lunes 29 2013

EL DEFENSOR QUE ENVIARÁ EL PADRE OS LO ENSEÑARÁ TODO (Juan 14, 21-26 )



Lunes de la quinta semana de Pascua


Libro de los Hechos de los Apóstoles 14,5-18.


Un grupo compuesto de paganos y judíos, con sus jefes al frente, se preparó para ultrajar y apedrear a los apóstoles.
Ellos, al enterarse, huyeron a la provincia de Licaonia, a las ciudades de Listra, Derbe y alrededores,
donde se quedaron evangelizando.
Había en Listra un hombre tullido, que se veía sentado y con los pies cruzados. Era inválido de nacimiento y nunca había podido caminar.
Un día, como escuchaba el discurso de Pablo, éste fijó en él su mirada y vio que aquel hombre tenía fe para ser sanado.
Le dijo entonces en voz alta: «Levántate y ponte derecho sobre tus pies.» El hombre se incorporó y empezó a andar.
Al ver la gente lo que Pablo había hecho, comenzó a gritar en la lengua de Licaonia: «¡Los dioses han venido a nosotros en forma de hombres!»
Según ellos, Bernabé era Zeus y Pablo Hermes, porque era el que hablaba.
Incluso el sacerdote del templo de Zeus que estaba fuera de la ciudad, trajo hasta las puertas de la misma toros y guirnaldas y, de acuerdo con la gente, quiso ofrecerles un sacrificio.
Al escuchar esto, Bernabé y Pablo rasgaron sus vestidos para manifestar su indignación y se lanzaron en medio de la gente gritando:
«Amigos, ¿qué hacen? Nosotros somos humanos y mortales como ustedes, y acabamos de decirles que deben abandonar estas cosas que no sirven y volverse al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos.
El permitió en las generaciones pasadas que cada nación siguiera su propio camino,
pero no por eso dejó de manifestarse, pues continuamente derrama sus beneficios. El es quien desde el cielo les da las lluvias, y los frutos a su tiempo, dando el alimento y llenando los corazones de alegría.»
Aun con estas palabras, difícilmente consiguieron que el pueblo no les ofreciera un sacrificio, y que volvieran cada uno a su casa.



Salmo 115(113B),1-2.3-4.15-16.


¡No a nosotros, Señor, nos des la gloria,
no a nosotros, sino a tu nombre,
llevado por tu amor, tu lealtad!
¿Quieres que digan los paganos:
«¿Dónde está, pues, su Dios?»

Nuestro Dios está en los cielos,
él realiza todo lo que quiere.
Sus ídolos no son más que oro y plata,
una obra de la mano del hombre.

¡Que el Señor los bendiga,
el que hizo los cielos y la tierra!
Los cielos son la morada del Señor,
mas dio la tierra a los hijos de Adán.




Evangelio según San Juan 14,21-26.
 

 
El que guarda mis mandamientos después de recibirlos, ése es el que me ama. El que me ama a mí será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.»
Judas, no el Iscariote, le preguntó: «Señor, ¿por qué hablas de mostrarte a nosotros y no al mun do?»
Jesús le respondió: «Si al guien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. En ton ces vendremos a él para poner nuestra morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras; pero el mensaje que escuchan no es mío, sino del Padre que me ha enviado.
Les he dicho todo esto mientras estaba con ustedes.
En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.



Leer el comentario del Evangelio por : Beato Juan van Ruysbroeck
“El Espíritu Santo os lo enseñará todo”



La vida contemplativa es la vida del cielo... En efecto, gracias al amor de unión con Dios, el hombre traspasa su ser de criatura, para descubrir y saborear la opulencia y las delicias que el mismo Dios es y que deja que fluyan sin cesar en lo más escondido del ser humano, allí donde éste es semejante a la nobleza de Dios. Cuando el hombre recogido y contemplativo llega así a encontrar su imagen eterna, y cuando, en esta nitidez, gracias al Hijo, encuentra su lugar en el seno del Padre, es iluminado por la verdad divina...

