lunes 16 2012

´´ NO PENSÉIS QUE HE VENIDO A TRAER PAZ, SINO ESPADAS ´´

Isaías 1, 10-17
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: "¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? -dice el Señor-. Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de cebones; la sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Por qué entráis a visitarme? ¿Quién pide algo de vuestras manos cuando pisáis mis atrios? No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas, no los aguanto. Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga que no soporto más. Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre.

Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda."




Salmo 49



"No te reprocho tus sacrificios, / pues siempre están tus holocaustos ante mí. / Pero no aceptaré un becerro de tu casa, / ni un cabrito de tus rebaños." R.


"¿Por qué recitas mis preceptos / y tienes siempre en la boca mi alianza, / tú que detestas mi enseñanza / y te echas a la espalda mis mandatos?" R.


"Esto haces, ¿y me voy a callar? / ¿Crees que soy como tú? / Te acusaré, te lo echaré en cara. / El que me ofrece acción de gracias, / ése me honra; / al que sigue buen camino / le haré ver la salvación de Dios." R.



Mateo 10, 34-11, 1


En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro".


Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.



COMENTARIO



1. Manos Manchadas de Sangre



1.1 La primera lectura, del profeta Isaías, enlaza muy bien con las denuncias de injusticia que ya hemos oído en las semanas anteriores, por boca de Oseas y sobre todo de Amós. Isaías es especialmente elocuente: ¿cómo levantar a Dios en ofrenda manos manchadas de sangre?


1.2 Con motivo de los atentados simultáneos del 11 de marzo de 2004 en Madrid participé en una marcha de repudio al terrorismo en la ciudad de Dublín. El acto era convocado por hispanohablantes y las consignas las decíamos también en español. Una de las más repetidas aquella vez parecía tomada de la lectura de hoy. Mostrando las palmas de las manos decíamos a coro: "Mira mis manos: ¡no tienen sangre!" Una especie de protesta que hace aún más detestable a todo acto cobarde que se cobra vidas inocentes.


1.3 Y sin embargo, todos deberíamos preguntarnos si nuestras manos están realmente limpias de sangre inocente. No sólo se ensucian las manos del que materialmente asesina a otro, sino también las de sus cómplices. Y es posible que seamos cómplices de muchos crímenes, en la medida en que pertenecemos a estructuras de gobierno o de mercado que generan muerte. Según esto, no es posible una vida de tranquila oración o de aislada espiritualidad al margen de una vigilancia activa sobre nuestras posibles complicidades.

2. Paradojas Fuertes

2.1 El evangelio de hoy nos presenta un rostro de Jesús que puede extrañarnos: "No piensen que he venido a traer paz a la tierra." Esta frase debe ser comprendida en paralelo con aquello otro que dijo a sus discípulos casi al momento de su partida: "La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da." (Jn 14,27). La conclusión es que Cristo no es un amante de la guerra pero tampoco es partidario de una falsa paz.


2.2 De hecho el Evangelio entraña un cierto grado de conflicto. No se puede llegar a esta tierra a decir idolatrías y a quebrantar el poder del pecado y pensar que todo eso sucederá con agrado y aplauso de todos. Hay que esperar que haya pugnas y recelos, y hay que suponer que tales dificultades entrarán también en el seno de las relaciones que nos parecen más estables, como es la familia.


2.3 La razón es que el amor que Dios ofrece y pide no tiene comparación con ningún otro amor. Este principio no es nuevo: es simplemente el resultado de tomar en serio el primer mandamiento de la ley de Dios. Resultará difícil hacer esta elección por Dios, sin embargo, porque implicará romper con muchas cosas para preferirlo a él. Tal es el sentido de la Cruz: cada vez que preferimos a Dios dejando de lado alguna cosa que nos gusta o nos atrae, algo muere en nosotros. Mas al igual que en el caso de la Cruz de Cristo, este misterio de Cruz no quedará sólo en muerte sino que traerá vida, vida perdurable.




www.fraynelson.com

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Traducir este sitio a tu idioma