viernes 23 2012

HABÉIS CONVERTIDO LA CASA DE DIOS EN UNA CUEVA DE BANDIDOS.

Apocalipsis 10, 8-11

Yo, Juan, oí cómo la voz del cielo que había escuchado antes se puso a hablarme de nuevo, diciendo: "Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra." Me acerqué al ángel y le dije: "Dame el librito." Él me contestó: "Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor."

Cogí el librito de mano del ángel y me lo comí; en la boca sabía dulce como la miel, pero, cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago.

Entonces me dijeron: "Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes."



Salmo 118

Mi alegría es el camino de tus preceptos, / más que todas las riquezas. R.

Tus preceptos son mi delicia, / tus decretos son mis consejeros. R.

Más estimo yo los preceptos de tu boca / que miles de monedas de oro y plata. R.

¡Qué dulce al paladar tu promesa: / más que miel en la boca! R.

Tus preceptos son mi herencia perpetua, / la alegría de mi corazón. R.

Abro la boca y respiro, / ansiando tus mandamientos. R.




Lucas 19, 45-48
 
 

En aquel tiempo entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos"". Todos los días enseñaba en el templo.

Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.



COMENTARIO


1. Dulce y Amargo


1.1 La profecía del vidente tiene sabor dulce en la boca y amargo en el estómago. Algo semejante vivió Ezequiel (3,1-6). También en el caso de Ezequiel hay dulzura en la boca y también este alimento está relacionado con el ministerio de la predicación. Cosa que tiene sentido: ¿cómo dará el predicador de lo que no ha recibido o no le ha alimentado?

1.2 Mas Ezequiel no tuvo que sentir la amargura en el estómago. Una palabra es dulce porque agrada a nuestra inteligencia; es amarga por las consecuencias que trae, como el alimento muestra su pesadez en el estómago y no en el paladar. Es, pues, "pesada" la palabra que debe pronunciar el profeta; es una palabra que trae efectos, consecuencias dolorosas. De esto han hablado muchos predicadores. Pablo se queja: "¿Quién ha creído en nuestro anuncio?" (Rom 10,6), y en esto no hace sino repetir la voz de un profeta (Is 53,1). Eso es amargo.

1.3 Y es amargo también ver, como Jeremías, que lo que fue anunciado para conversión tristemente debe realizarse como castigo (cf. Jer 36,31). Por algo advierte Pablo a Timoteo: "Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio" (2 Tim 4,5). Todos en realidad hacen eco de la advertencia de Cristo: "os envío como corderos en medio de lobos" (Lc 10,3). Mas no desfallecemos, porque "los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares" (Sal 126,5).
2. Purificando la Casa de Dios

2.1 La voz del profeta y del predicador realiza un ministerio de limpieza, de purificación (cf. Jn 15,3). También hay acciones que purifican, como la que vemos hoy en la acción de Jesús. Seguramente todos amamos la pureza y todos queremos ser templos vivos del Dios vivo (cf. 1 Cor 6,19). Pregunta: ¿estamos dispuestos a ser purificados por el Señor, aunque ello implicara algo como la escena que vemos hoy en el Evangelio?

2.2 Jesús purifica el templo y luego inicia un intenso ministerio de predicación en el templo purificado. La pureza no es un fin en sí misma, sino un espacio que abrimos para acoger más y mejor la gracia y la palabra. La pureza es como el silencio: nos libera del peso muerto, del pasado estéril, del ruido estorboso, y nos abre el mensaje precioso del Dios Santo y Bello.

2.3 El acto de Jesús se convierte en una especie de sentencia de muerte contra sí mismo. La purificación por la palabra llegará a ser purificación por la Sangre. Puesto en el Lugar Santo por excelencia, según el sentir de los judíos, su palabra barre no sólo los negocios de quienes comerciaban en el templo, sino también las pesadas y engañosas cargas de quienes se tenían por maestros del pueblo. Cristo los desautoriza; clausura un tiempo que ya no daba más de sí, e inaugura una realidad nueva que tiene por centro su mensaje y su vida misma. Es lógico que sus adversarios le vieran como un estorbo chocante en extremo, y que, dentro de esa lógica, buscaran el modo de quitarlo de en medio.

2.4 Finalmente, sin embargo, y a precio de Sangre, el templo es ahora nuevo. El Lugar Santo es el Cuerpo de Cristo, presente y vivo en nuestro altar, en nuestras manos, en nuestro corazón. Viene hoy también Jesucristo a dar pureza y a invadir con su diluvio de amor y justicia nuestra existencia.




Lucas 19


1 Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad.
2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico.
3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura.
4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí.
5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.»

6 Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.
7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»
8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.»
9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham,
10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»

11 Estando la gente escuchando estas cosas, añadió una parábola, pues estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro.
12 Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse.
13 Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: "Negociad hasta que vuelva."
14 Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: "No queremos que ése reine sobre nosotros."

15 «Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
16 Se presentó el primero y dijo: "Señor, tu mina ha producido diez minas."
17 Le respondió: "¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades."
18 Vino el segundo y dijo: "Tu mina, Señor, ha producido cinco minas."
19 Dijo a éste: "Ponte tú también al mando de cinco ciudades."

20 «Vino el otro y dijo: "Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo;
21 pues tenía miedo de tí, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste."
22 Dícele: "Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré;
23 pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses."

24 Y dijo a los presentes: "Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas."
25 Dijéronle: "Señor, tiene ya diez minas."
26 - "Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará."
27 «"Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí."»
28 Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén.
29 Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos,

30 diciendo: «Id al pueblo que está enfrente y, entrando en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre; desatadlo y traedlo.
31 Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", diréis esto: "Porque el Señor lo necesita."»
32 Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho.
33 Cuando desataban el pollino, les dijeron los dueños: «¿Por qué desatáis el pollino?»
34 Ellos les contestaron: «Porque el Señor lo necesita.»

35 Y lo trajeron donde Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús.
36 Mientras él avanzaba, extendían sus mantos por el camino.
37 Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto.
38 Decían: = «Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! = Paz en el cielo y gloria en las alturas.»

39 Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.»
40 Respondió: «Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.»
41 Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella,
42 diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos.
43 Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes,

44 y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita.»
45 Entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían,
46 diciéndoles: «Está escrito: = Mi Casa será Casa de oración. = ¡Pero vosotros la habéis hecho = una cueva de bandidos!» =
47 Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle,

48 pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.







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