Día litúrgico: 6 de Agosto: La Transfiguración del Señor
Texto del Evangelio (Mt 17,1-9): En aquel tiempo, Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».
Comentario: + Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Este es mi Hijo amado
Hoy, el Evangelio nos habla de la Transfiguración de Jesucristo en el monte Tabor. Jesús, después de la confesión de Pedro, empezó a mostrar la necesidad de que el Hijo del hombre fuera condenado a muerte, y anunció también su resurrección al tercer día. En este contexto debemos situar el episodio de la Transfiguración de Jesús. Atanasio el Sinaíta escribe que «Él se había revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el vestido divino, y la luz le ha envuelto como un manto». El mensaje que Jesús transfigurado nos trae son las palabras del Padre: «Éste es mi Hijo amado; escuchadle» (Mc 9,7). Escuchar significa hacer su voluntad, contemplar su persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y seguirlo.
Con el fin de evitar equívocos y malas interpretaciones, Jesús «les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos» (Mc 9,9). Los tres apóstoles contemplan a Jesús transfigurado, signo de su divinidad, pero el Salvador no quiere que lo difundan hasta después de su resurrección, entonces se podrá comprender el alcance de este episodio. Cristo nos habla en el Evangelio y en nuestra oración; podemos repetir entonces las palabras de Pedro: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí!» (Mc 9,5), sobre todo después de ir a comulgar.
El prefacio de la misa de hoy nos ofrece un bello resumen de la Transfiguración de Jesús. Dice así: «Porque Cristo, Señor, habiendo anunciado su muerte a los discípulos, reveló su gloria en la montaña sagrada y, teniendo también la Ley y los profetas como testigos, les hizo comprender que la pasión es necesaria para llegar a la gloria de la resurrección». Una lección que los cristianos no debemos olvidar nunca.
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EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
CAPÍTULO 17
La transfiguración de Jesús
Marcos 9, 2-9 / Lucas 9, 28-36
17:1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
17:2 Allí se transfiguró en presencia de ellos: Marcos 9, 2 Lucas 9, 28 2 Pedro 1, 17-18 su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
17:3 De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
17:4 Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
17:5 Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". Isaías 42, 1 Mateo 3, 17 Mateo 12, 18 Marcos 1, 11 Marcos 9, 7 Lucas 3, 22 Lucas 9, 35 2 Pedro 1, 17
17:6 Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
17:7 Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo".
17:8 Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
17:9 Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".
Elías, figura de Juan el Bautista
Marcos 9, 11-13
17:10 Entonces los discípulos le preguntaron: "¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?" Malaquías 3, 22 Mateo 11, 14 Marcos 9, 11-13 Lucas 1, 17 Juan 1, 21
17:11 Él respondió: "Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas;
17:12 pero les aseguro que Elías ya ha venido, Mateo 11, 14 y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre".
17:13 Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Curación de un endemoniado epiléptico
Marcos 9, 14-29 / Lucas 9, 37-43
17:14 Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas,
17:15 le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua.
17:16 Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar".
17:17 Jesús respondió: "¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí".
17:18 Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado.
17:19 Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?"
17:20 "Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: "Trasládate de aquí a allá", y la montaña se trasladaría; Mateo 21, 21 Marcos 11, 23 Lucas 17, 6 1 Corintios 13, 2 y nada sería imposible para ustedes".
El segundo anuncio de la Pasión
Marcos 9, 30-32 / Lucas 9, 43b-45
17:22 Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:
17:23 lo matarán y al tercer día resucitará". Mateo 16, 21 Mateo 20, 19 Mateo 27, 63 Marcos 8, 31 Marcos 9, 31 Marcos 10, 33-34 Lucas 9, 22 Lucas 18, 31-33 Y ellos quedaron muy apenados.
La contribución debida al Templo
17:24 Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto Éxodo 30, 13 Éxodo 38, 25-26 del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?"
17:25 "Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?"
17:26 Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos.
17:27 Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".
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