viernes 18 2011

EVANGELIO DEL DÍA 18 DE FEBRERO DE 2011

Primera Lectura (Lectio Divina)

Génesis 11, 1-9
 
En aquel tiempo, toda la tierra tenía una sola lengua y unas mismas palabras. Al emigrar los hombres desde el oriente, encontraron una llanura en la región de Sinaar y allí se establecieron.

Entonces se dijeron unos a otros: "Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos".  Utilizaron, pues, ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mezcla. Luego dijeron: "Construyamos una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo, para hacernos famosos, antes de dispersarnos por la tierra".

El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo y se dijo:  "Son un solo pueblo y hablan una sola lengua. Si ya empezaron esta obra, en adelante ningún proyecto les parecerá imposible.  Vayamos, pues, y confundamos su lengua, para que no se entiendan unos con otros".

Entonces el Señor los dispersó por toda la tierra y dejaron de construir su ciudad; por eso, la ciudad se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor la lengua de todos los hombres y desde ahí los dispersó por la superficie de la tierra.

+ Meditatio
Este texto como otros del Yhavista pretenden ante todo dar un mensaje más que ilustrar un hecho totalmente histórico. En este pasaje vemos ante todo la soberbia humana, fuente de todos los pecados, que quiere mostrar su poder al margen de Dios; querer que lo reconozcan como el “todopoderoso”.  Y es que esta es la tentación del hombre desde su creación, hacerse independiente de su Creador y “conquistar el cielo” por sus propios medios.  Esto, como es evidente en el relato, siempre termina en destrucción y división.  De la misma forma que se dividieron Adán y Evan entrando en rivalidad y acusaciones mutuas, así también en este otro ejemplo nuevamente se da la confusión y la división.  Es, pues, necesario que entendamos que, como dice Jesús, “sin él nada podemos hacer”.  Que la soberbia humana sólo lleva a confundir las lenguas y a no entendernos con los demás hermanos. Esto, como nunca, es hoy una realidad ya que vemos cómo la humanidad, como en Babel, busca conquistar su felicidad al margen de Dios y, como resultado, ni los gobiernos, ni las culturas, ni nuestras propias familias hablan ya el mismo lenguaje y todos toman para su lado. Es necesario reconocer que necesitamos a Dios y hacer de él el centro de nuestra vida, de nuestras familias y de nuestra sociedad; volver a depender de él y con él construir la ciudad del amor, no la del egoísmo.  Deja que el Espíritu Santo tome control de tu vida y te lleve a vivir la unidad en el amor de Dios.

+ Oratio
Señor, quiero detenerme en este momento, hacer un alto en mi agitado día para pedirte tu luz que me ayude a ver que lo que tengo, lo que soy, ha sido porque tú lo has permitido.  No quiero la gloria para mí; enséñame, Dios mío, a reconocer que mis éxitos son tus éxitos, que mis triunfos son tus triunfos.   Que desde hoy todo lo que haga sea por ti y para ti.

+ Operatio
Hoy empezaré a trabajar en la construcción del Reino en mi familia, buscando que todos caminemos en la misma dirección y hablemos el mismo idioma:   el del amor.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

El Evangelio de hoy
Marcos 8, 34 - 9, 1
 
En aquel tiempo, Jesús llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo:  "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga.  Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?  Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta gente, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre, entre los santos ángeles".

Y añadió:  "Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder".


+ Reflexión
Una de las cosas que llama la atención de nuestra generación es que a muchos y en muchas circunstancias nos da pena el mostrarnos como verdaderos cristianos.  Y no me refiero a traer alguna cruz colgada al pecho (que muchas veces es más adorno que otra cosa), sino a dejar que Cristo se transparente en nosotros. Mucha gente tiene miedo al "qué dirán" si lleva su Biblia al trabajo, o si saben que pertenece a alguna organización cristiana, o a persignarse antes de iniciar el trabajo o la comida en un restaurante.  Jesús nos previene en este evangelio: "quien se avergüence de mí y del Evangelio yo me avergonzaré de él".  Jesús nos necesita para que "el mundo, viendo crea y creyendo tenga vida".  Si nosotros no dejamos que Jesús y nuestra vida cristiana, es decir los valores del Evangelio, sean notorios para los demás, ¿cómo creerá esta generación que sólo busca el confort, el placer, la riqueza, etc.?

Seamos auténticamente cristianos, vivamos, pensemos y hablemos como un verdadero discípulo de Cristo. ¡Siéntete orgulloso de ser y vivir como Cristiano!


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

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