lunes 30 2012

´´ NADA LES HABLABA SIN PARÁBOLAS ´´


Jeremías 13, 1-11


Así me dijo el Señor: "Vete y cómprate un cinturón de lino, y rodéate con él la cintura; pero que no toque el agua." Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí.


Me volvió a hablar el Señor: "Toma el cinturón que has comprado y llevas ceñido, levántate y ve al río Éufrates, y escóndelo allí, entre las hendiduras de las piedras." Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor. Pasados muchos días, me dijo el Señor: Levántate, vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí."


Fui al Éufrates, cavé, y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no servía para nada.


Entonces me vino la siguiente palabra del Señor: Así dice el Señor: De este modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adoración, será como ese cinturón, que ya no sirve para nada.


Como se adhiere el cinturón a la cintura del hombre, así me adherí la casa de Judá y la casa de Israel -oráculo del Señor-, para que ellas fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza, mi ornamento; pero no me escucharon."




Deuteronomio 32



Despreciaste a la Roca que te engendró, / y olvidaste al Dios que te dio a luz. / Lo vio el Señor, e irritado / rechazó a sus hijos e hijas. R.


Pensando: "Les esconderé mi rostro / y veré en qué acaban, / porque son una generación depravada, / unos hijos desleales." R.


"Ellos me han dado celos con un dios ilusorio, / me han irritado con ídolos vacíos; / pues yo les daré celos con un pueblo ilusorio, / los irritaré con una nación fatua." R.





Mateo 13, 31-35



En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: "El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas".

Les dijo otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente". Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo".




COMENTARIO




1. Deshaciendo el Orgullo



1.1 La primera lectura nos presenta un buen ejemplo de las acciones simbólicas con las que los profetas enseñaron tantas cosas a sus hermanos en la fe. En este caso se trata de una faja de lino, tela propia de la ropa interior y de la ropa de cierta finura, que se echa a perder por la acción del agua del río Éufrates.


1.2 Lo importante de esa ropa ceñida al cuerpo es que indica lo que es más íntimo y personal, y también lo que es más delicado, en el sentido de fino. Aplicado a Israel el mensaje es: "tú eres tan mío como mi intimidad y eres de buena y hermosa factura, pero te has echado a perder." La consecuencia es que no cabe orgullo sino arrepentimiento y que no es tiempo de vanagloria sino de autoexamen y contrición.


1.3 Podemos relacionar este texto con nosotros mismos: ¿nos sentimos preciosos ante Dios? ¿Conocemos lo que es estar "pegados," ceñidos a él? ¿Descubrimos también lo que es "echarse a perder," por dejar que aguas extrañas de paganismo y de idolatría entren en nuestra vida?

2. Como un grano de mostaza

2.1 Aquel canto carismático, tan difundido, seguramente viene a nuestra memoria. Y es bueno que una canción pueble nuestra mente, si ello nos ayuda a enamorarnos del precioso mensaje de Cristo Jesús.


2.2 El mensaje es sencillo: lo más pequeño puede llegar a ser lo más grande. Sin duda a Cristo le llamaban la atención y quería que nos atrajeran los contrastes: hay primeros que serán últimos; el que se ensalza será humillado; lo pequeño quizá será lo más grande; lo oculto quedará de manifiesto... En todos estos casos el Señor parece exhortarnos a no fiarnos de las apariencias, o quizá más aún: a desconfiar de lo que aparece y buscar el estilo y el plan de Dios en aquello que no aparece, en lo que no se impone por sí mismo ni se hace propaganda a sí mismo.


2.3 Asumir la "lógica del grano de mostaza", entonces, es todo un programa de vida: es pensar que Dios puede decir sus mejores discursos por boca de los que juzgamos torpes, inútiles o poco listos; es amar lo sencillo, lo sobrio y lo discreto, y desconfiar de lo ampuloso, lo prepotente o lo deslumbrante; es cuidar la vida frágil: la del embrión, la del agonizante, la del emigrante; es adorar con las cosas elementales y con la gente que no cuenta; es creer con fe viva que en la Eucaristía está Él.




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