martes 04 2025

04 DE NOVIEMBRE -- Lc 14,15-24 -- «¡ DICHOSO EL QUE PUEDA COMER EN EL REINO DE DIOS !».

 







Lc 14,15-24 : En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir’.


»Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».



Significado y Enseñanza

La parábola es una advertencia de Jesús a aquellos que rechazan la invitación de Dios al Reino de Dios. 

El hombre que ofrece la cena/banquete representa a Dios Padre.

La gran cena o banquete simboliza la comunión con Dios, la salvación y la vida eterna en Su Reino, ofrecida gratuitamente a toda la humanidad a través de Jesucristo.

Los invitados originales representan al pueblo de Israel (específicamente a los líderes religiosos de la época de Jesús) que, a pesar de ser los primeros en recibir la invitación divina, la rechazaron, priorizando sus asuntos terrenales y posesiones materiales por encima de su relación con Dios.

Las excusas (la hacienda, los bueyes, la esposa) ilustran cómo las preocupaciones mundanas y las prioridades personales a menudo impiden que las personas acepten la invitación de Dios.

Los pobres, mancos, cojos y ciegos (y aquellos de los caminos y veredas) representan a los marginados, los gentiles y todos aquellos que, al no tener nada más importante en sus vidas, aceptan con gozo la invitación de Dios. 

La enseñanza principal es que la invitación de Dios es para todos, pero hay un tiempo límite para aceptarla, y rechazarla por prioridades mundanas resultará en perder la oportunidad de entrar en Su Reino. El mensaje insta a una respuesta activa y urgente a la invitación de salvación de Dios. 



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