Día litúrgico: Viernes IV de Cuaresma
Texto del Evangelio (Jn 7,1-2.10.14.25-30): En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.
Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es». Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado». Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
Comentario: Fr. Matthew J. ALBRIGHT (Andover, Ohio, Estados Unidos)
«Nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora»
Hoy, el Evangelio nos permite contemplar la confusión que surgió sobre la identidad y la misión de Jesucristo. Cuando la gente es puesta cara a cara ante Jesús, hay malentendidos y presunciones acerca de quién es Él, cómo en Él se cumplen o no las profecías del Antiguo Testamento y sobre lo que Él realizará. Las suposiciones y los prejuicios conducen a la frustración y a la ira. Esto ha sido así siempre: la confusión alrededor de Cristo y de la enseñanza de la Iglesia despierta controversia y división religiosa. ¡El rebaño se dispersa si las ovejas no reconocen a su pastor!
La gente dice: «Éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es» (Jn 7,27), y concluyen que Jesús no puede ser el Mesías porque Él no responde a la imagen del “Mesías” en la que ellos habían sido instruidos. Por otra parte, saben que los Príncipes de los Sacerdotes quieren matarle, pero al mismo tiempo ven que Él se mueve libremente sin ser arrestado. De manera que se preguntan si quizá las autoridades «habrán reconocido de veras que éste es el Cristo» (Jn 7,26).
Jesús ataja la confusión identificándose Él mismo como el enviado por el que es “veraz” (cf. Jn 7,28). Cristo es consciente de la situación, tal como lo retrata Juan, y nadie le echa mano porque todavía no le ha llegado la hora de revelar plenamente su identidad y misión. Jesús desafía las expectativas al mostrarse, no como un líder conquistador para derrocar la opresión romana, sino como el “Siervo Sufriente” de Isaías.
El Papa Francisco escribió: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús». Es urgente que nosotros ayudemos a cada uno a ir más allá de las suposiciones y prejuicios sobre quién es Jesús y qué es la Iglesia, y a la vez facilitarles el encuentro con Jesús. Cuando una persona llega a saber quién es realmente Jesús, entonces abundan la alegría y la paz.
Comentario: + Rev. D. Josep VALL i Mundó (Barcelona, España)
Nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora
Hoy, el evangelista Juan nos dice que a Jesús «no [le] había llegado su hora» (Jn 7,30). Se refiere a la hora de la Cruz, al preciso y precioso tiempo de darse por los pecados de la entera Humanidad. Todavía no ha llegado la hora, pero ya se encuentra muy cerca. Será el Viernes Santo cuando el Señor llevará hasta el fin la voluntad del padre Celestial y sentirá —como escribía el Cardenal Wojtyla— todo «el peso de aquella hora, en la que el Siervo de Yahvé ha de cumplir la profecía de Isaías, pronunciado su “sí”».
Cristo —en su constante anhelo sacerdotal— habla muchísimas veces de esta hora definitiva y determinante (Mt 26,45; Mc 14,35; Lc 22,53; Jn 7,30; 12,27; 17,1). Toda la vida del Señor se verá dominada por la hora suprema y la deseará con todo el corazón: «Con un bautismo he de ser bautizado, y ¡cómo me siento urgido hasta que se realice!» (Lc 12,50). Y «la víspera de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1). Aquel viernes, nuestro Redentor entregará su espíritu a las manos del Padre, y desde aquel momento su misión ya cumplida pasará a ser la misión de la Iglesia y de todos sus miembros, animados por el Espíritu Santo.
A partir de la hora de Getsemaní, de la muerte en la Cruz y la Resurrección, la vida empezada por Jesús «guía toda la Historia» (Catecismo de la Iglesia n. 1165). La vida, el trabajo, la oración, la entrega de Cristo se hace presente ahora en su Iglesia: es también la hora del Cuerpo del Señor; su hora deviene nuestra hora, la de acompañarlo en la oración de Getsemaní, «siempre despiertos —como afirmaba Pascal— apoyándole en su agonía, hasta el final de los tiempos». Es la hora de actuar como miembros vivos de Cristo. Por esto, «al igual que la Pascua de Jesús, sucedida “una vez por todas” permanece siempre actual, de la misma manera la oración de la Hora de Jesús sigue presente en la Liturgia de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia n. 2746).
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EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
LA LUZ DEL MUNDO
CAPÍTULO 7
Viaje de Jesús a Jerusalén
7:1 Después de esto, Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
7:2 Se acercaba la fiesta judía de las Chozas,
7:3 y sus hermanos le dijeron: "No te quedes aquí; ve a Judea, para que también tus discípulos de allí vean las obras que haces.
