Reflexión Bíblica
“Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo” Lc 17 1- 6Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
“Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo” Lc 17 1- 6Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Este fragmento del Evangelio esta compuesto es tres temas, una advertencia a los que impiden el ingreso al Reino, en especial a la gente sencilla que cree en Jesús, el tratamiento que debemos dar al pecado y al pecador y al vigor de la fe.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, es decir escándalos. Jesús nos esta hablando sobre lo que se conoce como los tropiezos en el camino de la fe, a esas cosas que nos invitan al mal y a pecar, y El sabe que inevitablemente enfrentamos a estos tropiezos, porque hay alguno que está dispuestos a hacernos tropezar.
Por esto Jesús luego añade: ¡ay de aquél que los provoca! El se esta refiriendo en aquella ocasión a los fariseos, que trataban de impedir de cualquier modo el ingreso al Reino, y le advierte que más les valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello si lo hacen y en especial ser ocasión de pecado para la gente sencilla, diciendo “Tengan, pues, cuidado”. Esta gente sencilla, son los humildes y sencillos, que creen en El.
El tema está referido a los obstáculos que para ello ponían los fariseos, y la gravedad de esto se ilustra con lo que dice: ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello”, se refiere a la costumbre de esa época, porque los mayores crímenes entre los antiguos judíos se castigaban así, atando una piedra al cuello y arrojándola al fondo del mar. Es decir valdría más esto que provocar y poner obstáculos a los que creen en El. No se toca el tema de que no haya perdón. Sólo se dice que es mejor la muerte previa a la gravedad de esta culpa.
En realidad esta pena, aunque tan atroz, es el fin es temporal y concluye la vida corpórea, y eso mejor que dar a su hermano inocente la muerte eterna de su alma.
En la segunda parte del Evangelio, Jesús nos enseña el tratamiento que debemos dar al pecado y al pecador
Cristo, al decir que no es posible evitar las ocasiones de pecado, lo hace porque reconoce la debilidad de los hombres, y que de cara al mal somos a veces timoratos frente a los que nos invitan a salirnos del Reino y nos dejamos llevar. Es cierto que aquel que puede dejarse provocar por el mal es alguien falto de ánimo o de valor para soportar las desgracias o para intentar cosas grandes, en otras palabras es pusilánime. Sin embargo, el que tiene grandeza de alma, vea lo que viere y ocúrrale lo que le ocurra, no se aparta de la fe.
El escándalo, es decir crear ocasiones de pecado, supone una ofensa a nuestros hermanos, y esa ofensa debe ser perdonada. Siempre que podamos y sin caer en falta o pecar, debemos evitar el escándalo de nuestro prójimo. Así es como Jesús dice; Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo.
Cristo no pide tener en cuenta dos cosas, reprender y perdonar. La primera se refiere a corregir o regañar desaprobando la conducta del pecador. La segunda establece que debe tenerse en cuenta que no manda perdonar igualmente a todo el que peca, sino al que se arrepiente.
Cristo nos invita a no hacer difícil el perdón, pero al mismo tiempo nos es total la indulgencia, hay que tener arrepentimiento. Al decirnos trata de corregirlo, nos pide además que la corrección no deba ser tan rígida como para desanimar al que ha caído en falta, pero si ser claro en que se debe motivar a dejar de pecar. Evangelio de San Mateo dice; "Corrígele estando a solas tú y él", (Mt 18,15), esto porque se aprovecha más la corrección amiga que la acusación violenta. En otras palabras no seamos tan drásticos con el hermano que es amonestado, porque es bueno efectivamente, que el que es corregido nos crea más bien amigo que enemigo. Esta prudencia, mejora la recepción de los consejos.
Dice el señor: “Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo.” Es decir, el perdón que se exige al cristiano, no es una sola vez, sino siempre; lo que se expresa con el número siete — “siete veces” — número de universalidad, porque para Jesús el perdón no tiene límites y no considera las secuencias que pueda tener, entonces acepta que el pecador venga a El y en especial al que muestra el arrepentimiento.
La tercera parte de este fragmento, relata que los apóstoles dijeron entonces al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor les contestó: «Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y el árbol los obedecería».
Esta parte del relato no tiene relación con lo anterior. Son sentencias reunidas compuestamente. Aparecen también en Mt y Mc en otro contexto. Una vez a propósito de no haber podido los apóstoles expulsar un demonio (Mt), y otra a propósito de la “maldición de la higuera” (Mt-Mc). El de Mt es el más lógico. La respuesta es a los apóstoles, que le ruegan, en un contexto absoluto, que les aumente la fe. Esta fe no es la “teológica,” sino la “confianza” en el poder y bondad de Dios para realizar algo.
Los apóstoles pedían el aumento de la fe para sí, porque por ella creían en lo que no veían y Jesús hace mención de la mostaza, porque su semilla, aún cuando es pequeña, es la más fecunda de todas. Da a conocer, por tanto, que un poco de su fe puede mucho. Jesús, compara la fe perfecta en el grano de mostaza porque en su aspecto es humilde, pero ardiente en lo interior.
La fe vence todos los obstáculos, supera todas las dificultades y contratiempos, pero es importante destacar, que la fe no es otra cosa que la adhesión a la Persona de Jesús, aceptarlo plenamente a El, y el modo de vida que el nos enseña.
Por comprender esto, Gracias Señor
Fuente: www.autorescatolicos.org
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