Primera Lectura (Lectio Divina)
Eclesiástico 44, 1. 9-13
Hagamos el elogio de aquellos hombres ilustres que fueron nuestros padres. Hay hombres de los que no se conserva memoria: murieron, y es como si no hubieran existido; vivieron, y es como si no hubieran vivido ni dejado descendencia. ¡Qué diferentes fueron aquellos hombres de bien! Sus méritos jamás se han olvidado; han dejado una posteridad que los prolonga y su herencia pasa de hijos a nietos. Su linaje permanece fiel a la alianza del Señor. Para siempre existirá su descendencia y su gloria jamás se extinguirá.
+ Meditatio
La Sagrada Escritura, sobre todo en los libros conocidos como "sapienciales", nos hace ver que Dios actúa "misteriosamente" en el corazón de todos los hombres. Aun los que pudieran negar la existencia de Dios, si realizan obras de caridad, y muestran con ello su amor por los demás, estas obras y este sentimiento están siendo movidos por la gracia, ya que Dios es la fuente misma del amor, como nos lo refiere san Juan en su primera carta. Por eso, nosotros los cristianos reconocemos y elogiamos a todos aquellos que promuevan la justicia, la paz, la fraternidad entre los hombres y los pueblos; de aquellos que dejando casa y familia se van a los lugares más pobres y necesitados a servir a aquellos privados de lo más necesario, y su memoria permanece entre nosotros. La gracia no es un don exclusivo del cristianismo (aunque en él opera con toda su eficacia), continúa siendo el motor que, en medio de grandes dificultades, invita a los hombres a participar de la vida del Reino y construye la ciudad celestial.
+ Oratio
Padre lleno de amor que has suscitado hombres y mujeres que por amor a ti han vivido vidas dignas de imitarse y que por su medio nos invitas a ser dóciles a ti y fieles a tu llamado, haz que por medio de tu Espíritu aspiremos a una vida llena de amor a ti y que ese amor nos motive a vivir sirviendo a nuestros hermanos y en continua alabanza a tu infinita bondad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
+ Operatio
Hoy daré gracias a Dios por todas aquellas personas que me han ayudado a encontrarme con él o por cuyo medio he tenido el don de la vida cristiana.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
El Evangelio de hoy
Marcos 11, 11-26
Después de haber sido aclamado por la multitud, Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y miró todo lo que en él sucedía; pero como ya era tarde, se marchó a Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, sintió hambre. Viendo a lo lejos una higuera con hojas, Jesús se acercó a ver si encontraba higos; pero al llegar, sólo encontró hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces le dijo a la higuera: "Que nunca jamás coma nadie frutos de ti". Y sus discípulos lo estaban oyendo. Cuando llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a arrojar de ahí a los que vendían y compraban; volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas; y no dejaba que nadie cruzara por el templo cargando cosas. Luego se puso a enseñar a la gente, diciéndoles: "¿Acaso no está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". Los sumos sacerdotes y los escribas se enteraron de esto y buscaban la forma de matarlo; pero le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de sus enseñanzas. Cuando atardeció, Jesús y los suyos salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, cuando pasaban junto a la higuera, vieron que estaba seca hasta la raíz. Pedro cayó en la cuenta y le dijo a Jesús: "Maestro, mira: la higuera que maldijiste se secó". Jesús les dijo entonces: "Tengan fe en Dios. Les aseguro que si uno le dice a ese monte: "Quítate de ahí y arrójate al mar", sin dudar en su corazón y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso les digo: Cualquier cosa que pidan en la oración, crean ustedes que ya se la han concedido, y la obtendrán. Y cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros, para que también el Padre, que está en el cielo, les perdone a ustedes sus ofensas; porque si ustedes no perdonan, tampoco el Padre, que está en el cielo, les perdonará a ustedes sus ofensas".
+ Reflexión
Como de ordinario, Marcos condensa en un breve pasaje diferentes enseñanzas y la actividad de Cristo. Centremos hoy nuestra atención en el acontecimiento del Templo. En esta cita, nos hace ver cómo la comunidad había convertido el Templo más que en lugar de oración en un centro de comercio. Se habían aprovechado para vender los animales necesarios para el sacrificio y cambiar las monedas romanas por monedas Israelitas de manera de no "profanar" el templo. En pocas palabras habían buscado FACILITARLES las cosas a los que visitaban el templo. Esta es una actitud muy cómoda, promovida y provocada por muchos hermanos, y que de manera particular continua dándose en nuestra cultura del confort. Las necesidades han cambiado, pero en muchos casos la actitud es la misma. Por ejemplo, nos gusta el día de la misa, APROVECHANDO la vuelta, confesarnos. Salvando las excepciones, el sacramento se debe recibir en el momento y lugar apropiado, dándole la importancia que éste merece. Es común ver en algunas parroquias largas filas de hermanos que mientras "oyen" la misa (digo "oyen", pues en la fila o se hace el examen de conciencia o se participa de la Eucaristía) están esperando el turno para confesarse. Recordemos que ir el domingo a la casa del Señor es su invitación y a la oración y a la participación COMPLETA y ACTIVA de la celebración Eucarística, centro y culmen de la vida Cristiana. Recuerda que en la vida espiritual no siempre lo más cómodo es lo que más aprovecha al alma.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
No hay comentarios :
Publicar un comentario