7:4 Cuando uno quiere hacerse conocer, no actúa en secreto; ya que tú haces estas cosas, manifiéstate al mundo".
7:5 Efectivamente, ni sus propios hermanos creían en él.
7:6 Jesús les dijo: "Mi tiempo no ha llegado todavía, mientras que para ustedes cualquier tiempo es bueno.
7:7 El mundo no tiene por qué odiarlos a ustedes; me odia a mí, porque atestiguo contra él que sus obras son malas.
7:8 Suban ustedes para la fiesta. Yo no subo a esa fiesta, porque mi tiempo no se ha cumplido todavía".
7:9 Después de decirles esto, permaneció en Galilea.
7:10 Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
7:11 Los judíos lo buscaban durante la fiesta y decían: "¿Dónde está ese?"
7:12 Jesús era el comentario de la multitud. Unos opinaban: "Es un hombre de bien". Otros, en cambio, decían: "No, engaña al pueblo".
7:13 Sin embargo, nadie hablaba de él abiertamente, por temor a los judíos.
Enseñanza de Jesús en Jerusalén
7:14 Promediaba ya la celebración de la fiesta, cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar.
7:15 Los judíos, admirados, decían: "¿Cómo conoce las Escrituras sin haber estudiado?"
7:16 Jesús les respondió:
"Mi enseñanza no es mía,
sino de aquel que me envió.
7:17 El que quiere hacer la voluntad de Dios
conocerá si esta enseñanza es de Dios
o si yo hablo por mi cuenta.
7:18 El que habla por su cuenta
busca su propia gloria,
pero el que busca la gloria de aquel que lo envió,
ese dice la verdad y no hay nada de falso en él.
7:19 ¿Acaso Moisés no les dio la Ley?
Pero ninguno de ustedes la cumple.
¿Por qué quieren matarme?"
7:20 La multitud respondió: "Estás poseído por el demonio: ¿quién quiere matarte?"
7:21 Jesús continuó: "Por una sola obra que realicé, ustedes están maravillados.
7:22 Moisés les dio la circuncisión —aunque ella no viene de Moisés, sino de los patriarcas— y ustedes la practican también en sábado.
7:23 Si se circuncida a un hombre en sábado para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿cómo ustedes se enojan conmigo porque he curado completamente a un hombre en sábado?
7:24 No juzguen según las apariencias, sino conforme a la justicia".
Discusiones sobre el origen del Mesías
7:25 Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
7:26 ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
7:27 Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
7:28 Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó:
"¿Así que ustedes me conocen
y saben de dónde soy?
Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta;
pero el que me envió dice la verdad,
y ustedes no lo conocen.
7:29 Yo sí lo conozco,
porque vengo de él
y es él el que me envió".
7:30 Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.
7:31 Muchos de la multitud creyeron en él y decían: "Cuando venga el Mesías, ¿podrá hacer más signos de los que hace este hombre?"
7:32 Llegó a oídos de los fariseos lo que la gente comentaba de él, y enviaron guardias para detenerlo.
Anuncio de la partida de Jesús
7:33 Después Jesús dijo:
"Poco tiempo estaré aún con ustedes
y me iré a aquel que me envió.
7:34 Me buscarán y no me encontrarán,
porque allí donde yo estoy
ustedes no pueden venir".
7:35 Los judíos comentaban entre ellos: "¿A dónde irá, para que no podamos encontrarlo? ¿Acaso irá a reunirse con los judíos dispersos entre los paganos, para enseñar a los paganos?
7:36 ¿Qué quiso decir con estas palabras:
"Me buscarán y no me encontrarán,
y allí donde yo estoy
ustedes no pueden venir"?
Jesús, fuente de agua viva
7:37 El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó:
"El que tenga sed, venga a mí;
y beba
7:38 el que cree en mí".
Como dice la Escritura:
De su seno brotarán manantiales de agua viva. Ezequiel 47, 1 Zacarías 14, 8 Apocalipsis 22, 1
7:39 Él se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él. Porque el Espíritu no había sido dado todavía, ya que Jesús aún no había sido glorificado.
Nuevas discusiones sobre el origen del Mesías
7:40 Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
7:41 Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
7:42 ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, Miqueas 5, 1 Mateo 2, 6 el pueblo de donde era David?"
7:43 Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
7:44 Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
7:45 Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?"
7:46 Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
7:47 Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
7:48 ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
7:49 En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
7:50 Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
7:51 "¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?"
7:52 Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
7:53 Y cada uno regresó a su casa.
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