I Tesalonicenses 4: 9 - 11 | |
9 | En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente. |
10 | Y lo practicáis bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero os exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más, |
11 | y a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras manos, como os lo tenemos ordenado, |
EWTN
Salmo 98: 1, 7 - 9 | |
1 | Salmo. Cantad a Yahveh un canto nuevo, porque ha hecho maravillas; victoria le ha dado su diestra y su brazo santo. |
7 | Brama el mar y cuanto encierra, el orbe y los que le habitan; |
8 | los ríos baten palmas, a una los montes gritan de alegría, |
9 | ante el rostro de Yahveh, pues viene a juzgar a la tierra; él juzgará al orbe con justicia, y a los pueblos con equidad. |
San Mateo 25, 14-30
PARABOLA DE LOS TALENTOS
Mat 25:14 Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -"Porque es como un hombre que al marcharse de su tierra llamó a sus servidores y les entregó sus bienes.
Mat 25:15 A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno sólo: a cada uno según su capacidad; y se marchó.
Mat 25:16 El que había recibido cinco talentos fue inmediatamente y se puso a negociar con ellos y llegó a ganar otros cinco.
Mat 25:17 Del mismo modo, el que había recibido dos ganó otros dos.
Mat 25:18 Pero el que había recibido uno fue, hizo un agujero en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Mat 25:19 Después de mucho tiempo, regresó el amo de dichos servidores e hizo cuentas con ellos.
Mat 25:20 Cuando se presentó el que había recibido los cinco talentos, entregó otros cinco diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; mira, he ganado otros cinco talentos".
Mat 25:21 Le respondió su amo: "Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu señor".
Mat 25:22 Se presentó también el que había recibido los dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; mira, he ganado otros dos talentos".
Mat 25:23 Le respondió su amo: "Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu señor".
Mat 25:24 Cuando llegó por fin el que había recibido un talento, dijo: "Señor, sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
Mat 25:25 por eso tuve miedo, fui y escondí tu talento en tierra: aquí tienes lo tuyo".
Mat 25:26 Su amo le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que cosecho donde no he sembrado y que recojo donde no he esparcido;
Mat 25:27 por eso mismo debías haber dado tu dinero a los banqueros, y así, al venir yo, hubiera recibido lo mío con los intereses.
Mat 25:28 Por lo tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez.
Mat 25:29 "Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará.
Mat 25:30 En cuanto al siervo inútil, arrojadlo a las tinieblas de afuera: allí habrá llanto y rechinar de dientes".
Mat 25:15 A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno sólo: a cada uno según su capacidad; y se marchó.
Mat 25:16 El que había recibido cinco talentos fue inmediatamente y se puso a negociar con ellos y llegó a ganar otros cinco.
Mat 25:17 Del mismo modo, el que había recibido dos ganó otros dos.
Mat 25:18 Pero el que había recibido uno fue, hizo un agujero en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Mat 25:19 Después de mucho tiempo, regresó el amo de dichos servidores e hizo cuentas con ellos.
Mat 25:20 Cuando se presentó el que había recibido los cinco talentos, entregó otros cinco diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; mira, he ganado otros cinco talentos".
Mat 25:21 Le respondió su amo: "Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu señor".
Mat 25:22 Se presentó también el que había recibido los dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; mira, he ganado otros dos talentos".
Mat 25:23 Le respondió su amo: "Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu señor".
Mat 25:24 Cuando llegó por fin el que había recibido un talento, dijo: "Señor, sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
Mat 25:25 por eso tuve miedo, fui y escondí tu talento en tierra: aquí tienes lo tuyo".
Mat 25:26 Su amo le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que cosecho donde no he sembrado y que recojo donde no he esparcido;
Mat 25:27 por eso mismo debías haber dado tu dinero a los banqueros, y así, al venir yo, hubiera recibido lo mío con los intereses.
Mat 25:28 Por lo tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez.
Mat 25:29 "Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará.
Mat 25:30 En cuanto al siervo inútil, arrojadlo a las tinieblas de afuera: allí habrá llanto y rechinar de dientes".
