jueves 02 2015

" LEVÁNTATE, TOMA TU CAMILLA Y VETE A TU CASA "

Día litúrgico: Jueves XIII del tiempo ordinario



  
   
Texto del Evangelio (Mt 9,1-8): En aquel tiempo, subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando». Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice entonces al paralítico—: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.


«Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»


Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous
(Barcelona, España)


Hoy encontramos una de las muchas manifestaciones evangélicas de la bondad misericordiosa del Señor. Todas ellas nos muestran aspectos ricos en detalles. La compasión de Jesús misericordiosamente ejercida va desde la resurrección de un muerto o la curación de la lepra, hasta perdonar a una mujer pecadora pública, pasando por muchas otras curaciones de enfermedades y la aceptación de pecadores arrepentidos. Esto último lo expresa también en parábolas, como la de la oveja descarriada, la didracma perdida y el hijo pródigo.

El Evangelio de hoy es una muestra de la misericordia del Salvador en dos aspectos al mismo tiempo: ante la enfermedad del cuerpo y ante la del alma. Y puesto que el alma es más importante, Jesús comienza por ella. Sabe que el enfermo está arrepentido de sus culpas, ve su fe y la de quienes le llevan, y dice: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados» (Mt 9,2).

¿Por qué comienza por ahí sin que se lo pidan? Está claro que lee sus pensamientos y sabe que es precisamente esto lo que más agradecerá aquel paralítico, que, probablemente, al verse ante la santidad de Jesucristo, experimentaría confusión y vergüenza por las propias culpas, con un cierto temor a que fueran impedimento para la concesión de la salud. El Señor quiere tranquilizarlo. No le importa que los maestros de la Ley murmuren en sus corazones. Más aun, forma parte de su mensaje mostrar que ha venido a ejercer la misericordia con los pecadores, y ahora lo quiere proclamar.

Y es que quienes, cegados por el orgullo se tienen por justos, no aceptan la llamada de Jesús; en cambio, le acogen los que sinceramente se consideran pecadores. Ante ellos Dios se abaja perdonándolos. Como dice san Agustín, «es una gran miseria el hombre orgulloso, pero más grande es la misericordia de Dios humilde». Y en este caso, la misericordia divina todavía va más allá: como complemento del perdón le devuelve la salud: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (Mt 9,6). Jesús quiere que el gozo del pecador convertido sea completo.

Nuestra confianza en Él se ha de afianzar. Pero sintámonos pecadores a fin de no cerrarnos a la gracia.


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EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
CAPÍTULO 9



Curación de un paralítico
Marcos 2, 1-12 / Lucas 5, 17-26

9:1 Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad.
9:2 Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados".
9:3 Algunos escribas pensaron: "Este hombre blasfema".
9:4 Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal?
9:5 ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate y camina"?
9:6 Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados —dijo al paralítico— levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
9:7 Él se levantó y se fue a su casa.
9:8 Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.

El llamado de Mateo
Marcos 2, 13-14 / Lucas 5, 27-28

9:9 Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.

La actitud de Jesús hacia los pecadores
Marcos 2, 15-17 / Lucas 5, 29-32

9:10 Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
9:11 Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?" Lucas 5, 30 Lucas 15, 1-2
9:12 Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
9:13 Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Oseas 6, 6 Mateo 12, 7 Marcos 12, 33 Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Discusión sobre el ayuno
Marcos 2, 18-22 / Lucas 5, 33-39

9:14 Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?"
9:15 Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
9:16 Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
9:17 Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!"

Curación de una mujer y resurrección de una niña
Marcos 5, 21-43 / Lucas 8, 40-56

9:18 Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá".
9:19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
9:20 Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto,
9:21 pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada".
9:22 Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada.
9:23 Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo:
9:24 "Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él.
9:25 Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó.
9:26 Y esta noticia se divulgó por aquella región.

Curación de dos ciegos
9:27 Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David".
9:28 Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?" Ellos le respondieron: "Sí, Señor".
9:29 Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que suceda como ustedes han creído".
9:30 Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: "¡Cuidado! Que nadie lo sepa".
9:31 Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.

Curación de un mudo
Mateo 12, 22-24 / Marcos 3, 22-27 / Lucas 11, 14-15

9:32 En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado.
9:33 El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel".
9:34 Pero los fariseos decían: "Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". Mateo 10, 25 Mateo 12, 24 Marcos 3, 22 Lucas 11, 15

Compasión de Jesús por la multitud
Marcos 3, 7-12 / Lucas 6, 17-19

9:35 Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Mateo 4, 23 Marcos 1, 39 Lucas 4, 44
9:36 Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Ezequiel 34, 5 1 Reyes 22, 17 2 Crónicas 18, 16 Zacarías 10, 2 Marcos 6, 34
9:37 Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
9:38 Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha". Lucas 10, 2

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