sábado 19 2011

EVANGELIO DEL DÍA 19 DE FEBRERO DE 2011


Este es mi Hijo amado, escuchadle

Marcos 9, 2-13. Tiempo Ordinario.

Tomar en nosotros la luz que resplandece en el rostro de Cristo, y así reflejar su imagen. 

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-13

Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.  Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Toma la palabra Pedro y dice a Jesús:  «Rabbí, bueno es estarnos aquí.  Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.

Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de «resucitar de entre los muertos».  Y le preguntaban:   «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?»   El les contestó:  «Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas, como está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y que será despreciado.  Pues bien, yo os digo:   Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto han querido, según estaba escrito de él».

Oración introductoria

Padre Omnipotente, ayúdame a escuchar tu voz con humildad.   Dame la gracia de permanecer junto a tu Hijo y descubrirle en todos los instantes de mi vida.  Te ofrezco esta oración por quienes no te conocen para que puedan escuchar tu voz y sigan a tu Hijo amado.  Te pido de manera especial por quienes persiguen a la Iglesia para que encuentren la verdad de tu Hijo Jesucristo y lleguen a la conversión.
  
Petición
 
¡Que descubra a tu Hijo predilecto y lo escuche para convencerme de que Él es la única razón y sentido de mi vida!
Meditación

Cristo toma a los apóstoles para llevarlos al monte a orar.  En ese momento se aparecen Moisés y Elías y comienzan a hablar con Jesús.  El Señor se transfigura y manifiesta su grandeza a los discípulos.  Pedro se siente admirado ante la divinidad del Maestro.  El pescador de Galilea quiere hacer tres tiendas:  una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías.  De esta forma los tres discípulos contemplan la transfiguración y se olvidan de sí mismos. En ese instante se escucha la voz del Padre que dice “Este es mi Hijo amado ¡escuchadle!”
Los discípulos se convencen de que están con el Mesías, pero quieren confirmarlo.  Preguntan a Cristo sobre la venida de Elías.  El Señor les aclara que Juan el Bautista era Elías. Jesús no deja pasar la ocasión para hablarles de la cruz, pues, así como los apóstoles subieron al Tabor con el Maestro, reciben también la invitación de subir al Calvario.  En nuestra vida tenemos muchos momentos para contemplar al Cristo del Tabor y también momentos de Calvario.  Es necesario recordar que no hay gloria sin cruz.

Reflexión apostólica

La transfiguración es un ejemplo de la paz y la alegría que experimentamos cuando vivimos de cara a la verdad en nuestra vida.  Jesús, después orar, habla a los apóstoles sobre la cruz sin angustias y con tranquilidad.  También nosotros estamos llamados a transmitir con serenidad del alma toda la verdad sobre nuestras vidas, sin temores ni angustias, sino sólo la confianza en Dios nuestro Padre, sabiendo que siempre estará dispuesto a guiarnos y confortarnos en nuestras luchas diarias.

Propósito

Durante el día de hoy estaré atento para cumplir correctamente mis deberes y sentirme de esta forma también hijo de Dios porque a Él le complace que yo cumpla su voluntad.

Diálogo con Cristo

Jesús, me alegra tanto saber que siempre estás dispuesto a cumplir la voluntad de tu Padre.  Te pido la fuerza necesaria para mantenerme fiel al plan de tu Padre en los momentos de mayor dificultad, en especial cuando tengo que testimoniar la verdad ante los demás, al igual que tú no tuviste miedo de hablar con la verdad a tus íntimos.


“Pidamos a Dios, por intercesión de María, Maestra de fe y de contemplación, la gracia de acoger en nosotros la luz que resplandece en el rostro de Cristo, de modo que reflejemos su imagen sobre cuantos se acerquen a nosotros.” (Juan Pablo II, Alocución en la fiesta de la Transfiguración, 6 de agosto de 2000)

 

Autor: H. Joel Castañeda Ochoa | Fuente: Catholic.net

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