sábado 28 2015

DESDE ESTE DÍA, DECIDIERON DARLE MUERTE

Día litúrgico: Sábado V de Cuaresma





Texto del Evangelio (Jn 11,45-56):
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.

Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.

Comentario: Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España)


Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos
 

Hoy, de camino hacia Jerusalén, Jesús se sabe perseguido, vigilado, sentenciado, porque cuanto más grande y novedosa ha sido su revelación —el anuncio del Reino— más amplia y más clara ha sido la división y la oposición que ha encontrado en los oyentes (cf. Jn 11,45-46).

Las palabras negativas de Caifás, «os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación» (Jn 11,50), Jesús las asumirá positivamente en la redención obrada por nosotros. Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, ¡en la Cruz muere por amor a todos! Muere para hacer realidad el plan del Padre, es decir, «reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11,52).

¡Y ésta es la maravilla y la creatividad de nuestro Dios! Caifás, con su sentencia («Os conviene que muera uno solo...») no hace más que, por odio, eliminar a un idealista; en cambio, Dios Padre, enviando a su Hijo por amor hacia nosotros, hace algo maravilloso: convertir aquella sentencia malévola en una obra de amor redentora, porque para Dios Padre, ¡cada hombre vale toda la sangre derramada por Jesucristo!

De aquí a una semana cantaremos —en solemne vigilia— el Pregón pascual. A través de esta maravillosa oración, la Iglesia hace alabanza del pecado original. Y no lo hace porque desconozca su gravedad, sino porque Dios —en su bondad infinita— ha obrado proezas como respuesta al pecado del hombre. Es decir, ante el “disgusto original”, Él ha respondido con la Encarnación, con la inmolación personal y con la institución de la Eucaristía. Por esto, la liturgia cantará el próximo sábado: «¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Oh feliz culpa que mereció tal Redentor!».

Ojalá que nuestras sentencias, palabras y acciones no sean impedimentos para la evangelización, ya que de Cristo recibimos el encargo, también nosotros, de reunir los hijos de Dios dispersos: «Id y enseñad a todas las gentes» (Mt 28,19).


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EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

LA CERCANÍA DE LA "HORA" DE JESÚS
CAPÍTULO 11



La resurrección de Lázaro

11:1 Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. Lucas 10, 39
11:2 María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo.
11:3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo".
11:4 Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella".
11:5 Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.
11:6 Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
11:7 Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea".
11:8 Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?"
11:9 Jesús les respondió:
"¿Acaso no son doce las horas del día?
El que camina de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo;
11:10 en cambio, el que camina de noche tropieza,
porque la luz no está en él".
11:11 Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo".
11:12 Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará".
11:13 Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.
11:14 Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto,
11:15 y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo".
11:16 Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él".
11:17 Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
11:18 Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.
11:19 Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
11:20 Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
11:21 Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
11:22 Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
11:23 Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
11:24 Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
11:25 Jesús le dijo:
"Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
11:26 y todo el que vive y cree en mí,
no morirá jamás.
¿Crees esto?"
11:27 Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
11:28 Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama".
11:29 Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro.
11:30 Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.
11:31 Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
11:32 María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto".
11:33 Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado,
11:34 preguntó: "¿Dónde lo pusieron?" Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás".
11:35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!"
11:37 Pero algunos decían: "Este, que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podía impedir que Lázaro muriera?"
11:38 Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima,
11:39 y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto".
11:40 Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?"
11:41 Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
"Padre, te doy gracias porque me oíste.
11:42 Yo sé que siempre me oyes,
pero lo he dicho por esta gente que me rodea,
para que crean que tú me has enviado".
11:43 Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!"
11:44 El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar".

La conspiración contra Jesús
Mateo 26, 1-5 / Marcos 14, 1-2 / Lucas 22, 1-6

11:45 Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
11:46 Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
11:47 Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos.
11:48 Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación".
11:49 Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada.
11:50 ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?"
11:51 No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación,
11:52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
11:53 A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús.
11:54 Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí permaneció con sus discípulos.
11:55 Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse.
11:56 Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?"
11:57 Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.


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