Gracias por tu visita, hoy reflexionaremos el tema «dar gracias a Dios por todo«, tomaremos como base el evangelio según san Lucas 17 11-19.
Hace algunos años una pequeña niña se me fue detrás de mí cuando le había dado un dulce, me agarra por el pantalón y me dice: Gracias.
Se fue detrás de mí para darme las gracias por el solo hecho de que le había dado un dulce.
Cuan correcto fue esa actitud de ese casi bebé. Y cuán saludable es que cultivemos en nuestros hijos y en nosotros un espíritu de gratitud. Sobre todo un espíritu de gratitud a Dios por todo lo que Él ha hecho por nosotros.
Hoy vemos la curación que Jesús hace a diez leprosos, pero también vemos que sólo uno se vuelve para agradecer, y ver en todo esto la acción de Dios teniendo misericordia con él.
Dar gracias a Dios por todo
Los leprosos se acercan a Jesús, guardan la distancia requerida por la ley y le piden a Jesús que tenga misericordia de ellos. Jesús los envía para que vayan donde están los sacerdotes.
Todos se encaminan hacia ese encuentro, pero en el camino todos quedan curados. Uno de ellos, al ver que está curado se vuelve hacía donde está Jesús para agradecerle la curación.
Esta es la parábola de los 10 leprosos que son sanados.
Dar gracias a Dios por todo lo que recibimos
Muchos podemos preguntarnos, ¿Cómo dar gracias a Dios? la respuesta está en la actitud del samaritano, este demostró su alegría, su gozo, alabó al Señor Jesús, se acercó a Él porque su vida a partir de ese instante era diferente.
No reconocer lo que Dios hace en nosotros, ni agradecérselo, expresa que no se valora lo recibido, o que se cree con derecho a ello. Cuando en realidad el bien que recibimos no es un derecho sino un don de Dios.
Por eso la respuesta de todo cristiano es la de dar gracias a Dios en todo momento, ¡No dejes de dar gracias a Dios por todo lo que vives, por todo lo que recibes cada día!.
Que la indiferencia y la rutina no te impidan valorar lo más pequeño, porque si no se sabe valorar lo pequeño, tampoco se sabrá valorar lo grande.
Como sucedió con Naamán y con el samaritano leproso, (Del Segundo libro de los Reyes 5, 14-17) solo quien hace esta experiencia de comunión purificadora y reconciliadora puede ser reintegrado en la comunidad y enviado en misión.
La misión de la Iglesia lleva y comunica la gracia salvífica de Dios porque aleja a los hombres y mujeres de la destrucción del pecado, de la separación de la muerte, y los re-crea.
Porque Dios es así, es compasivo y misericordioso
Él está al pendiente de lo que nos hace falta, nos escucha, está cerca para darnos la salud y curar nuestras heridas.
Tenemos un Dios generoso, no le da asco acercarse a nosotros aún si estamos leprosos, está listo para curarnos, para sacarnos del aislamiento e insertarnos de nuevo a los hermanos y a la sociedad.
Lo mínimo que podemos hacer es dar gracias a Dios por todo.
¿Cuántos de nosotros, nos volvemos para dar gracias a Dios por su misericordia, por su amor incondicional? Estamos continuamente pidiendo, no nos cansamos, pero agradecer siempre lo olvidamos.
Muchas veces la figura del leproso no es solamente una figura de enfermedad sino también de aislamiento, de soledad porque los leprosos eran expulsados para estar afuera de la ciudad.
Imagínate, no es sólo estar enfermo sino ser rechazado, aislado!!! En ese estado Dios se acerca!!! ¿Cómo no estar agradecido por esto?
Como cristianos nuestra fe en Él debe ser como la semilla de una flor que va creciendo día a día. Una fe adulta, alegre, llena de vida, de energía, que alivie el dolor de los marginados, de los que viven en soledad y por supuesto de los enfermos.
Nuestra respuesta debe ser siempre de dar gracias a Dios por todo
«Un cristiano triste es un triste cristiano», porque la fe debe generar en nosotros gozo, alegría, emoción y felicidad y esto sólo se da en el encuentro personal.
Hoy lo que podemos hacer es pensar en todas las bendiciones que hemos recibido de Dios y hacer como el leproso sanado, ir a los pies de Jesús y agradecerle todo lo que hizo por mí.
Ojalá que estas palabras tengan sentido para ti, te deseo un bendecido día en el Señor.
Fuente : reflexionescatolicas.org
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