lunes 30 2015

UNGIÓ LOS PIES DE JESÚS Y LOS SECÓ CON SUS CABELLOS

Día litúrgico: Lunes Santo





Texto del Evangelio (Jn 12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa.

Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?». Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis».

Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

Comentario: Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)


    Ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos
 

Hoy, en el Evangelio, se nos resumen dos actitudes sobre Dios, Jesucristo y la vida misma. Ante la unción que hace María a su Señor, Judas protesta: «Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’» (Jn 12,4-5). Lo que dice no es ninguna barbaridad, ligaba con la doctrina de Jesús. Pero es muy fácil protestar ante lo que hacen los otros, aunque no se tengan segundas intenciones como en el caso de Judas.

Cualquier protesta ha de ser un acto de responsabilidad: con la protesta nos hemos de plantear cómo lo haríamos nosotros, qué estamos dispuestos a hacer nosotros. Si no, la protesta puede ser sólo —como en este caso— la queja de los que actúan mal ante los que miran de hacer las cosas tan bien como pueden.

María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer. Es una acción tintada de espléndida magnanimidad: lo hizo «tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro» (Jn 12,3). Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten. Creo que, a partir de aquel momento, María entendió lo que siglos más tarde escribiría san Agustín: «Quizá en esta tierra los pies del Señor todavía están necesitados. Pues, ¿de quién, fuera de sus miembros, dijo: ‘Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños... me lo hacéis a mí? Vosotros gastáis aquello que os sobra, pero habéis hecho lo que es de agradecer para mis pies’».

La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.


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EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

LA CERCANÍA DE LA "HORA" DE JESÚS
CAPÍTULO 12

 

La unción de Jesús en Betania
Mateo 26, 6-13 / Marcos 14, 3-9

12:1 Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado.
12:2 Allí le prepararon un cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
12:3 María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús Mateo 26, 7 Marcos 14, 3 Lucas 7, 38 y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
12:4 Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo:
12:5 "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?"
12:6 Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
12:7 Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura.
12:8 A los pobres los tienen siempre con ustedes, Deuteronomio 15, 11 Mateo 26, 11 Marcos 14, 7 pero a mí no me tendrán siempre".
12:9 Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado.
12:10 Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,
12:11 porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén
Mateo 21, 1-11 / Marcos 11, 1-11 / Lucas 19, 29-40

12:12 Al día siguiente, la gran multitud que había venido para la fiesta, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén.
12:13 Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo:
"¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, Salmo 118, 26 Mateo 21, 9 Mateo 23, 39 Marcos 11, 9 Lucas 13, 35 Lucas 19, 38
el rey de Israel!".
12:14 Al encontrar un asno, Jesús montó sobre él, conforme a lo que está escrito:
12:15 No temas, hija de Sión;
ya viene tu rey,
montado sobre la cría de un asna. Isaías 40, 10 Isaías 62, 11 Zacarías 9, 9 Mateo 21, 5 Apocalipsis 22, 12
12:16 Al comienzo, sus discípulos no comprendieron esto. Pero cuando Jesús fue glorificado, recordaron que todo lo que le había sucedido era lo que estaba escrito acerca de él.
12:17 La multitud que había estado con Jesús cuando ordenó a Lázaro que saliera del sepulcro y lo resucitó, daba testimonio de él.
12:18 Por eso la gente salió a su encuentro, porque se enteraron del signo que había realizado.
12:19 Los fariseos se dijeron unos a otros: "¿Ven que no adelantamos nada? Todo el mundo lo sigue".

La glorificación de Jesús por medio de la muerte
12:20 Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos
12:21 que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: "Señor, queremos ver a Jesús".
12:22 Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús.
12:23 Él les respondió:
"Ha llegado la hora
en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
12:24 Les aseguro que
si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo;
pero si muere,
da mucho fruto.
12:25 El que tiene apego a su vida la perderá; Mateo 10, 39 Mateo 16, 25 Marcos 8, 35 Lucas 9, 24 Lucas 17, 33
y el que no está apegado a su vida en este mundo,
la conservará para la Vida eterna.
12:26 El que quiera servirme, que me siga,
y donde yo esté, estará también mi servidor.
El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
12:27 Mi alma ahora está turbada.
¿Y qué diré:
"Padre, líbrame de esta hora"?
¡Si para eso he llegado a esta hora!
12:28 ¡Padre, glorifica tu Nombre!"
Entonces se oyó una voz del cielo: "Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar".
12:29 La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: "Le ha hablado un ángel".
12:30 Jesús respondió: "Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.
12:31 Ahora ha llegado el juicio de este mundo,
ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;
12:32 y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí".
12:33 Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.
12:34 La multitud le respondió: "Sabemos por la Ley que el Mesías permanecerá para siempre. ¿Cómo puedes decir: "Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto"? ¿Quién es ese Hijo del hombre?"
12:35 Jesús les respondió:
"La luz está todavía entre ustedes,
pero por poco tiempo.
Caminen mientras tengan la luz,
no sea que las tinieblas los sorprendan:
porque el que camina en tinieblas no sabe a dónde va.
12:36 Mientras tengan luz,
crean en la luz
y serán hijos de la luz".

La fe y la incredulidad
Después de hablarles así, Jesús se fue y se ocultó de ellos.
12:37 A pesar de los muchos signos que hizo en su presencia, ellos no creyeron en él.
12:38 Así debía cumplirse el oráculo del profeta Isaías, que dice:
Señor, ¿quién ha creído en nuestra palabra?
¿A quién fue revelado el poder del Señor? Isaías 53, 1
12:39 Ellos no podían creer, porque como dijo también Isaías:
12:40 El ha cegado sus ojos
y ha endurecido su corazón,
para que sus ojos no vean
y su corazón no comprenda,
para que no se conviertan
ni yo los cure. Isaías 6, 10 Mateo 13, 14-15 Marcos 4, 12 Lucas 8, 10 Hechos 28, 26,27
12:41 Isaías dijo esto, porque vio la gloria de Jesús y habló acerca de él.
12:42 Sin embargo, muchos creyeron en él, aun entre las autoridades, pero a causa de los fariseos no lo manifestaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
12:43 Preferían la gloria de los hombres a la gloria de Dios.
12:44 Jesús exclamó:
"El que cree en mí,
en realidad no cree en mí,
sino en aquel que me envió.
12:45 Y el que me ve,
ve al que me envió.
12:46 Yo soy la luz,
y he venido al mundo
para que todo el que crea en mí
no permanezca en las tinieblas.
12:47 Al que escucha mis palabras y no las cumple,
yo no lo juzgo,
porque no vine a juzgar al mundo,
sino a salvarlo.
12:48 El que me rechaza y no recibe mis palabras,
ya tiene quien lo juzgue:
la palabra que yo he anunciado
es la que lo juzgará en el último día.
12:49 Porque yo no hablé por mí mismo:
el Padre que me ha enviado
me ordenó lo que debía decir y anunciar;
12:50 y yo sé que su mandato es Vida eterna.
Las palabras que digo,
las digo como el Padre me lo ordenó".


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