Día litúrgico: Sábado XXX del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 14,1.7-11): Un sábado, sucedió que, habiendo ido Jesús a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
«Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos...»
Rev. D. Josep FONT i Gallart
(Tremp, Lleida, España)
Hoy, ¿os habéis fijado en el inicio de este Evangelio? Ellos, los fariseos, le estaban observando. Y Jesús también observa: «Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos» (Lc 14,7). ¡Qué manera tan diferente de observar!
La observación, como todas las acciones internas y externas, es muy diferente según la motivación que la provoca, según los móviles internos, según lo que hay en el corazón del observador. Los fariseos —como nos dice el Evangelio en diversos pasajes— observan a Jesús para acusarlo. Y Jesús observa para ayudar, para servir, para hacer el bien. Y, como una madre solícita, aconseja: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto» (Lc 14,8).
Jesús dice con palabras lo que Él es y lo que lleva en su corazón: no busca ser honrado, sino honrar; no piensa en su honor, sino en el honor del Padre. No piensa en Él sino en los demás. Toda la vida de Jesús es una revelación de quién es Dios: “Dios es amor”.
Por eso, en Jesús se hace realidad —más que en nadie— su enseñanza: «Se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres (…). Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre» (Flp 2,7.9).
Jesús es el Maestro en obras y palabras. Los cristianos queremos ser sus discípulos. Solamente podemos tener la conducta del Maestro si dentro de nuestro corazón tenemos lo que Él tenía, si tenemos su Espíritu, el Espíritu de amor. Trabajemos para abrirnos totalmente a su Espíritu y para dejarnos tomar y poseer completamente por Él.
Y eso sin pensar en ser “ensalzados”, sin pensar en nosotros, sino sólo en Él. «Aunque no hubiera cielo, yo te amara; aunque no hubiera infierno te temiera; lo mismo que te quiero te quisiera» (Autor anónimo). Llevados solamente por el amor.
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Lucas 14
1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando.
2 Había allí, delante de él, un hombre hidrópico.
3 Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?»
4 Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió.
5 Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?»
6 Y no pudieron replicar a esto.
7 Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:
8 «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú,
9 y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto.
10 Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa.
11 Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
12 Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa.
13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;
14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.»
15 Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!»
16 El le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos;
17 a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: "Venid, que ya está todo preparado."
18 Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses."
19 Y otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses."
20 Otro dijo: "Me he casado, y por eso no puedo ir."
21 «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: "Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos."
22 Dijo el siervo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio."
23 Dijo el señor al siervo: "Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa."
24 Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.»
25 Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo:
26 «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.
27 El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
28 «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla?
29 No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo:
30 "Este comenzó a edificar y no pudo terminar."
31 O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000?
32 Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz.
33 Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
34 «Buena es la sal; mas si también la sal se desvirtúa, ¿con qué se la sazonará?
35 No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran afuera. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
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