jueves 03 2013

ÉSTE ES EL CORDERO DE DIOS



1 Juan 2,29-3,6

Queridos hermanos: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

Todo el que comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado. Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no le ha visto ni conocido.




Salmo 97

Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.

Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la citara para el Señor, / suenen los instrumentos: / con clarines y al son de trompetas, / aclamad al Rey y Señor. R.





Juan 1,29-34
 

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: "Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel."

Y Juan dio testimonio diciendo: "He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios."



COMENTARIO


1. Pasado, presente y futuro


1.1 Si hay algo característico de nuestra fe cristiana, ya desde su profunda raíz en el pueblo de Israel, es esa conciencia del tiempo como una flecha que apunta a la realización de un designio. Para nosotros el tiempo tiene una dirección. Nuestra vida no es un corcho en un remolino ni una brizna en medio de la tormenta. Pasado significa promesa; presente significa primicia; futuro significa plenitud.

1.2 En la primera lectura de hoy es clara esta secuencia. Escribe el apóstol: "consideren el amor tan grande que nos ha demostrado el Padre" (1 Jn 3,1); ello corresponde al pasado; luego dice: "ahora somos ya hijos de Dios" (1 Jn 3,2); eso alude al presente; por último añade: "seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es" (1 Jn 3,2).

1.3 El amor manifiesto se convierte en una promesa. Es un cheque a nuestro favor; es el anuncio de algo maravilloso que no esperábamos, que no merecíamos, que no podíamos describir siquiera. Ese amor se traduce en un presente cargado de noble dignidad: somos hijos de Dios. De allí brotan todos nuestros derechos y deberes. Pero no es ello todo, sino solo la primicia de algo mayor aún: seremos semejantes a él. Es la plenitud. El tiempo tiene una dirección y esa dirección apunta hacia la plenitud.

2. Ver mientras vamos de camino

2.1 Juan utiliza de modo muy particular y muy fuerte el verbo "ver". Lo podíamos entender ya de la frase que destacamos en la sección precedente. ¿Habrá algo más vigoroso para este verbo que decir "seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es"?

2.2 Consecuentemente, el pecado es "no ver". Por eso dice: "todo el que peca, ni lo ha visto [a Dios,] ni lo ha conocido" (1 Jn 3,6). ¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo es esto, que el que peca no ha visto a Dios, siendo así que sólo lo veremos al final, en la plenitud del cielo? Lo que sucede es que hay un ver en plenitud, el del cielo, del cual dice el apóstol: "lo veremos tal cual es"; pero hay otro ver, el ver mientras vamos de camino en la tierra, que es básicamente ver las señales que él ha dejado, especialmente, el amor grande que nos ha demostrado en Cristo. El sentido, pues, sería: "el que peca es porque no reconoce las señales del amor de Dios en su vida".

3. El Cordero de Dios

3.1 El evangelio de hoy sigue su propia secuencia, a saber, la lectura continuada de los primeros textos del evangelio según san Juan, según hemos comentado para los textos de ayer. Se leen estos pasajes en Navidad porque nos ayudan a ver desde otro punto de vista, más teológico y menos narrativo, es verdad, qué significa la llegada a nuestra tierra de aquel que es la Palabra.

3.2 Juan Bautista habló ayer de Jesús. Ahora ve a Jesús. Su voz que le anunciado, como lo anunciaron los demás profetas, ahora puede hacer algo que no pudieron los demás profetas: presentar al mundo a Aquel que había anunciado.

3.3 Y estas son sus palabras de presentación: "este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). Con ese anuncio nos cuenta algo sobre quién es Jesús diciéndonos mucho sobre qué hace Jesús. Todo el sufrimiento del Bautista es el pecado del mundo, y por eso toda su alegría es Aquel que quita el pecado del mundo.

3.4 La señal de Jesús es el Espíritu Santo. Cristo es Cristo, palabra que significa "ungido", porque ha recibido el don del Espíritu Santo no para santidad de su vida sino para su ministerio propio, que es "quitar el pecado del mundo". Y la obra del Espíritu será la de un bautismo, que aniquila y a la vez renueva, como las aguas del Éxodo. El Espíritu aniquila así a nuestro faraón enemigo, que es el pecado y saca victorioso al pueblo nuevo y renovado, el Israel de Dios.



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EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
CAPÍTULO 1


PRÓLOGO


La Palabra se hizo carne
1:1 Al principio existía la Palabra, 1 Juan 1, 1 y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
1:2 Al principio estaba junto a Dios.
1:3 Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
1:4 En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
1:5 La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la recibieron.
1:6 Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
1:7 Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
1:8 Él no era la luz,
sino el testigo de la luz.
1:9 La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
1:10 Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
1:11 Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
1:12 Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. 1 Juan 3, 1
1:13 Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.
1:14 Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria, 1 Juan 1, 2
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
1:15 Juan da testimonio de él, al declarar:
"Este es aquel del que yo dije:
El que viene después de mí
me ha precedido,
porque existía antes que yo".
1:16 De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:
1:17 porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
1:18 Nadie ha visto jamás a Dios; 1 Juan 4, 12
el que lo ha revelado es el Hijo único,
que es Dios y está en el seno del Padre.

EL TESTIMONIO DE JUAN EL BAUTISTA

Jesús, el Cordero de Dios
Mateo 3, 1-12 / Marcos 1, 1-8 / Lucas 3, 1-9.15-17

1:19 Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?"
1:20 Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías".
1:21 "¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?" Malaquías 3, 22 Mateo 11, 14 Mateo 17, 10-13 Marcos 9, 11-13 Lucas 1, 17 Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?" "Tampoco", respondió.
1:22 Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?"
1:23 Y él les dijo: "Yo soy
una voz que grita en el desierto:
Allanen el camino del Señor, Isaías 40, 3 Mateo 3, 3 Marcos 1, 3 Lucas 3, 4
como dijo el profeta Isaías".
1:24 Algunos de los enviados eran fariseos,
1:25 y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?"
1:26 Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen:
1:27 él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia".
1:28 Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Juan presenta a Jesús
1:29 Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 1 Juan 3, 5
1:30 A él me refería, cuando dije:
Después de mí viene un hombre que me precede,
porque existía antes que yo.
1:31 Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel".
1:32 Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.
1:33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo".
1:34 Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".

Los primeros discípulos de Jesús
1:35 Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos
1:36 y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios".
1:37 Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
1:38 Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?" Ellos le respondieron: "Rabbí —que traducido significa Maestro—¿dónde vives?"
1:39 "Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
1:40 Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
1:41 Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
1:42 Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.
1:43 Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme".
1:44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
1:45 Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".
1:46 Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?" "Ven y verás", le dijo Felipe.
1:47 Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".
1:48 "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
1:49 Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
1:50 Jesús continuó: "Porque te dije: "Te vi debajo de la higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía".
1:51 Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre". Génesis 28, 12



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