Esta plegaria se realiza en la tradición católica durante la adoración del Santísimo Sacramento.
El Santísimo Sacramento, también conocido en la religión, la Eucaristía o la Comunión, es uno de los siete sacramentos de la religión católica. Para los católicos, el Santísimo Sacramento es el cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo las apariencias del pan y el vino.
El término ‘Santísimo’ hace referencia a la naturaleza sagrada y divina de la Eucaristía, ya que los católicos creen que en la consagración de la misa, el pan y el vino se transforman milagrosamente en el cuerpo y la sangre de Cristo.
La Eucaristía es el centro de la vida y la fe católica y se celebra durante la misa, donde los fieles reciben la comunión, es decir, el cuerpo y la sangre de Cristo, como un acto de adoración, comunión y unidad con Dios y con la comunidad de fieles.
La adoración al Santísimo Sacramento
La adoración al Santísimo Sacramento es una práctica devocional en la Iglesia Católica, donde el Cuerpo consagrado de Cristo se exhibe en una custodia o custodia para que los fieles lo adoren y oren ante su presencia real.
Los momentos en los que los creyentes buscan una relación directa con Dios a través de la adoración al Santísimo Sacramento pueden incluir:
- Misas y Celebraciones Eucarísticas: Durante la misa, los fieles tienen la oportunidad de recibir la Comunión, reforzar una conexión íntima con Cristo y reafirmar su fe en su presencia real en el pan y el vino consagrados.
- Exposición del Santísimo Sacramento: en algunos lugares de culto, se realizan horas de Adoración Eucarística, donde el Santísimo Sacramento se expone para que los fieles lo adoren y oren en silencio.
- Visitas al Sagrario: el Sagrario es un lugar especial dentro de la iglesia donde se guarda el Santísimo Sacramento después de la Misa. Los fieles pueden visitar el Sagrario en cualquier momento para rezar y buscar un encuentro personal con Cristo.
Oración al Santísimo Sacramento
Te doy gracias, Señor,
Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno
porque aunque soy un siervo pecador
y sin mérito alguno,
has querido alimentarme
misericordiosamente
con el cuerpo y la sangre
de tu hijo Nuestro Señor
Jesucristo.
Que esta sagrada comunión
no vaya a ser para mí
ocasión de castigo
si no causa de
perdón y salvación.
Que sea para mi armadura
de fe, escudo de buena voluntad;
que me libre de todos mis vicios
y me ayudé a superar
mis pasiones desordenadas;
que aumente mi caridad
y mi paciencia
mi obediencia y humildad,
y mi capacidad para hacer el bien.
Que sea defensa inexpugnable
contra todos mis enemigos,
visibles e invisibles;
y guía de todos
mis impulsos y deseos
Que me une más íntimamente a ti,
único y verdadero Dios
y me conduzco con seguridad
al banquete del cielo,
donde tú, con tu hijo
y el Espíritu Santo,
eres luz verdadera,
satisfacción cumplida
gozo perdurable
y felicidad perfecta.
Por Cristo, Nuestro Señor
Amén
Fuente : www.eltiempo.com
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