sábado 03 2014

FIESTA DEL DÍA DE LA CRUZ

Una tradición que se renueva cada 3 de mayo
 


 
El Día de la Cruz mezcla elementos de las culturas indígena y española


Fieles. Habitantes del barrio San Antonio cargan su palanca de frutas como parte de las celebraciones previas al Día de la Cruz, fecha celebrada con fervor en San Juan Nonualco, La Paz.
 







Una cruz de jiote es decorada con cadenas de papel, flores, listones y otros adornos, al mismo tiempo que es rodeada con frutas de la temporada como mangos, guineos, paternas y jocotes.

Es mayo. Esta escena solo puede representar que llegó el Día de la Cruz, una de las tradiciones religiosas en El Salvador que se celebra hoy (3 de mayo), y sirve para anunciar la llegada de la temporada lluviosa y con esta el “nacimiento de los frutos”; además, es una expresión de religiosidad.

La celebración mezcla una serie de elementos tanto indígenas como cristianos. Por un lado, los antepasados dedicaban este día a la fertilidad, a la Madre Tierra y al dios Xipe Tótec, deidad de la muerte y el renacimiento de lo que existe en la naturaleza.

El objetivo del culto que acontecía al inicio de la siembra y de la temporada lluviosa era obtener la bendición para las cosechas. Con la llegada de los españoles, la costumbre fue cristianizada.

Pero el origen de la celebración del 3 de mayo se remonta al siglo II después de Cristo, cuando –se dice– Santa Helena busca y encuentra la cruz de Jesús. Ella decide dividir el madero y enviar una parte a Roma, otra a Jerusalén y la última a Constantinopla.

En el año 700 los persas roban la pieza de la cruz que pertenecía a Jerusalén, pero esta es devuelta el 3 de mayo de 1816 por el emperador bizantino Constantino, y se denominó como el Día de la Cruz.

Panchimalco, Jucuapa, San Juan Nonualco, Cacaopera, Puerto El Triunfo, San Agustín y Santa Cruz Analquito son algunos lugares de El Salvador donde esta tradición se manifiesta de forma especial.



De todos es conocido que para hacer las cruces se echa mano del árbol de jiote, el cual representa la renovación de la naturaleza y de la humanidad después de la venida de Cristo y su resurrección. Este árbol es tan dadivoso que el cortar una de sus ramas da paso a nuevos brotes.

Por otro lado, las frutas que le acompañan simbolizan el agradecimiento por los alimentos provenientes de la tierra, que permiten y aseguran con su existencia que los pobladores subsistan.



3 de Mayo de 2011 a la(s) 0:0 - Óscar González

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