Por
Vladimir Mauricio-Pérez
El uso de la custodia o el ostensorio se hizo popular después de la institución de la fiesta de Corpus Christi, a partir del siglo XIII. La hostia consagrada se colocaba en estas piezas de orfebrería para llevarla en procesión o para que los fieles pudieran adorarla como el verdadero cuerpo de Cristo.
Las custodias son verdaderas piezas de arte hechas de oro o plata que en ocasiones contienen cristales o piedras preciosas. Desde el comienzo de esta tradición, se fabricaban custodias enormemente elaboradas para mostrar la importancia de la Eucaristía: es Cristo, el Rey y Creador, que está presente entre nosotros.
Su diseño puede variar, aunque siempre representa a Cristo o apunta a su divinidad. Por ejemplo, existen custodias en forma de iglesia, arca, cruz, torre o sol radiante, entre otras. El diseño del sol radiante, como el que se muestra en la portada de la edición sobre la Eucaristía de la revista de El Pueblo Católico, es el más popular en la actualidad y pretende mostrar que Cristo es el “sol de justicia” (Ml 4,2), el “sol que nace de lo alto” (Lc 1,78) y la “luz del mundo” (Jn 8,12).
Lo que desde el inicio llevó a tantos hombres a crear algo tan bello para la exposición eucarística, más que un deseo de lujo o riqueza fue el deseo de poner sus talentos y su creatividad al servicio de Dios para su más grande gloria.
Fuente : elpueblocatolico.org
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