miércoles 29 2013

MIRAD, ESTAMOS SUBIENDO A JERUSALÉN, Y EL HIJO DEL HOMBRE VA A SER ENTREGADO ( Marcos 10, 32-45 )



Eclesiástico 36,1-2a.5-6.13-19


Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria. Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.











Salmo 78


No recuerdes contra nosotros / las culpas de nuestros padres; / que tu compasión nos alcance pronto, / pues estamos agotados. R.



Socórrenos, Dios, salvador nuestro, / por el honor de tu nombre; / líbranos y perdona nuestros pecados / a causa de tu nombre. R.



Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: / con tu brazo poderoso, / salva a los condenados a muerte. R.



Mientras, nosotros, pueblo tuyo, / ovejas de tu rebaño, / te daremos gracias siempre, / contaremos tus alabanzas / de generación en generación. R.












Marcos 10,32-45
 






En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará."



Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir." Les preguntó: "¿Qué queréis que haga por vosotros?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" Contestaron: "Lo somos." Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está reservado."



Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por todos."





COMENTARIO



1. Que brille la Gloria de Dios




1.1 La primera lectura nos ayuda entre otras cosas a destacar un aspecto básico de la oración: la búsqueda de la gloria de Dios.



1.2 Nosotros oramos y hacemos peticiones porque somos necesitados. Clamamos a Dios y lo llamamos "Padre" porque reconocemos que él puede remediar nuestras carencias y aliviar nuestros sufrimientos. Esto, sin embargo, no significa que la oración tenga que ser un ejercicio de egoísmo y puro interés propio. Así como un médico deja ver su sabiduría curando a un enfermo que estaba muy grave, así también cuando Dios atiende nuestras súplicas aparece muy bien cómo es grande su poder y cómo es inmensa su providencia.



1.3 Por eso el autor del libro Eclesiástico suplica pidiendo que se revele la gloria de Dios. Cuando nuestras necesidades son atendidas por él, cuando él hace aparecer su poder y nos defiende de nuestros enemigos, es su gloria la que queda de manifiesto.



1.4 Esta "gloria de Dios" no debe ser entendida fácilmente como un ejercicio de vanidad. La gloria de Dios es como la "traducción" al universo creado de la bondad incomparable del que es Creador de todos. Es simplemente la verdad de Dios que resplandece en medio de los que él ha creado. Esta verdad, al revelarse, no añade nada a Dios pero sí añade mucho a quienes la reciben. Dicho de otra manera: cuando Dios nos muestra quién es los beneficiados somos nosotros, pues nosotros dependemos de él y sólo en él encontramos toda nuestra felicidad y plenitud. Por eso la manifestación de la gloria divina es la revelación de la misericordia divina.



2. La Búsqueda Humana de la Gloria



2.1 El pasaje del evangelio de hoy nos habla también de la gloria. Estas son las palabras de la petición que hacen los hijos de Zebedeo: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Para ellos es evidente que Jesús va camino de la gloria y están ansiosos por asegurar sus puestos.



2.2 Jesús, por su parte, les hace ver de inmediato la distancia entre los pensamientos de ellos y el camino de obediencia y amor que él mismo sigue. Su réplica es: "No saben lo que piden." Hay varios modos, todos saludables, de entender estas palabras.



2.3 Aquellos apóstoles no sabían lo que pedían porque desconocían el camino que llevaba a esa gloria. Esta interpretación brota espontánea del texto escuchado. Cristo les dice: "¿Pueden beber el cáliz que yo voy a beber, o recibir el bautismo con que seré bautizado?" Ellos querían el premio pero desconocían el rigor de la batalla.



2.4 Otra interpretación tiene que ver con el sentido mismo de aquella "gloria." Hemos dicho que la gloria divina es la manifestación de la verdad de Dios. Es algo incomparable, como lo es Dios mismo. Nada se parece a Dios mostrándose en su esplendor y victoria definitiva. Estos Zebedeos se imaginaban las cosas según parámetros que hoy nos parecen muy estrechos. Pensaban quizá en un gran desfile militar o en una sala adornada ricamente, cuando la corte se restaurara en todos su esplendor en Jerusalén. Y querían estar allí, en esa sala o ese desfile. Todo eso parece ridículo. Pero de seguro no es menos ridículo lo que nosotros nos imaginamos que significa "ser importante." Lo verdaderamente importante es ser de Dios, pero esto sólo con trabajo lo descubrimos, y el camino para descubrirlo es el camino mismo de Cristo, hasta la cruz, el sepulcro y finalmente la pascua y la gloria.

