jesús tiene algo contra los ricos. Sin embargo, nada más lejano que esto. La Escritura es testigo de que el mismo Jesús tenía entre sus seguidores amigos (algunos eran incluso discípulos) ricos. José de Arimatea quien le regaló la tumba y Nicodemo que le llevó los perfumes (que eran muy caros) para la sepultura, esto sin contar al mismo Mateo y a Zaqueo, quien sólo dio la mitad de sus bienes y del que Jesús dijo: "Ahora ha llegado la salvación a esta casa". Lo que impide que un hombre pueda disfrutar del Reino es la esclavitud, la falta de libertad sobre los bienes (o sobre cualquier cosa, incluso nuestros propios pensamientos). Cuando el hombre se aferra a los bienes no es libre sino que es esclavo de lo que posee. Jesús nos quiere libres, pues el Reino es para la gente libre, para aquellos que como Nicodemo, José de Arimatea y tantos otros, son capaces de TENER SIN RETENER. De aquellos que reconocen que los bienes creados son de todos y para todos; que la acaparación solamente empobrece y esclaviza.

Ante esto, ¿qué tan libre eres con respecto a tus bienes? Pues de esto depende que puedas disfrutar la vida del Reino.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro


Fuente:    www.evangelizacion.org

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