martes 07 2013

SI NO ME VOY, NO VENDRÁ A VOSOTROS EL DEFENSOR ( Juan 16, 5-11 )



Hechos 16,22-34

En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.

A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: "No te hagas nada, que estamos todos aquí." El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: "Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?" Le contestaron: "Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia." Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.








Salmo 137

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; / delante de los ángeles tañeré para ti, / me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre / por tu misericordia y tu lealtad. / Cuando te invoqué, me escuchaste, / acreciste el valor en mi alma. R.

Tu derecha me salva. / El Señor completará sus favores conmigo: / Señor, tu misericordia es eterna, / no abandones la obra de tus manos. R.









Juan 16,5-11

  





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."




COMENTARIO

1. Prisioneros que dan libertad


1.1 ¡Qué hermoso cuadro nos regala la primera lectura de hoy! He aquí unos prisioneros muy singulares: son capaces de dar libertad a su propio carcelero.

1.2 En más de una ocasión escribió Pablo que la Palabra de Dios no estaba encadenada y lo sucedido hoy nos lo muestra claramente. En efecto, la libertad de Pablo y Silas, también llamado Silvano, no empieza en el momento en que aquel terremoto los libera rompiendo sus cadenas.

1.3 Son libres cuando la oscuridad del calabozo no destruye la luz de sus almas; son libres cuando la tristeza de las cadenas resulta impotente ante el gozo de sus cantos; son libres cuando la injusticia de un castigo inicuo no vence sobre el poder de su mensaje de la justificación que Dios regala en la Sangre de Jesús.

2. La gran pregunta

2.1 Cuando el carcelero descubre que no ha podido custodiar a los presos, precisamente porque uno más fuerte les ha dado libertad, se resuelve a suicidarse, de seguro para no tener que padecer la muerte a mano de sus superiores. Pablo, según escuchamos, lo logra detener con un grito en que le advierte que todos están adentro.

2.2 Y entonces viene la gran pregunta: “¿Señores, qué debo hacer para salvarme?”. Esta pregunta tiene mucha historia dentro de la Iglesia. La escucharemos en las dunas del desierto egipcio en aquellos años de oro del monaquismo primitivo. Decenas de veces los escritores antiguos relatan la escena hermosa: un joven que se acerca a un santo monje y con profunda reverencia se atreve a preguntar por fin: “¿qué debo hacer para salvarme?”.

2.3 Es también la pregunta que hace aquel joven rico que un día fue donde el Maestro de Maestros, Jesucristo, según relata Marcos: “Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” (Mc 10,17).

2.4 Hoy podemos dejar que esa pregunta, la pregunta honda que vive en el fondo del corazón humano, salga a flote y nos conmueva. La falta de preguntas hondas deja sin fondo nuestras decisiones y sin perspectiva nuestros deseos.

3. “Les conviene que yo me vaya...”

3.1 Si hay una frase de Jesús que ha podido impactar mi vida profundamente es esta que oímos en el evangelio de hoy: “Les conviene que yo me vaya...”. ¡Por Dios, cómo puede decirnos eso! Si en él hemos recibido tanta salud, si de él hemos aprendido tantas cosas, si estando con él hemos visto huir a nuestros enemigos, ¿cómo nos dice que nos conviene que él se vaya? ¿Qué bien puede haber mayor que el bien por esencia que es el Hijo de Dios, el Dios con nosotros? ¿Por qué nos habla así?

3.2 En otro sentido, la frase del Señor Jesús deja ver una humildad perfecta. El mismo que nos dijo “sin mí nada pueden hacer” (Jn 15,5), ahora nos dice: “les conviene que yo me vaya”. Así entendemos que no nos dijo que nada podíamos sin él como un modo de darse importancia él, sino como un modo de mostrar en dónde hallaríamos salud nosotros.

3.3 Pero la pregunta inicial de este apartado sigue: ¿por qué nos dice que nos conviene que él se vaya? Sólo puede haber una respuesta: porque hay un bien mayor que tenerle visiblemente a nuestro lado. Y ese bien es tener adentro de nosotros la gracia, la vida y la fuerza que vemos brillar en él. Tener su vida en nosotros es todavía mejor que tenerlo a él mismo vivo junto a nosotros. Y tal será el bien maravilloso que vendrá cuando llegue a nosotros el Espíritu Paráclito.