Biblia EUNSA
"Palabra del Señor"
"Gloria a ti Señor Jesús"
Comentario: Rev. D. Albert SOLS i Lúcia (Barcelona, España)
«Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda»
Hoy contemplamos la parábola de los talentos. En Jesús apreciamos como un momento de cambio de estilo en su mensaje: el anuncio del Reino ya no se limita tanto a señalar su proximidad como a describir su contenido mediante narraciones: ¡es la hora de las parábolas!
Un gran hombre decide emprender un largo viaje, y confía todo el patrimonio a sus siervos. Pudo haberlo distribuido por partes iguales, pero no lo hizo así. Dio a cada uno según su capacidad (cinco, dos y un talentos). Con aquel dinero pudo cada criado capitalizar el inicio de un buen negocio. Los dos primeros se lanzaron a la administración de sus depósitos, pero el tercero —por miedo o por pereza— prefirió guardarlo eludiendo toda inversión: se encerró en la comodidad de su propia pobreza.
El señor regresó y... exigió la rendición de cuentas (cf. Mt 25,19). Premió la valentía de los dos primeros, que duplicaron el depósito confiado. El trato con el criado “prudente” fue muy distinto.
Dos mil años después, el mensaje de la parábola sigue teniendo una gran actualidad. Las modernas democracias caminan hacia una separación progresiva entre la Iglesia y los Estados. Ello no es malo, todo lo contrario. Sin embargo, esta mentalidad global y progresiva esconde un efecto secundario, peligroso para los cristianos: ser la imagen viva de aquel tercer criado a quien el amo (figura bíblica de Dios Padre) reprochó con gran severidad. Sin malicia, por pura comodidad o miedo, corremos el peligro de esconder y reducir nuestra fe cristiana al entorno privado de familia y amigos íntimos. El Evangelio no puede quedar en una lectura y estéril contemplación. Hemos de administrar con valentía y riesgo nuestra vocación cristiana en el propio ambiente social y profesional proclamando la figura de Cristo con las palabras y el testimonio.
Comenta san Agustín: «Quienes predicamos la palabra de Dios a los pueblos no estamos tan alejados de la condición humana y de la reflexión apoyada en la fe que no advirtamos nuestros peligros. Pero nos consuela el que, donde está nuestro peligro por causa del ministerio, allí tenemos la ayuda de vuestras oraciones».
Un gran hombre decide emprender un largo viaje, y confía todo el patrimonio a sus siervos. Pudo haberlo distribuido por partes iguales, pero no lo hizo así. Dio a cada uno según su capacidad (cinco, dos y un talentos). Con aquel dinero pudo cada criado capitalizar el inicio de un buen negocio. Los dos primeros se lanzaron a la administración de sus depósitos, pero el tercero —por miedo o por pereza— prefirió guardarlo eludiendo toda inversión: se encerró en la comodidad de su propia pobreza.
El señor regresó y... exigió la rendición de cuentas (cf. Mt 25,19). Premió la valentía de los dos primeros, que duplicaron el depósito confiado. El trato con el criado “prudente” fue muy distinto.
Dos mil años después, el mensaje de la parábola sigue teniendo una gran actualidad. Las modernas democracias caminan hacia una separación progresiva entre la Iglesia y los Estados. Ello no es malo, todo lo contrario. Sin embargo, esta mentalidad global y progresiva esconde un efecto secundario, peligroso para los cristianos: ser la imagen viva de aquel tercer criado a quien el amo (figura bíblica de Dios Padre) reprochó con gran severidad. Sin malicia, por pura comodidad o miedo, corremos el peligro de esconder y reducir nuestra fe cristiana al entorno privado de familia y amigos íntimos. El Evangelio no puede quedar en una lectura y estéril contemplación. Hemos de administrar con valentía y riesgo nuestra vocación cristiana en el propio ambiente social y profesional proclamando la figura de Cristo con las palabras y el testimonio.
Comenta san Agustín: «Quienes predicamos la palabra de Dios a los pueblos no estamos tan alejados de la condición humana y de la reflexión apoyada en la fe que no advirtamos nuestros peligros. Pero nos consuela el que, donde está nuestro peligro por causa del ministerio, allí tenemos la ayuda de vuestras oraciones».
Fuente: evangeli.net
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