miércoles 28 2015

EL SEMBRADOR SIEMBRA LA PALABRA

Día litúrgico: Miércoles III del tiempo ordinario
 



Texto del Evangelio (Mc 4,1-20): En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: «A vosotros se os ha dado comprender el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone».

Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


                    El sembrador siembra la Palabra


Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.

El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.

En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).


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SAN MARCOS,  CAPÍTULO 4

 
La parábola del sembrador
Mateo 13, 4-9 / Lucas 8, 4-8

4:1 Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, Mateo 13, 1-3 Marcos 3, 7-10 Lucas 5, 1-3 de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla.
4:2 Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:
4:3 "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar.
4:4 Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.
4:5 Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda;
4:6 pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó.
4:7 Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto.
4:8 Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno".
4:9 Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!"

Finalidad de las parábolas
Mateo 13, 10-17 / Lucas 8, 9-10

4:10 Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas.
4:11 Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola,
4:12 a fin de que
miren y no vean,
oigan y no entiendan,
no sea que se conviertan
y alcancen el perdón". Isaías 6, 10 Mateo 13, 14-15 Lucas 8, 10 Juan 12, 40 Hechos 28, 26,27

Explicación de la parábola del sembrador
Mateo 13, 18-23 / Lucas 8, 11-15

4:13 Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás?
4:14 El sembrador siembra la Palabra.
4:15 Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.
4:16 Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría;
4:17 pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.
4:18 Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra,
4:19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.
4:20 Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".

El ejemplo de la lámpara
Lucas 8, 16-18 / Lucas 11, 33-36

4:21 Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Mateo 5, 15 Lucas 8, 16 Lucas 11, 33
4:22 Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. Mateo 10, 26 Lucas 8, 17 Lucas 12, 2
4:23 ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!"

El ejemplo de la medida
4:24 Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, Mateo 7, 2 Lucas 6, 38 y les darán más todavía.
4:25 Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene". Mateo 13, 12 Mateo 25, 29 Lucas 8, 18 Lucas 19, 26

La parábola de la semilla que crece por sí sola
4:26 Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
4:27 sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
4:28 La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
4:29 Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".

La parábola del grano de mostaza
Mateo 13, 31-32 / Lucas 13, 18-19

4:30 También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
4:31 Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,
4:32 pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".

La enseñanza por medio de parábolas
Mateo 13, 34-35

4:33 Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
4:34 No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

La tempestad calmada
Mateo 8, 23-27 / Lucas 8, 22-25

4:35 Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla".
4:36 Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
4:37 Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
4:38 Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
4:39 Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?" Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!" El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
4:40 Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?"
4:41 Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?"


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