miércoles 03 2012

TE SEGUIRÉ ADONDE VAYAS.


Job 9, 1-12. 14-16


Respondió Job a sus amigos: "Sé muy bien que es así: que el hombre no es justo frente a Dios.


Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de mil razones una.


¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso?


Él desplaza las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur; hace prodigios insondables, maravillas sin cuento.


Si cruza junto a mí, no puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la quitará?; ¿quién le reclamará: "Qué estás haciendo"?


Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso.




Salmo 87



Todo el día te estoy invocando, / tendiendo las manos hacia ti. / ¿Harás tú maravillas por los muertos? / ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? R.


¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, / o tu fidelidad en el reino de la muerte? / ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla, / o tu justicia en el país del olvido? R.


Pero yo te pido auxilio, / por la mañana irá a tu encuentro mi súplica. / ¿Por qué, Señor, me rechazas / y me escondes tu rostro? R.





Lucas 9, 57-62


En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza."

A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre." Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios."


Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia." Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios."





COMENTARIO



1. Descubriendo el propio tamaño



1.1 Los antiguos griegos tenían un nombre para esa especie de vanidad o locura con la que a veces los seres humanos olvidamos las proporciones y creemos que somos infinitos, colosales, inteligentísimos o poderosos sin medida. Ese defecto, esa falsa grandeza es la "hybris."


1.2 Aunque todos podemos sufrir de esa megalomanía, no cabe duda que la gente en puestos de mando está más tentada de sufrirla. Hitler quería un "Reich" (reino) que duraría por lo menos mil años, y para inaugurarlo invadió al resto de Europa. Stalin no dudó en enviar a la muerte a millones de personas: era el precio justo para que él pudiera sentirse grande y cómoda en "su" Unión Soviética.


1.3 La hybris se manifiesta también en otras escalas. Cada vez que uno intenta cosas que superan por completo sus fuerzas está cayendo en hybris, y esto involucra el dinero, la salud, e incluso la manera como a veces desgastamos el "capital" de afecto o acogida que tenemos entre nuestros amigos.


1.4 Todo esto viene a que el libro de Job es como una gran catequesis de muchas cosas, y una de ellas es la victoria sobre la hybris. Las palabras de Job el día de hoy son exactamente eso: el reconocimiento del propio tamaño, la conciencia de que uno tiene límites; incluso más que eso: la seguridad de que uno nunca logrará saber cuánto ignora, como decía san Agustín.


1.5 En nuestro tiempo se valora mucho el conocimiento, y eso está bien. Pero, ¿has notado que son muchas más las personas que quieren mejorar su inteligencia y mucho menos las que quieren aprender a amar, servir o adorar? Job nos recuerda que el mundo es más grande que lo que podemos controlar, y que saber que uno no sabe ya es comienza de verdadera sabiduría.


2. Seguir a Cristo


2.1 Después de escuchar el evangelio de hoy uno puede preguntarse si Jesús era lo que hoy llamamos un "promotor vocacional." Casi diríamos que se esfuerza en presentar obstáculos y que ciertamente no ayuda a que la decisión sea fácil. ¿Por qué lo hace? Es solamente por honestidad, algo así como no pintar ilusiones en los posibles candidatos?


2.2 Si Jesús estuviera simplemente haciendo un contrato, el objetivo de esas palabras sería aclarar los términos de ese contrato. Pero el mensaje del evangelio no es una negociación sino una palabra de gracia. Somos salvados por gracia, por pura compasión de Dios, y ello no cambia sino que se acentúa con el hecho de que uno entre al seguimiento más cercano de Cristo.


2.3 Es posible que la voz "exigente" de Cristo no sea pura exigencia. Las dificultades no son sólo para desanimarlo a uno. Hay corazones que al contrario se animan cuando ven que hay probemas qué resolver y barreras qué superar. Las palabras del Señor son realistas, por supuesto, pero también son su modo de invitarnos a dar lo mejor de nosotros mismos por la única causa que genuinamente lo merece: que Dios reine.




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