sábado 06 2015

LLEGÓ TAMBIÉN UNA VIUDA POBRE Y ECHÓ DOS MONEDITAS

Día litúrgico: Sábado IX del tiempo ordinario





Texto del Evangelio (Mc 12,38-44):
En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su predicación: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa».

Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir».

Comentario: Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)


  Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas
 

Hoy, como en tiempo de Jesús, los devotos —y todavía más los “profesionales” de la religión— podemos sufrir la tentación de una especie de hipocresía espiritual, manifestada en actitudes vanidosas, justificadas por el hecho de sentirnos mejores que el resto: por alguna cosa somos los creyentes, practicantes... ¡los puros! Por lo menos, en el fuero interno de nuestra conciencia, a veces quizá nos sentimos así; sin llegar, sin embargo, a “hacer ver que rezamos” y, menos aún a “devorar los bienes de nadie”.

En contraste evidente con los maestros de la ley, el Evangelio nos presenta el gesto sencillo, insignificante, de una mujer viuda que suscitó la admiración de Jesús: «Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas» (Mc 12,42). El valor del donativo era casi nulo, pero la decisión de aquella mujer era admirable, heroica: dio todo lo que tenía para vivir.

En este gesto, Dios y los demás pasaban delante de ella y de sus propias necesidades. Ella permanecía totalmente en las manos de la Providencia. No le quedaba ninguna otra cosa a la que agarrarse porque, voluntariamente, lo había puesto todo al servicio de Dios y de la atención de los pobres. Jesús —que lo vio— valoró el olvido de sí misma, y el deseo de glorificar a Dios y de socorrer a los pobres, como el donativo más importante de todos los que se habían hecho —quizá ostentosamente— en el mismo lugar.

Todo lo cual indica que la opción fundamental y salvífica tiene lugar en el núcleo de la propia conciencia, cuando decidimos abrirnos a Dios y vivir a disposición del prójimo; el valor de la elección no viene dado por la cualidad o cantidad de la obra hecha, sino por la pureza de la intención y la generosidad del amor.


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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

LA ACTIVIDAD DE JESÚS EN JERUSALÉN

CAPÍTULO 12




La parábola de los viñadores homicidas
Mateo 21, 33-46 / Lucas 20, 9-19

12:1 Jesús se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, Isaías 5, 1 Mateo 21, 33 Lucas 20, 9 la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
12:2 A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.
12:3 Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.
12:4 De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.
12:5 Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.
12:6 Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: "Respetarán a mi hijo".
12:7 Pero los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra".
12:8 Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
12:9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.
12:10 ¿No han leído este pasaje de la Escritura:
La piedra que los constructores rechazaron
ha llegado a ser la piedra angular: Salmo 118, 22 Mateo 21, 42 Lucas 20, 17 Hechos 4, 11 1 Pedro 2, 7
12:11 esta es la obra del Señor,
admirable a nuestros ojos?" Salmo 118, 23 Mateo 21, 42
12:12 Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.

El impuesto debido a la autoridad
Mateo 22, 15-22 / Lucas 20, 20-26

12:13 Le enviaron después a unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones.
12:14 Ellos fueron y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarlo o no?"
12:15 Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario".
12:16 Cuando se lo mostraron, preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Respondieron: "Del César".
12:17 Entonces Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". Mateo 22, 21 Lucas 20, 25 Romanos 13, 7 Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.

Discusión sobre la resurrección de los muertos
Mateo 22, 23-33 / Lucas 20, 27-40

12:18 Se le acercaron unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, Mateo 22, 23 Hechos 23, 8 y le propusieron este caso:
12:19 "Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda". Génesis 38, 8 Deuteronomio 25, 6 Mateo 22, 24 Lucas 20, 28
12:20 Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
12:21 El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero;
12:22 y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer.
12:23 Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?"
12:24 Jesús les dijo: "¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios?
12:25 Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo.
12:26 Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Éxodo 3, 6.15.16 Mateo 22, 32 Hechos 3, 13 Hechos 7, 32
12:27 Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error".

El mandamiento principal
Mateo 22, 34-40 / Lucas 10, 25-28

12:28 Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: Mateo 22, 35-40 Lucas 10, 25-28 "¿Cuál es el primero de los mandamientos?"
12:29 Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;
12:30 y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6, 4-5 Mateo 22, 37 Lucas 10, 27
12:31 El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Levítico 19, 18 Mateo 5, 43 Mateo 19, 19 Mateo 22, 39 Lucas 10, 27 Romanos 13, 9 Gálatas 5, 14 Santiago 2, 8 No hay otro mandamiento más grande que estos".
12:32 El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, Deuteronomio 4, 35
12:33 y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Oseas 6, 6 Mateo 9, 13 Mateo 12, 7
12:34 Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

El Mesías, hijo y Señor de David
Mateo 22, 41-46 / Lucas 20, 41-44

12:35 Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David?
12:36 El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
debajo de tus pies. Salmo 8, 7 Salmo 110, 1 Mateo 22, 44 Lucas 20, 42-43 Hechos 2, 34-35 1 Corintios 15, 25 1 Corintios 15, 27 Efesios 1, 20-22 Colosenses 3, 1 Hebreos 1, 13 Hebreos 2, 8 Hebreos 8, 1 Hebreos 10, 12-13
12:37 Si el mismo David lo llama "Señor", ¿cómo puede ser hijo suyo?"

Advertencia de Jesús contra los escribas
Mateo 23, 6-7 / Lucas 20, 45-47

La multitud escuchaba a Jesús con agrado.
12:38 Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
12:39 y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;
12:40 que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".

La ofrenda de la viuda
Lucas 21, 1-4

12:41 Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
12:42 Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
12:43 Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros,
12:44 porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".


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