martes 09 2011

EVANGELIO DEL DÍA 9 DE AGOSTO DE 2011

Primera Lectura (Lectio Divina) 
 


Deuteronomio 31, 1-8

En aquellos días, Moisés dirigió estas palabras a todo el pueblo de Israel: "He cumplido ya ciento veinte años y me encuentro achacoso; además, el Señor me ha dicho que no cruzaré el Jordán. El Señor, nuestro Dios, lo cruzará delante de ustedes; él destruirá a todos los pueblos ante sus ojos para que ustedes se apoderen de ellos, y Josué pasará al frente de ustedes, como lo ha dicho el Señor. El Señor tratará a los enemigos de ustedes como a los reyes amorreos Sijón y Og, y los arrasará como a sus tierras. Cuando el Señor se los entregue, harán con ellos lo que yo les he ordenado.

Sean fuertes y valientes, no teman, no se acobarden ante ellos, porque el Señor, su Dios, avanza con ustedes. Él no los dejará ni los abandonará".

Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo el pueblo de Israel: "Sé fuerte y valiente, porque tú has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a nuestros padres; y tú les repartirás esa tierra. El Señor, que te conduce, estará contigo; él no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes".


+ Meditatio
Con cuanta razón dice san Pablo que lo que Dios tiene reservado para los que aman al Señor: Ni ojo vio, ni oído escuchó, ni puede siquiera venir a la mente del hombre. Ciertamente que la experiencia de la vida en el cielo es algo que no podemos imaginar, pues se refiere a la vida eterna vivida en la presencia del Señor, la vida en la cual ya no hay llanto ni dolor, donde la muerte ha perdido su poder y sólo queda el gozo y la felicidad perfecta. Bien vale la pena esforzarnos en esta tierra para alcanzar la gloria, bien lo vale seguir el camino estrecho del Evangelio y ser capaz de venderlo todo con tal de comprar la "perla preciosa". Nunca desfallezcas en tu propósito de santidad y lucha continuamente por alcanzar la visión de la Gloria de Dios.


+ Oratio
Señor, concédeme que en mi vida llegue hasta donde tu voluntad lo desea, enséñame a depender de tu dirección y auxilio, que pueda hacer todo lo que está a mi alcance, que sepa pedir tu ayuda cuando rebase mis capacidades y dame sabiduría para entender la diferencia.


+ Operatio
Hoy meditaré en qué cosas hago y las que dejo de hacer, y le preguntaré al Señor, qué es lo que él desea en cada una.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro


El Evangelio de hoy 
 

Mateo 18, 1-5. 10. 12-14 


En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?" Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".


+ Reflexión
Dos grandes enseñanzas nos vienen de este pasaje de la Escritura. La primera nos ayuda a entender que la grandeza del hombre, contrariamente a lo que el mundo nos diría, no está en ser el más importante (de la oficina, de la escuela, de la ciudad, del mundo), sino en el vivir con sencillez la vida, como lo hace un niño. El niño no se afana por estas ideas de nosotros los adultos. Su mundo infantil esta lleno de pequeñas cosas, de sencillez, de mansedumbre y de inocencia. La segunda, y que quizás hoy tiene una importancia capital, es el cuidado que debemos tener con los niños, sobre todo en su formación. Nuestros niños crecen hoy expuestos a muchos y graves peligros en su formación. La televisión, los vídeo juegos, la falta de atención de muchos padres, que bajo la premisa del trabajo de ambos los dejan crecer sin mucha tutela, hacen que nuestros pequeños pierdan rápidamente la inocencia; los hacemos adultos en unos cuantos años. Y lo más grave es que se hacen adultos con criterios muchas veces contrarios al evangelio. Su mundo hoy está formado por monstruos espaciales, armas, guerras, mujeres que distan mucho de ser el ideal femenino y una gran violencia. Es necesario que tomemos con seriedad lo que hoy nos dice Jesús: "El Padre no quiere que ninguno de estos niños se pierda". La pregunta que surge es, y tú ¿qué vas a hacer?


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro



Fuente:   www.evangelizacion.org

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