miércoles 26 2012

NO SERÉIS VOSOTROS LOS QUE HABLÉIS, SINO EL ESPÍRITU DE VUESTRO PADRE.

Hechos 6,8-10;7,54-60

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios." Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu." Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado." Y, con estas palabras, expiró.



Salmo 30

Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. / Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. / Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen; / haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. R.




Mateo 10,17-22
 
 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará."


COMENTARIO

1. Enseñanzas de un gran contraste
 

1.1 Entre el día de ayer y el de hoy se dan inmensos contrastes. Ayer celebrábamos un nacimiento; hoy recordamos una muerte. Ayer se proclama la paz en cánticos del cielo; hoy un alud de insultos y pedruscos ejerce violencia en la tierra. Ayer nos hemos gozado viendo el triunfo del amor; hoy parecieran imponer su lenguaje la intransigencia y el odio.

1.2 Mas hay también nexos profundos entre ambas celebraciones. La muerte de Esteban no es otra cosa que un nacimiento, un nacer para el cielo. Como dicen los Santos Padres: "nació Cristo en la tierra para que Esteban pudiera nacer para el cielo".

1.3 Además, la paz de la natividad, según comentábamos en otra ocasión, no es ausencia de problemas sino superación interior del poder tiránico que los problemas quieren tener sobre nosotros. De acuerdo con ello, no están distantes la paz de la Navidad, en medio de tantos sinsabores, y la paz del martirio de Esteban, en medio de tantos insultos y piedras. Finalmente, es un mismo amor el que vence los obstáculos para que Cristo venga al mundo y el que vence las agresiones que pretenden impedir su reinado en nuestros corazones. El amor hizo la Navidad; el amor hizo al primer mártir.

2. Cielos Abiertos

2.1 En adviento recordábamos, quizá con lágrimas de devoción en nuestros ojos, aquella plegaria sentida de Isaías: "ojalá rasgaras el cielo y bajaras" (Is 64,1). Esta oración fue escuchada, y la Navidad es la gran respuesta a ella. Pero Jesús, que "rasgó los cielos", y bajó, "es el mismo que subió" (Ef 4,10), de modo que los cielos, abiertos por su amor para que él bajara, han quedado así abiertos por su amor para que nosotros subamos, y Esteban es en cierto modo el primero en hacerlo.

2.2 No olvidemos, pues: el fruto de la Navidad son los cielos abiertos. Por eso abundan los ángeles, por eso también las súplicas de los hombres son particularmente escuchadas, según aquello que hemos aprendido que Jesús dijo a Santa María Margarita Alacocque: "lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado". No es una fórmula "mágica", sino la expresión, en términos de confianza y de intercesión, de aquello que hemos afirmado: la Navidad significa cielos abiertos.

2.3 Poco antes de morir Esteban proclamó este misterio. Su muerte era su gran Navidad. Dijo, en efecto: "Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios" (Hch 7,56). Nuestra muerte, como la de Esteban, ha de ser eso: ver los cielos abiertos, ver al Hijo de Dios.

3. Perseverar hasta el fin

3.1 El evangelio de hoy nos invita, como es natural, a admirar la gracia propia del martirio, un género de muerte particularmente espantoso, pero también particularmente significativo y fecundo. Y en este evangelio Jesús nos apremia a perseverar hasta el final. Ese llamado adquiere un tono particular cuando lo relacionamos con la Navidad. Un nacimiento es un comienzo, y he aquí una lectura que nos llama a llegar hasta el final.

3.2 Y tiene mucho sentido, porque de poco sirve acoger a Cristo bebé si no es para dejarlo crecer en nosotros. Sea la última enseñanza de esta reflexión meditar en ello: ¿he acogido al Niño Jesús para dejarlo crecer en mí? Un santo, como es santo Esteban, es uno que dejó crecer a Jesús en sí mismo. La santidad, especialmente la santidad del martirio, no es otra cosa que un Cristo maduro, un Cristo que ha crecido en la vida de alguien.

3.3. Quede, pues, el propósito: mientras celebramos a Cristo Niño en Belén y mientras nos alimentamos de Cristo-Eucaristía en la Santa Misa, crezca Él en nosotros; viva su misterio en nosotros, cumpla su edad perfecta en nosotros, como ya la cumplió en Esteban, su primer gran testigo.



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INSTRUCCIÓN A LOS MISIONEROS

SAN MATEO, CAPÍTULO 10


Institución de los Doce
Marcos 3, 13-19 / Lucas 6, 12-16

10:1 Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
10:2 Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;
10:3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;
10:4 Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

Misión de los Doce
Marcos 6, 7-13 / Lucas 9, 1-6

10:5 A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.
10:6 Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
10:7 Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Lucas 10, 11
10:8 Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
10:9 No lleven encima oro ni plata, ni monedas, Lucas 10, 4-12
10:10 ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Lucas 10, 7 1 Corintios 9, 14 1 Timoteo 5, 18
10:11 Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
10:12 Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
10:13 Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.
10:14 Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Marcos 6, 11 Lucas 9, 5 Lucas 10, 11 Hechos 13, 51
10:15 Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra Génesis 19, 25 Mateo 11, 23-24 Lucas 10, 12 Lucas 17, 29 2 Pedro 2, 6 Judas 7 serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad. Mateo 11, 23-24

La persecución a los Apóstoles
Marcos 13, 9-13 / Lucas 10, 3 / Lucas 12, 11-12 / Lucas 21, 12-19

10:16 Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: Lucas 10, 3 sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.
10:17 Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas.
10:18 A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
10:19 Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
10:20 porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre Marcos 13, 11 Lucas 12, 11-12 Lucas 21, 14-15 hablará en ustedes.
10:21 El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Marcos 13, 9-12 Lucas 12, 11-12 Lucas 21, 12-16
10:22 Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, Mateo 24, 9 Marcos 13, 13 Lucas 21, 17 pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Mateo 24, 13 Marcos 13, 13
10:23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre.

La valentía de los Apóstoles
10:24 El discípulo no es más que el maestro Lucas 6, 40 Juan 13, 16 Juan 15, 20 ni el servidor más que su dueño. Juan 13, 16 Juan 15, 20
10:25 Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, Mateo 9, 34 Mateo 12, 24 Marcos 3, 22 Lucas 11, 15 ¡cuánto más a los de su casa!
10:26 No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Marcos 4, 22 Lucas 8, 17 Lucas 12, 2-9
10:27 Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.
10:28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.
10:29 ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo.
10:30 Ustedes tienen contados todos sus cabellos.
10:31 No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.
10:32 Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Marcos 8, 38 Lucas 9, 26 Lucas 12, 8 Apocalipsis 3, 5
10:33 Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres. Lucas 12, 9 2 Timoteo 2, 12

Jesús, signo de contradicción
Lucas 12, 51-53

10:34 No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada.
10:35 Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra;
10:36 y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. Miqueas 7, 6 Lucas 12, 53
10:37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
10:38 El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. Mateo 16, 24 Marcos 8, 34 Lucas 9, 23 Lucas 14, 26-27
10:39 El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Mateo 16, 25 Marcos 8, 35 Lucas 9, 24 Lucas 17, 33 Juan 12, 25

La manera de recibir a los Apóstoles
Marcos 9, 38-41 / Lucas 9, 49-50

10:40 El que los recibe a ustedes, Lucas 10, 16 Juan 13, 20 me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. Mateo 18, 5 Marcos 9, 37 Marcos 9, 41 Lucas 9, 48 Lucas 10, 16 Juan 13, 20
10:41 El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.
10:42 Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".


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