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SAN JUAN,  CAPÍTULO 16


16:1 Les he dicho esto para que no se escandalicen.
16:2 Serán echados de las sinagogas,
más aún, llegará la hora
en que los mismos que les den muerte
pensarán que tributan culto a Dios.
16:3 Y los tratarán así
porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
16:4 Les he advertido esto
para que cuando llegue esa hora,
recuerden que ya lo había dicho.
La misión del Espíritu Santo
No les dije estas cosas desde el principio,
porque yo estaba con ustedes.
16:5 Ahora me voy al que me envió,
y ninguno de ustedes me pregunta: "¿A dónde vas?".
16:6 Pero al decirles esto,
ustedes se han entristecido.
16:7 Sin embargo, les digo la verdad:
les conviene que yo me vaya,
porque si no me voy,
el Paráclito no vendrá a ustedes.
Pero si me voy,
se lo enviaré.
16:8 Y cuando él venga,
probará al mundo
dónde está el pecado,
dónde está la justicia
y cuál es el juicio.
16:9 El pecado está en no haber creído en mí.
16:10 La justicia, en que yo me voy al Padre
y ustedes ya no me verán.
16:11 Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo
ya ha sido condenado.
16:12 Todavía tengo muchas cosas que decirles,
pero ustedes no las pueden comprender ahora.
16:13 Cuando venga el Espíritu de la Verdad,
él los introducirá en toda la verdad,
porque no hablará por sí mismo,
sino que dirá lo que ha oído
y les anunciará lo que irá sucediendo.
16:14 Él me glorificará,
porque recibirá de lo mío
y se lo anunciará a ustedes.
16:15 Todo lo que es del Padre es mío.
Por eso les digo:
"Recibirá de lo mío
y se lo anunciará a ustedes".

La vuelta de Jesús al Padre
16:16 Dentro de poco, ya no me verán,
y poco después, me volverán a ver".
16:17 Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: "¿Qué significa esto que nos dice: "Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver"? ¿Y qué significa: "Yo me voy al Padre"?"
16:18 Decían: "¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir".
16:19 Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: "Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras:
"Dentro de poco, ya no me verán,
y poco después, me volverán a ver".
16:20 Les aseguro
que ustedes van a llorar y se van a lamentar;
el mundo, en cambio, se alegrará.
Ustedes estarán tristes,
pero esa tristeza se convertirá en gozo.
16:21 La mujer, cuando va a dar a luz,
siente angustia porque le llegó la hora;
pero cuando nace el niño,
se olvida de su dolor,
por la alegría que siente
al ver que ha venido un hombre al mundo.
16:22 También ustedes ahora están tristes,
pero yo los volveré a ver,
y tendrán una alegría
que nadie les podrá quitar.
16:23 Aquel día
no me harán más preguntas.
Les aseguro
que todo lo que pidan al Padre,
él se lo concederá en mi Nombre.
16:24 Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre.
Pidan y recibirán,
y tendrán una alegría que será perfecta.
16:25 Les he dicho todo esto por medio de parábolas.
Llega la hora
en que ya no les hablaré por medio de parábolas,
sino que les hablaré claramente del Padre.
16:26 Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre;
y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes,
16:27 ya que él mismo los ama,
porque ustedes me aman
y han creído que yo vengo de Dios.
16:28 Salí del Padre y vine al mundo.
Ahora dejo el mundo y voy al Padre".
16:29 Sus discípulos le dijeron: "Por fin hablas claro y sin parábolas.
16:30 Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios".
16:31 Jesús les respondió:
"¿Ahora creen?
16:32 Se acerca la hora, y ya ha llegado,
en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado,
y me dejarán solo.
Pero no, no estoy solo,
porque el Padre está conmigo.
16:33 Les digo esto
para que encuentren la paz en mí.
En el mundo tendrán que sufrir;
pero tengan valor:
yo he vencido al mundo".



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