jueves 09 2012

TUS PENSAMIENTOS NO SON LOS DE DIOS, SINO LOS DE LOS HOMBRES


Jeremías 31, 31-34


"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor -oráculo del Señor-.


Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor." Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados."




Salmo 50



Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme; / no me arrojes lejos de tu rostro, / no me quites tu santo espíritu. R.


Devuélveme la alegría de tu salvación, / afiánzame con espíritu generoso: / enseñaré a los malvados tus caminos, / los pecadores volverán a ti. R.


Los sacrificios no te satisfacen: / si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. / Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; / un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.



Mateo 16, 13-23


En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. El les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Y les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.




COMENTARIO



1. Anuncio de la Nueva Alianza


1.1 La primera lectura de hoy nos invita a descubrir el límite de la alianza que se celebró con Moisés como mediador. De esa alianza lo único que se dice es que los antiguos padres la rompieron y de ahí sólo vino el escarmiento. Es decir, el ciclo propio de esa alianza es: un pacto razonable, una infracción sin disculpa, un castigo lógico pero también espantoso. El tiempo del pacto fue con Moisés; infracción fue prácticamente todo lo que siguió en el desierto, con los jueces y con los reyes; el castigo será la deportación.


1.2 Todo eso es lógico pero la lógica no salva a nadie. La lógica sólo establece que hay una proporción entre la ofensa y el castigo, pero no tiene fuerza para evitar la ofensa ni tampoco para hacer que nazca vida a partir del castigo. Según esto mismo, el amor tiene algo de ilógico, o de absurdo, si se quiere. Amar es interrumpir el curso lógico de los acontecimientos interponiendo en la mitad un nuevo comienzo que se llama "perdón" y cuya esencia se llama "gracia."


1.3 El nuevo comienzo en este mensaje de Jeremías es precisamente la Nueva Alianza de la que aquí se empieza a hablar y que vendrá a celebrarse sólo con Jesucristo. Exactamente eso es lo que oímos en la Santa Misa: "Este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna..."


2. La voz del Cielo. La voz del mundo.


2.1 Pedro habla dos veces en el evangelio de hoy. Una vez su voz es enseñada por el Cielo; otra vez, en cambio, habla según el modo del mundo. Las dos voces, de estas dos veces que habla Pedro, nos enseñan por lo menos dos cosas.


2.2 Aprendemos hoy, por lo pronto, que nadie es dueño de la inspiración que viene de lo alto. Haber recibido inspiración celestial es cosa grande y bella, pero no nos hace "inspirados para siempre". Nadie es "para siempre" mientras va caminando por esa vida, y por consiguiente todos hemos de vigilar, porque la misma boca que ayer proclamó la gloria de Dios hoy puede traicionarlo.


2.3 Y aprendemos también que la victoria de Dios no es "obvia". A ver, examinemos qué dice el Señor a Pedro, habiendo oído su profesión de fe. Le dice: "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella". ¡Pero Pedro, sólo unos momentos después, da espacio a esos "poderes del infierno" porque resulta hablando no según el querer de Dios sino en contra de ese querer!


2.4 Esto no debe decepcionarnos ni confundirnos, sino enseñarnos algo profundo: la victoria de Dios no es obvia; no es una escalada de triunfos o un desfile de maravillas. Participa, más bien de la ambigüedad de todo lo humano, así duela decirlo. Pedro, que trastabilla y cae nos enseña que Dios vence no brincando sobre las sinuosidades de nuestro caminar sino a través de cada curva, lodazal y pradera.




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