Hebreos 9,15.24-28
Hermanos: Cristo es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Pues Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Salmo 97
Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclamad al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor, / suenen los instrumentos: / con clarines y al son de trompetas, / aclamad al Rey y Señor. R.
El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclamad al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor, / suenen los instrumentos: / con clarines y al son de trompetas, / aclamad al Rey y Señor. R.
Marcos 3,22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios." Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre." Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
COMENTARIO
1. Eucaristía como sacrificio
1.1 Hoy solemos insistir en la dimensión fraternal de la Eucaristía. Es frecuente, por ejemplo, que se presente la Misa como el banquete que celebramos en torno a Jesús, o como una comida de familia, o como una cena en que departen los amigos. Todo esto es cierto y de nada puede decirse con tanta verdad como de la Eucaristía. Pero el misterio eucarístico no se limita al encuentro fraterno y pretender limitarlo a ello terminaría por desfigurarlo.
1.2 En la Eucaristía hay Uno que con la perfección de su amor puede asumir, purificar y levantar nuestros amores. No somos hermanos porque nos digamos hermanos sino porque la Sangre que Él derramó en la Cruz declaró nuestra iniquidad, hizo posible el arrepentimiento de nuestras obras muertas y nos llamó a creer en la gracia que viene de lo alto. Acogiendo entonces con humilde fe el regalo inmenso de su divino Espíritu, hemos llegado a ser hijos en el Hijo y por eso, sólo por eso, somos hermanos.
1.3 Dicho con otras palabras, aunque en la Santa Misa están presentes tanto la dimensión "fraternal" de banquete como la dimensión "sacrificial" de la inmolación, es ésta la que soporta a aquélla: es el sacrificio el que hace posible el amor entre nosotros, pues por nuestras solas fuerzas no podíamos aceptarnos y amarnos al grado que requiere nuestra propia miseria.
1.4 Cólmese, pues, de gratitud el alma cristiana y al recibir devotamente la Hostia Consagrada, descubra allí el mismo don y el mismo misterio del Calvario.
2. Un sacrificio perfecto
2.1 Todo es posible esperarlo del amor de Cristo y es infinita la gracia de la Eucaristía. Lo sabemos porque el sacrificio del Señor es perfecto, y así nos lo ha enseñado la Carta a los Hebreos el día de hoy.
2.2 El santuario es el cielo, la víctima es su propio Cuerpo, y el sacerdote es Él mismo. Va vestido en su propia sangre y ora con humildad perfecta en obediencia plena al designio de su propio Padre, ante quien ruega por nosotros. Por eso podemos esperar todo de la Cruz del Señor; por eso podemos confiar infinitamente en su plegaria y en la eficacia de su intercesión. ¡Aleluya!
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SAN MARCOS, CAPÍTULO 3
Curación de un hombre en sábado
Mateo 12, 9-14 / Lucas 6, 6-11
3:1 Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada.
3:2 Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo.
3:3 Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante".
3:4 Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?" Pero ellos callaron.
3:5 Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". Él la extendió y su mano quedó curada.
3:6 Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.
La multitud sigue a Jesús
Mateo 9, 35-38 / Lucas 6, 17-19
3:7 Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea.
3:8 Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.
3:9 Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.
3:10 Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Mateo 13, 1-3 Marcos 4, 1 Lucas 5, 1-3
3:11 Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!"
3:12 Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Institución de los Doce
Mateo 10, 1-4 / Lucas 6, 12-16
3:13 Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él,
3:14 y Jesús instituyó a Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar
3:15 con el poder de expulsar a los demonios.
3:16 Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro;
3:17 Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno;
3:18 luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo,
3:19 y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
La actitud de los parientes de Jesús
3:20 Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.
3:21 Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".
Jesús y Belzebul
Mateo 9, 32-34 / Mateo 12, 22-24 / Lucas 11 14-15
3:22 Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios". Mateo 9, 34 Mateo 10, 25 Mateo 12, 24 Lucas 11, 15
3:23 Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás?
3:24 Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir.
3:25 Y una familia dividida tampoco puede subsistir.
3:26 Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin.
3:27 Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
La blasfemia contra el Espíritu Santo
Mateo 12, 30-32 / Lucas 12, 10
3:28 Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran.
3:29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre".
3:30 Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".
La verdadera familia de Jesús
Mateo 12, 46-50 / Lucas 8, 19-21
3:31 Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar.
3:32 La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera".
3:33 Él les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
3:34 Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos.
3:35 Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
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