martes 09 2012

MARTA LO RECIBIÓ EN SU CASA. MARÍA HA ESCOGIDO LA PARTE MEJOR.

Gálatas 1, 13-24


Hermanos: Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.

Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.

Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé quince días con él. Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo. Fui después a Siria y a Cilicia. Las Iglesias cristianas de Judea no me conocían personalmente; sólo habían oído decir que el antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba destruir, y alababan a Dios por causa mía.




Salmo 138


Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me siento o me levanto, / de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso, / todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas, / me has tejido en el seno materno. / Te doy gracias, / porque me has escogido portentosamente, / porque son admirables tus obras. R.

Conocías hasta el fondo de mi alma, / no desconocías mis huesos. / Cuando, en lo oculto, me iba formando, / y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.



Lucas 10, 38-42
 




En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano."

Pero el Señor le contestó: "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán."



COMENTARIO


1. El Encuentro con la Gracia

1.1 Pablo en la primera lectura nos habla de su pasado. Es cosa que nos interesa mucho porque quizá no haya conversión más conocida y predicada a lo largo de los siglos que la conversión de este que llegó a ser el sinónimo de la palabra "apóstol."

1.2 Uno asocia la conversión con dejar vicios y educarse en las virtudes. El ejemplo típico sale por la radio cuando un protestante dice: "Yo era borracho y mujeriego; pero me encontré con el Señor Jesús y ahora no toco el alcohol y sólo toco a mi esposa." ¿Fue así, fue según ese modelo la conversión de Pablo de Tarso?

1.3 Lo que encontramos en el caso de Pablo es un hombre que, lejos de ser un vicioso, era celoso por el cumplimiento de la Ley de Moisés, y eso implica, ante todo, los Diez Mandamientos. ¿Cuáles eran entonces los terribles pecados de este hombre que con toda probabilidad no era un borracho ni un mujeriego?

1.4 Lo único que Pablo menciona, la única pista que tenemos para saber de sus grandes pecados, es que fue un perseguidor de los cristianos. No es tan espectacular como haber sido borracho público o mujeriego empedernido, pero indica algo, y algo serio: Pablo perseguía a los cristianos porque no creía que Cristo fuera el cumplimiento de las esperanzas y promesas que había recibido el pueblo de Dios. Para él, Cristo era un farsante y el mensaje del Evangelio un gran engaño.

1.5 ¿Qué fue lo que encontró? Mejor sería preguntar a quién encontró. Se encontró con Cristo vivo, y fue exactamente eso lo que le cambió toda su perspectiva. Aquel que vive más allá de la muerte, aquel que venció a la muerte, es la revelación definitiva de lo que Dios puede; es la señal indeleble de la fidelidad y de la compasión de Dios. Eso fue lo que descubrió Pablo porque Dios lo descubrió a él, es decir: le quitó el manto de orgullo que lo cubría.

2. Martha y María

2.1 San Agustín de Hipona predicó preciosamente sobre el evangelio de hoy, en texto que recordamos (Sermón 104).

2.2 Son necesarios quienes se dedican a alimentar el cuerpo. ¿Por qué? Porque hay hambre y sed. También es necesaria la misericordia para hacer frente a la miseria. Partes el pan con el hambriento, porque te encontraste con uno. Si te es posible, haz desaparecer el hambre; ¿a quién darás pan? Suprime la peregrinación, ¿a quién hospedarás? Haz desaparecer la desnudez, ¿para quién preparas el vestido? Elimina la enfermedad, ¿a quién visitas? Si desaparece la cautividad, ¿a quién redimirás? Si no hay discordia, ¿a quiénes pondrás de acuerdo? Si deja de existir la muerte, ¿a quién darás sepultura? En la otra vida no habrá esas necesidades, y, como consecuencia, tampoco estos servicios.

2.3 Por tanto, Marta obraba justamente al atender la necesidad corporal del Señor -o no sé cómo decir, si necesidad o voluntad o libre necesidad-. Servía a la carne mortal. Pero ¿quién existía en carne mortal? En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios (Jn 1,1). He aquí lo que oía María. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14): He aquí a quien servía Marta. Luego María eligió la mejor parte que no le será quitada. Pues eligió lo que siempre permanecerá y, por tanto, no le será quitado. Quiso ocuparse en una única cosa que ya poseía: Mi bien es estar unida a Dios (Sal 72,28). Se hallaba sentada a los pies de nuestra Cabeza, y cuanto más abajo sentada, tanto más recibía. El agua fluye a la profundidad del valle, deslizándose desde los collados encumbrados. No vituperó el Señor la obra de Marta, sino que distinguió los menesteres. Te afanas -le dijo- en muchas cosas y una sola es necesaria. Ésta ya la escogió para sí María. La preocupación por la multiplicidad de cosas pasa, mientras que el amor de la unidad permanece. Luego no le será quitado lo que eligió. Lo que tú elegiste, por el contrario -esto es lo que se deduce, lo que se sobreentiende-, lo que tu elegiste te será quitado, pero se te quitará para tu bien, para dársete lo que es mejor. Se te quitará la fatiga y se te otorgará el descanso. Tú navegas todavía, mientras que ella está ya en el puerto.

2.4 Estas dos mujeres, ambas amigas del Señor, ambas dignas de su amor, ambas discípulas suyas, son figura de dos vidas, la presente y la futura; una laboriosa y otra ociosa; una infeliz y otra dichosa; una temporal y otra eterna. Quienes lo habéis visto y comprendido habéis comprendido algo en verdad grande que deben ver y conocer quienes aún no lo han visto ni conocido. Esas dos vidas son las que os he descrito, en cuanto me ha sido posible. Vosotros reflexionad ahora, sin prisas sobre ellas...



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