 



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SAN MARCOS,  CAPÍTULO 10






El matrimonio y el divorcio

Mateo 5, 27-30 / Mateo 5, 31-32 / Mateo 19, 1-9 / Marcos 9, 43-47 / Lucas 16, 18



10:1 Después que partió de allí, Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.

10:2 Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?"

10:3 El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?"

10:4 Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Deuteronomio 24, 1 Mateo 5, 31 Mateo 19, 7

10:5 Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.

10:6 Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Génesis 1, 27 Génesis 2, 24 Génesis 5, 2 Mateo 19, 4-5 1 Corintios 6, 16 Efesios 5, 31

10:7 Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,

10:8 y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.

10:9 Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".

10:10 Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.

10:11 Él les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella;

10:12 y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio". Mateo 5, 32 Mateo 19, 9 Lucas 16, 18 1 Corintios 7, 10-11



Jesús y los niños

Mateo 19, 13-15 / Lucas 18, 15-17



10:13 Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.

10:14 Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.

10:15 Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Mateo 18, 3 Lucas 18, 17

10:16 Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.



El hombre rico

Mateo 19, 16-22 / Lucas 18, 18-23



10:17 Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?"

10:18 Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.

10:19 Tú conoces los mandamientos: No matarás, Génesis 9, 6 Éxodo 20, 13 Levítico 24, 17 Deuteronomio 5, 17 Mateo 5, 21 Mateo 19, 18 Lucas 18, 20 Romanos 13, 9 Santiago 2, 11 no cometerás adulterio, Éxodo 20, 14 Levítico 18, 20 Levítico 20, 10 Deuteronomio 5, 18 Mateo 5, 27 Mateo 19, 18 Lucas 18, 20 Romanos 13, 9 Santiago 2, 11 no robarás, Éxodo 20, 15 Levítico 19, 11 Deuteronomio 5, 19 Mateo 19, 18 Lucas 18, 20 Romanos 13, 9 no darás falso testimonio, Éxodo 20, 16 Éxodo 23, 1 Deuteronomio 5, 20 Levítico 19, 11 Mateo 19, 18 Lucas 18, 20 Romanos 13, 9 no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". Éxodo 20, 12 Levítico 19, 3 Deuteronomio 5, 16 Deuteronomio 27, 16 Ezequiel 22, 7 Mateo 15, 4 Mateo 19, 19 Marcos 7, 10 Lucas 18, 20 Efesios 6, 2

10:20 El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud".

10:21 Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".

10:22 El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.



El peligro de las riquezas

Mateo 19, 23-26 / Lucas 18, 24-27



10:23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!"

10:24 Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios!

10:25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios".

10:26 Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?"

10:27 Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".



La recompensa prometida a los discípulos

Mateo 19, 27-30 / Lucas 18, 28-30 / Lucas 22, 28-30



10:28 Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

10:29 Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,

10:30 desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.

10:31 Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros". Mateo 19, 30 Mateo 20, 16 Lucas 13, 30



El tercer anuncio de la Pasión

Mateo 20, 17-19 / Lucas 18, 31-34



10:32 Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder:

10:33 "Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos:

10:34 ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará". Mateo 16, 21 Mateo 17, 23 Mateo 20, 19 Mateo 27, 63 Marcos 8, 31 Marcos 9, 31 Lucas 9, 22 Lucas 18, 31-33



La petición de Santiago y Juan

Mateo 20, 20-23



10:35 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".

10:36 Él les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?"

10:37 Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".

10:38 Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?" Lucas 12, 50

10:39 "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo.

10:40 En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".



El carácter servicial de la autoridad

Mateo 20, 24-28 / Lucas 22, 24-27



10:41 Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.

10:42 Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.

10:43 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;

10:44 y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Mateo 20, 26-27 Mateo 23, 11 Marcos 9, 35 Lucas 22, 26

10:45 Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".



Curación de un ciego de Jericó

Mateo 20, 29-34 / Lucas 18, 35-43



10:46 Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo —Bartimeo, un mendigo ciego— estaba sentado junto al camino.

10:47 Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!"

10:48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!"

10:49 Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Ánimo, levántate! Él te llama".

10:50 Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.

10:51 Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". Él le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".

10:52 Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.





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