domingo 09 2015

" NADIE PUEDE VENIR A MÍ, SI EL PADRE QUE ME HA ENVIADO NO LO ATRAE "

Día litúrgico: Domingo XIX (B) del tiempo ordinario













Texto del Evangelio (Jn 6,41-51): En aquel tiempo, los judíos murmuraban de Él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo». Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?». Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: ‘Serán todos enseñados por Dios’. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 

»En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».


«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae»


Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet 
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)


Hoy, el Evangelio presenta el desconcierto en el que los connacionales de Jesús vivían en su presencia: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» (Jn 6,42). La vida de Jesús entre los suyos había sido tan normal que, el comenzar la proclamación del Reino, quienes le conocían se escandalizaban de lo que entonces les decía.

¿De qué Padre les hablaba Jesús, que nadie había visto? ¿Quién era este pan bajado del cielo que quienes lo comen vivirán para siempre? Él negaba que fuera el maná del desierto porque, quienes lo comieran, morirían. «El pan que yo (...) voy a dar, es mi carne por la vida del mundo» (Jn 6,51). ¿Su carne podía ser una alimento para nosotros? El desconcierto que sembraba Jesús entre los judíos podía extenderse entre nosotros si no respondemos a una pregunta central para nuestra vida cristiana: ¿Quién es Jesús?

Muchos hombres y mujeres antes que nosotros se han hecho esta pregunta, la han respondido personalmente, han ido a Jesús, lo han seguido y ahora gozan de una vida sin fin y llena de amor. Y a los que vayan a Jesús, Él los resucitará el último día (cf. Jn 6,44). Juan Casiano exhortaba a sus monjes diciéndoles: «‘Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros’, porque ‘nadie puede ir a Jesús si el Padre que lo ha enviado no lo atrae’ (...). En el Evangelio escuchamos al Señor que nos invita para que vayamos hacia Él: ‘Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré reposar’». Acojamos la Palabra del Evangelio que nos acerca a Jesús cada día; acojamos la invitación del mismo Evangelio a entrar en comunión con Él comiendo su carne, porque «éste es el verdadero alimento, la carne de Cristo, el cual, siendo la Palabra, se ha hecho carne para nosotros» (Orígenes).


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EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

CAPÍTULO 10



El buen Pastor

10:1 "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
10:2 El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
10:3 El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir.
10:4 Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
v5 Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".
10:6 Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
10:7 Entonces Jesús prosiguió:
"Les aseguro
que yo soy la puerta de las ovejas.
10:8 Todos aquellos que han venido antes de mí
son ladrones y asaltantes,
pero las ovejas no los han escuchado.
10:9 Yo soy la puerta.
El que entra por mí se salvará;
podrá entrar y salir,
y encontrará su alimento.
10:10 El ladrón no viene
sino para robar, matar y destruir.
Pero yo he venido
para que las ovejas tengan Vida,
y la tengan en abundancia.
10:11 Yo soy el buen Pastor.
El buen Pastor da su vida por las ovejas.
10:12 El asalariado, en cambio, que no es el pastor
y al que no pertenecen las ovejas,
cuando ve venir al lobo
las abandona y huye,
y el lobo las arrebata y las dispersa.
10:13 Como es asalariado,
no se preocupa por las ovejas.
10:14 Yo soy el buen Pastor:
conozco a mis ovejas,
y mis ovejas me conocen a mí
10:15 —como el Padre me conoce a mí
y yo conozco al Padre— Mateo 11, 27 Lucas 10, 22
y doy mi vida por las ovejas.
10:16 Tengo, además, otras ovejas
que no son de este corral
y a las que debo también conducir:
ellas oirán mi voz,
y así habrá un solo Rebaño
y un solo Pastor.
10:17 El Padre me ama
porque yo doy mi vida
para recobrarla.
10:18 Nadie me la quita,
sino que la doy por mí mismo.
Tengo el poder de darla
y de recobrarla:
este es el mandato que recibí de mi Padre".
10:19 A causa de estas palabras, se produjo una nueva división entre los judíos.
10:20 Muchos de ellos decían: "Está poseído por un demonio y delira. ¿Por qué lo escuchan?"
10:21 Otros opinaban: "Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Acaso un demonio puede abrir los ojos a los ciegos?"

Jesús, Hijo de Dios
10:22 Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno,
10:23 y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.
10:24 Los judíos lo rodearon y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente".
10:25 Jesús les respondió:
"Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen.
Las obras que hago en nombre de mi Padre
dan testimonio de mí,
10:26 pero ustedes no creen,
porque no son de mis ovejas.
10:27 Mis ovejas escuchan mi voz,
yo las conozco y ellas me siguen.
10:28 Yo les doy Vida eterna:
ellas no perecerán jamás
y nadie las arrebatará de mis manos.
10:29 Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos
y nadie puede arrebatar nada
de las manos de mi Padre.
10:30 El Padre y yo somos una sola cosa".
Jesús acusado de blasfemia
10:31 Los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
10:32 Entonces Jesús dijo: "Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?"
10:33 Los judíos le respondieron: "No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios".
10:34 Jesús les respondió:
"¿No está escrito en la Ley:
Yo dije: Ustedes son dioses? Salmo 82, 6
10:35 Si la Ley llama dioses
a los que Dios dirigió su Palabra
—y la Escritura no puede ser anulada—
10:36 ¿cómo dicen: "Tú blasfemas",
a quien el Padre santificó y envió al mundo,
porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"?
10:37 Si no hago las obras de mi Padre,
no me crean;
10:38 pero si las hago,
crean en las obras,
aunque no me crean a mí.
Así reconocerán y sabrán
que el Padre está en mí
y yo en el Padre".
10:39 Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos.
10:40 Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí.
10:41 Muchos fueron a verlo, y la gente decía: "Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad".
10:42 Y en ese lugar muchos creyeron en él.


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