jueves 19 2012

´´ VENID A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS CANSADOS Y AGOBIADOS, Y YO OS ALIVIARÉ ´´

Isaías 26, 7-9. 12. 16-19


La senda del justo es recta. Tú allanas el sendero del justo; en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos, ansiando tu nombre y tu recuerdo. Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti, porque tus juicios son luz de la tierra, y aprenden justicia los habitantes del orbe.


Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú. Señor, en el peligro acudíamos a ti, cuando apretaba la fuerza de tu escarmiento. Como la preñada cuando le llega el parto se retuerce y grita angustiada, así éramos en tu presencia, Señor: concebimos, nos retorcimos, dimos a luz... viento; no trajimos salvación al país, no le nacieron habitantes al mundo.


¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.




Salmo 101



Tú permaneces para siempre, / y tu nombre de generación en generación. / Levántate y ten misericordia de Sión, / que ya es hora y tiempo de misericordia. / Tus siervos aman sus piedras, / se compadecen de sus ruinas. R.


Los gentiles temerán tu nombre, / los reyes del mundo, tu gloria. / Cuando el Señor reconstruya Sión, / y aparezca en su gloria, / y se vuelva a las súplicas de los indefensos, / y no desprecie sus peticiones. R.


Quede esto escrito para la generación futura, / y el pueblo que será creado alabará al Señor. / Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, / desde el cielo se ha fijado en la tierra, / para escuchar los gemidos de los cautivos / y librar a los condenados a muerte. R.




Mateo 11, 28-30
  



En aquel tiempo, Jesús exclamó: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera".




COMENTARIO



1. Un Extraño Canto de Esperanza


1.1 La primera lectura, tomada de la profecía de Isaías, nos presenta lo que podemos llamar un extraño canto de esperanza.


1.2 El lenguaje es sonoro, las imágenes vigorosas, el tono es solemne: estamos frente a la obra de un genuino poeta. Y esto solo ya debe ser destacado: hay una calidad literaria inmensa en estos y muchos otros textos de Isaías. Una calidad, por otra parte, que no se queda en pura forma, porque está completamente al servicio del mensaje inspirado y revelado.


1.3 Si miramos el texto mismo, lo descubrimos lleno de contrastes que en últimas quieren mostrar que Dios es el Poderoso; él es Aquel que obra en nosotros, a través de nosotros o sin nosotros. Por el contrario, nosotros sin él somos un parto vacío, un espectáculo ridículo y carente de significado.


1.4 La esperanza, pues, que aquí se anuncia, es la del pueblo que busca con ardor la fuente viva y que ha aprendido a reconocer su nada. Sin él nada somos; con él todo podemos.

2. Descanso para los fatigados

2.1 En directa continuidad con la promesa del profeta, Jesús se presenta como el lugar del descanso. El amor de Cristo es incomparable y su compasión no se detiene. Mientras que la voz del Antiguo Testamento nos hace pensar sobre todo en el poder de Dios, un Dios compasivo, el mensaje del evangelio nos muestra primero la compasión de Dios, un Dios que es "fuerte" sobre todo en amar.


2.2 ¿De qué descanso nos habla Cristo aquí? ¿Cuál es ese reposo que nos anuncia? La interrogación por el descanso se revierte en pregunta por el cansancio. Hoy podemos inquirir qué nos cansa; cuál es nuestro cansancio. ¿Estamos cansados de ser buenos o de querer serlo? ¿Cansados tal vez de que nos decepcionen, porque todos prometen y nadie cumple? ¿Cansados de sobrevivir y de no tener espacio, tiempo o sabiduría para llegar a vivir?


2.3 Cristo invita a los cansados a que se acerquen; no dice nada de los que se sienten bien, es decir, de los que están descansados y tranquilos. Su Evangelio existe sólo para los que están necesitados. Su palabra apunta a los que han palpado el borde de sí mismos. Es la lógica de las bienaventuranzas --y las malaventuranzas--. Suena trivial, pero en la lógica de Cristo encontrará descanso sólo el que estaba cansado. Faltó ese texto en la Biblia: "Dichosos los cansados... ¡ay de vosotros, los descansados!"




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