Esta frase proviene del Evangelio según San Juan (1,14) y es el misterio central del cristianismo conocido como la Encarnación.
Su significado se desglosa en tres puntos principales:
Dios se hizo hombre: Significa que el "Verbo" (la Palabra o el Hijo de Dios), quien es eterno y divino, asumió la naturaleza humana completa. No dejó de ser Dios, sino que se unió a la condición humana en la persona de Jesucristo.
La palabra "Carne": En el lenguaje bíblico, "carne" (sarx en griego) subraya la fragilidad, la mortalidad y la realidad física del ser humano. Indica que Jesús no fue un fantasma ni una apariencia, sino que tuvo un cuerpo real, sufrió y vivió nuestra misma vida.
Habitó entre nosotros: El texto original sugiere que Dios "plantó su tienda" en medio de la humanidad, estableciendo una nueva y definitiva alianza donde Dios ya no está lejos, sino que es parte de la historia humana.

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