    Porque es preciso saber que el Padre celestial, abismo viviente, a través de las obras y con todo lo que vive en él, se gira hacia su Hijo como hacia su eterna Sabiduría (Pr 8,22s); y esta misma Sabiduría, con todo lo que vive en ella y a través de sus obras, se refleja en el Padre, es decir, en este abismo del cual ella ha salido. De este encuentro brota la tercera Persona, la que es entre el Padre y el Hijo, es decir, el Espíritu Santo, su común amor, que es uno con ellos en unidad de naturaleza. Este amor abraza y atraviesa con fruición al Padre, al Hijo y a todo lo que vive en ellos, y esto con una opulencia y un gozo tal que todas las criaturas quedan absortas en un silencio eterno. Porque la maravilla inaccesible, escondida en este amor, sobrepasará eternamente a la comprensión de toda criatura.

    Cuando reconocemos esta maravilla y la saboreamos sin asombro, es señal de que nuestro espíritu se encuentra más allá de sí mismo y que se hace uno con el Espíritu de Dios, saboreando y contemplando sin medida, igual que Dios saborea y contempla su propia riqueza en la unidad de su profundidad viviente, según su modo de ser increado... Este delicioso encuentro, que  se realiza en nosotros según el modo de Dios, se renueva constantemente... Porque de la misma manera que el Padre mira sin cesar todas las cosas como nuevas en su nacimiento en su Hijo, son de la misma forma amadas de manera nueva por el Padre y por el Hijo en el constante fluir del Santo Espíritu. Este es el encuentro del Padre y del Hijo en el cual somos amorosamente abrazados, gracias al Santo Espíritu, en un amor eterno.



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SAN JUAN,  CAPÍTULO 14


Jesús, camino hacia el Padre
14:1 "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
14:2 En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones;
si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes.
Yo voy a prepararles un lugar.
14:3 Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar,
volveré otra vez para llevarlos conmigo,
a fin de que donde yo esté,
estén también ustedes.
14:4 Ya conocen el camino del lugar adonde voy".
14:5 Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?"
14:6 Jesús le respondió:
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre, sino por mí.
14:7 Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre.
Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Jesús, revelación del Padre
14:8 Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
14:9 Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?
El que me ha visto, ha visto al Padre.
¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"?
14:10 ¿No crees
que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?
Las palabras que digo no son mías:
el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
14:11 Créanme:
yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.
Créanlo, al menos, por las obras.
14:12 Les aseguro
que el que cree en mí
hará también las obras que yo hago,
y aun mayores,
porque yo me voy al Padre.
14:13 Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14:14 Si ustedes me piden algo en mi Nombre,
yo lo haré.

La promesa del Espíritu Santo
14:15 Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. 1 Juan 5, 3
14:16 Y yo rogaré al Padre,
y él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes:
14:17 el Espíritu de la Verdad,
a quien el mundo no puede recibir,
porque no lo ve ni lo conoce.
Ustedes, en cambio, lo conocen,
porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
14:18 No los dejaré huérfanos,
volveré a ustedes.
14:19 Dentro de poco el mundo ya no me verá,
pero ustedes sí me verán,
porque yo vivo y también ustedes vivirán.
14:20 Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre,
y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
14:21 El que recibe mis mandamientos y los cumple,
ese es el que me ama;
y el que me ama será amado por mi Padre,
y yo lo amaré y me manifestaré a él".
14:22 Judas —no el Iscariote— le dijo: "Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?"
14:23 Jesús le respondió:
"El que me ama
será fiel a mi palabra,
y mi Padre lo amará;
iremos a él
y habitaremos en él.
14:24 El que no me ama no es fiel a mis palabras.
La palabra que ustedes oyeron no es mía,
sino del Padre que me envió.
14:25 Yo les digo estas cosas
mientras permanezco con ustedes.
14:26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo,
que el Padre enviará en mi Nombre,
les enseñará todo
y les recordará lo que les he dicho.
14:27 Les dejo la paz,
les doy mi paz,
pero no como la da el mundo.
¡No se inquieten ni teman!
14:28 Me han oído decir:
"Me voy y volveré a ustedes".
Si me amaran,
se alegrarían de que vuelva junto al Padre,
porque el Padre es más grande que yo.
14:29 Les he dicho esto antes que suceda,
para que cuando se cumpla, ustedes crean.
14:30 Ya no hablaré mucho más con ustedes,
porque está por llegar el Príncipe de este mundo:
él nada puede hacer contra mí,
14:31 pero es necesario que el mundo sepa
que yo amo al Padre
y obro como él me ha ordenado.
Levántense, salgamos de aquí.



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