jueves 12 2012

EVANGELIO PARA EL DÍA 12 DE JULIO DE 2012

Oseas 11, 1-4. 8c-9


Así dice el Señor:


"Cuando Israel era joven, lo amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Cuando lo llamaba, él se alejaba, sacrificaba a los Baales, ofrecía incienso a los ídolos.


Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba en brazos; y él no comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer.


Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta."




Salmo 79



Pastor de Israel, escucha, / tú que te sientas sobre querubines, resplandece; / despierta tu poder y ven a salvarnos. R.


Dios de los ejércitos, vuélvete: / mira desde el cielo, fíjate, / ven a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó, / y que tú hiciste vigorosa. R.





Mateo 10, 7-15


En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca; curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.

 
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO  DEL DÍA JUEVES 12 DE JULIO 



1. Declaración de Amor


1.1 Algunas veces se oyen cosas como: "el Dios del Antiguo Testamento es un Dios vengativo y castigador; el Dios del Nuevo Testamento sí revela el rostro del amor." La primera lectura de hoy viene a sacarnos de ese modo simplista de ver las cosas. Todo ese texto, tomado del profeta Oseas, no es otra cosa sino una profunda declaración de amor.


1.2 Dios declara su amor y con ese amor, de algún modo, su dolor por el rechazo que ha sufrido tal amor: "no comprendían que yo cuidaba de ellos," dice el Señor. Es el drama de un pueblo que quiere disfrutar de los bienes del amor pero no se entera de quién es el autor de tales bienes. Queremos tanto lo que Dios da que nos olvidamos del Dios que lo da.


1.3 El amor de Dios, aun rechazado y burlado, resulta más fuerte que la ingratitud humana. El nombre de ese amor es misericordia, compasión. La misericordia parece debilidad, y así la vieron pensadores y escritores como Nietzsche. En realidad, la genuina misericordia es fuerza pura, porque supone la capacidad de no detener el amor cuando desfallece la gratitud.

2. El envío

2.1 La lectura de san Mateo, por su parte, nos presenta hoy el envío: momento clave de los evangelios. Tiempo oportuno para recordar la enseñanza que nos dejó Pablo VI en los números 13 y 14 de su Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi", y que aquí transcribimos en parte, adaptando a nuestra numeración.


2.2 Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, mediante tal acogida y la participación en la fe, se reúnen pues en el nombre de Jesús para buscar juntos el reino, construirlo, vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora. La orden dada a los Doce: "Id y proclamad la Buena Nueva", vale también, aunque de manera diversa, para todos los cristianos. Por esto Pedro los define "pueblo adquirido para pregonar las excelencias del que os llamó de la tinieblas a su luz admirable" (1 Pe 2,9). Estas son las maravillas que cada uno ha podido escuchar en su propia lengua. Por lo demás, la Buena Nueva del reino que llega y que ya ha comenzado, es para todos los hombres de todos los tiempos. Aquellos que ya la han recibido y que están reunidos en la comunidad de salvación, pueden y deben comunicarla y difundirla.


2.3 La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: "Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades" (Lc 4,43), se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: "Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!" (1 Cor 9,16). Con gran gozo y consuelo hemos escuchado, al final de la Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: "Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia"; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa.





Fuente:   www.fraynelson.com

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