El periodo de Cuaresma propicia la práctica piadosa del rezo del Vía Crucis. Es una manera muy fructífera de preparar el alma, día tras día, al encuentro con el Señor en la trágica y gloriosa Semana Santa.
El Vía Crucis es memoria, pero también contemplación del rostro doliente del Señor. Al rezarlo, recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos del pecado.
Al recorrer con la Iglesia cada uno de estos misterios dolorosos, sentimos que el dolor es un gran misterio.
La atracción de Cristo crucificado ha sido puesta de relieve por el Papa San Juan Pablo II: “Cristo atrae desde la Cruz con la fuerza del Amor; del Amor Divino, que ha llegado hasta el don total de sí mismo; del Amor infinito, que en la Cruz ha levantado de la tierra toda ausencia de amor y ha permitido que el hombre nuevamente encuentre refugio entre los brazos del Padre misericordioso ”.
Via Dolorosa
La costumbre de rezar las estaciones de la Cruz comenzó en Jerusalén, ciertos lugares de la Vía Dolorosa fueron marcados desde los primeros siglos.
Hacer allí las estaciones de la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde la época del emperador Constantino.
No se sabe con exactitud, pero probablemente fueron los franciscanos los primeros en establecer el Vía Crucis, ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia de los lugares más preciados de Tierra Santa.
Posteriormente, el Papa Inocencio XI, comprendió la dificultad de peregrinar a Tierra Santa, concedió en 1686 el derecho de erigir Estaciones en sus Iglesias y declaró que todas las indulgencias obtenidas por visitar los lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa se podrían ganar en sus propias Iglesias según la forma acostumbrada.
Inocencio XII confirmó este privilegio y así sucesivamente se fue confirmando y formulando hasta nuestros días.
¿En qué consiste el Vía Crucis?
Esta devoción está centrada en los Misterios Dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio de Pilatos al Calvario, representa el recorrido de Jesús que nos redimió con su Santa Cruz.
La expresión latina «Vía Crucis» significa «camino de la Cruz». Es importante intensificar la oración en Cuaresma.
Consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión. A veces, se añade una decimoquinta, dedicada a la Resurrección de Cristo.
En su práctica, las estaciones tienen un núcleo central que es la meditación y contemplación de uno de estos momentos.
Puede seguirle la exposición del acontecimiento propuesto o una meditación silenciosa.
Este núcleo suele ir precedido y seguido de diversas preces y oraciones, según las costumbres y tradiciones de las diferentes regiones o comunidades eclesiales.
Las quince estaciones son las siguientes:
Jesús es condenado a muerte.
Jesús carga con la Cruz.
Jesús cae por primera vez.
Jesús encuentra a María, su Santísima Madre.
Simón ayuda a llevar la Cruz de Jesús.
La Verónica enjuga el rostro de Jesús.
Jesús cae por segunda vez.
Jesús consuela a las hijas de Jerusalén.
Jesús cae por tercera vez.
Jesús es despojado de sus vestiduras.
Jesús es clavado en la Cruz.
Jesús muere en la Cruz.
Jesús en brazos de su Madre.
Jesús es sepultado.
Y al tercer día resucitó.
A los devotos del Vía Crucis, Jesucristo les da unas promesas por medio del joven español el Hermano Estanislao (1903-1927), un alma escogida por Dios que recibía mensajes del cielo.
Su director espiritual le ordenó escribir todas las promesas transmitidas por Nuestro Señor, entre otras las relacionadas con los devotos del Vía Crucis. Así como también se puede ganar indulgencia plenaria con las debidas disposiciones.
¿Cómo rezar el Vía Crucis?
Existen muchos libros que nos pueden ayudar a rezar, meditar, contemplar las estaciones del Vía Crucis.
Algunos de ellos, estarán enfocados según vayan dirigidos a diferentes colectivos de personas (niños, jóvenes, adultos) y con meditaciones de diferentes autores y de los santos.
Fuente : librerias.paulinas.es
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