domingo 01 2015

SE TRANSFIGURÓ DELANTE DE ELLOS

Día litúrgico: Domingo II (B) de Cuaresma





Texto del Evangelio (Mc 9,2-10):
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Comentario: Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)


                    Se transfiguró delante de ellos


Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.

Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.

El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó entre los muertos.

«La espiritualidad cristiana -ha escrito Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que podríamos llamar "amistosa"- lleguemos hasta el punto de «respirar sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra verdadera "trans-figuración" en su Hijo Jesucristo.


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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
CAPÍTULO 9

 
9:1 Y les decía: "Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder".

La transfiguración de Jesús
Mateo 17, 1-9 / Lucas 9, 28-36

9:2 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Mateo 17, 2 Lucas 9, 28 2 Pedro 1, 17-18
9:3 Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.
9:4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
9:5 Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
9:6 Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
9:7 Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo". Isaías 42, 1 Mateo 3, 17 Mateo 12, 18 Mateo 17, 5 Marcos 1, 11 Lucas 3, 22 Lucas 9, 35 2 Pedro 1, 17
9:8 De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
9:9 Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
9:10 Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".

Elías, figura de Juan el Bautista
Mateo 17, 10-13

9:11 Y le hicieron esta pregunta: "¿Por qué dicen los escribas que antes debe venir Elías?" Malaquías 3, 22 Mateo 11, 14 Mateo 17, 10-13 Lucas 1, 17 Juan 1, 21
9:12 Jesús les respondió: "Sí, Elías debe venir antes para restablecer el orden en todo. Pero, ¿no dice la Escritura que el Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser despreciado?
9:13 Les aseguro que Elías ya ha venido e hicieron con él lo que quisieron, como estaba escrito".

Curación de un endemoniado epiléptico
Mateo 17, 14-20 / Lucas 9, 37-43

9:14 Cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas.
9:15 En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo.
9:16 Él les preguntó: "¿Sobre qué estaban discutiendo?"
9:17 Uno de ellos le dijo: "Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo.
9:18 Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron".
9:19 "Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? Isaías 6, 9-10 Jeremías 5, 21 Ezequiel 12, 2 Marcos 8, 18 ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo".
9:20 Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca.
9:21 Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que está así?" "Desde la infancia, le respondió,
9:22 y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos".
9:23 "¡Si puedes...!", respondió Jesús. "Todo es posible para el que cree".
9:24 Inmediatamente el padre del niño exclamó: "Creo, ayúdame porque tengo poca fe".
9:25 Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más".
9:26 El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: "Está muerto".
9:27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.
9:28 Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?"
9:29 Él les respondió: "Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración".

El segundo anuncio de la Pasión
Mateo 17, 22-23 / Lucas 9, 43b-45

9:30 Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera,
9:31 porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Mateo 16, 21 Mateo 17, 23 Mateo 20, 19 Mateo 27, 63 Marcos 8, 31 Marcos 10, 33-34 Lucas 9, 22 Lucas 18, 31-33
9:32 Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.

La verdadera grandeza
Mateo 18, 1-5 / Lucas 9, 46-48

9:33 Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?"
9:34 Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Mateo 18, 1 Lucas 9, 46 Lucas 22, 24
9:35 Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Mateo 20, 27 Mateo 23, 11 Marcos 10, 43-44 Lucas 22, 26
9:36 Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
9:37 "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado". Mateo 10, 40 Mateo 18, 5 Marcos 9, 41 Lucas 9, 48 Lucas 10, 16 Juan 13, 20

La intolerancia de los Apóstoles
Mateo 10, 40-42 / Lucas 9, 49-50

9:38 Juan le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros".
9:39 Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
9:40 Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Mateo 12, 30 Lucas 11, 23
9:41 Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Mateo 10, 40 Mateo 18, 5 Marcos 9, 37 Lucas 9, 48 Lucas 10, 16 Juan 13, 20

La gravedad del escándalo
Mateo 18, 6-10 / Lucas 17 1-3

9:42 Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
9:43 Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Mateo 5, 30 Mateo 18, 8
9:45 Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
9:47 Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, Mateo 5, 29 Mateo 18, 9
9:48 donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Isaías 66, 24

El ejemplo de la sal
Mateo 5, 13-16 / Lucas 14, 34-35

9:49 Porque cada uno será salado por el fuego.
9:50 La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Mateo 5, 13 Lucas 14, 34 Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros".



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