miércoles 14 2012

¿ NO HA HABIDO NADIE, FUERA DE ESTE EXTRANJERO, QUE VOLVIERA PARA DAR GLORIA A DIOS ?


Tito 3, 1-7


Querido hermano:


Recuérdales que se sometan al gobierno y a las autoridades, que los obedezcan, que estén dispuestos a toda forma de obra buena, sin insultar ni buscar riñas; sean condescendientes y amables con todo el mundo.


Porque antes también nosotros, con nuestra insensatez y obstinación, íbamos fuera de camino; éramos esclavos de pasiones y placeres de todo género, nos pasábamos la vida fastidiando y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros. Mas cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.


Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna





Salmo 22



El Señor es mi pastor, nada me falta: / en verdes praderas me hace recostar; / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas. R.


Me guía por el sendero justo, / por el honor de su nombre. / Aunque camine por cañadas oscuras, / nada temo, porque tú vas conmigo: / tu vara y tu cayado me sosiegan. R.


Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa. R.


Tu bondad y tu misericordia me acompañan / todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa del Señor / por años sin término. R.






Lucas 17, 11-19


Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez
leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

-«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»


Al verlos, les dijo:


-«ld a presentaros a los sacerdotes.»


Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.


Éste era un samaritano.


Jesús tomó la palabra y dijo:


-«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»


Y le dijo:


-«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»




COMENTARIO



1. Una distinción sutil pero necesaria


1.1 Hay un cierto orgullo que uno puede sentir cuando el mensaje del Evangelio, más allá de su carga de cruz y paradoja, se impone y triunfa. Cuando, por ejemplo, vemos a un Francisco de Asís dando la espalda a los privilegios y halagos del mundo sólo por seguir la lógica de Cristo, sentimos que el mundo mismo queda derrotado y tiene que postrarse ante el poder de la gracia. Es fácil sentirse de orgulloso de eso.


1.2 Y es fácil también sentir algo de orgullo cuando la radicalidad del Evangelio se vuelve intransigencia ante el mundo, como cuando Jesús manifiesta su impresionante independencia o da muestras de una libertad maravillosa. Ante Pilato, ante Herodes o ante Caifás, gente a la que todo el mundo temía y ante la que todos temblaban, Cristo muestra una pasmosa franqueza, desprovista de todo adorno y casi de toda urbanidad.


1.3 Esos orgullos pueden desorientarnos sobre una verdad fundamental: una cosa es evitar el servilismo y otra cosa moverse en el ámbito de la grosería; una cosa es ser franco y otra ser agresivo; una cosa es ser radical y otra ser rígido; una cosa es manifestar la soberanía de Dios y otra pretender que uno no obedece a nadie; una cosa es ensalzar a Dios y otra negar el honor debido a los seres humanos. Estas son distinciones delicadas, casi sutiles, pero muy necesarias, si lo que queremos es favorecer la obra de la evangelización. Ni la grosería, ni la altivez, ni la petulancia son ayudas para la tarea de difusión de la Buena Nueva.


2. La Iglesia y las Relaciones Públicas


2.1 O dicho con otras palabras: hay un sentido válido y cristiano para las "relaciones públicas" en la Iglesia. Solemos asociar diplomacia con hipocresía y decencia con disimulo. Es un terreno resbaloso y ambiguo en el que un cristiano radical no quisiera hallarse, pero decididamente la vida nos lleva no por donde nosotros quisiéramos sino por donde debiéramos.


2.2 Este contexto nos permite entender las recomendaciones que Pablo, el radical Pablo, termina ofreciendo en la carta a Tito: "que respeten plenamente a las autoridades que gobiernan; que les obedezcan y estén dispuestos a hacer el bien; que no calumnien a nadie, que sean pacíficos, amables y siempre bondadosos con todo el mundo". Interesante ver esta recomendación de la "amabilidad". En griego dice "epiekëis", de donde viene la famosa "epiqueya"de los mediavales, que puede implicar también: modestos, humildes, mansos, pacientes.


2.3 Se trata de la frontera entre una persona humanamente acogedora y abierta, y una persona sufrida y generosa. Lo humano no riñe con lo cristiano. Vista desde fuera, esta virtud es plenamente humana; es la cualidad propia de las personas con quienes es agradable vivir porque son comprensivos, descomplicados y sencillos; vista desde dentro, es mucho más que buenas maneras: es el fruto maduro de un corazón que, por amor, sabe "sufrir" a la obra de Cristo (o sea, dejarlo actuar, quitando y poniendo a su gusto) y que, por amor, sabe esperar el momento de la gracia.


3. La Eucaristía, prenda de la herencia


3.1 En efecto, la razón profunda de esa "epiqueya" es la comprensión del tamaño de la sala del banquete, y de la grandeza del don que todos heredamos. Tenemos paciencia porque hubo Uno que nos tuvo paciencia, nos dio de sus dones y nos llamó a colaborar en la obra bendita de anunciar ese misterio de su propio y característico amor.


3.2 La paciencia no es simple aguante; es nuestro aporte específico a la difusión del don que se nos dio, que nos llenó de gozo y nos hizo mensajeros de la gracia. La amabilidad no es simple urbanidad; es nuestro modo de mantener obstinadamente abiertas las puertas de la salvación para que todos reciban la herencia que el Heredero, Jesucristo, nos concedió en la hora espantosa y noble de la Cruz.




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Lucas 17




1 Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen!

2 Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños.
3 Cuidaos de vosotros mismos. «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.
4 Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás.»
5 Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.»

6 El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.»

7 «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: "Pasa al momento y ponte a la mesa?"
8 ¿No le dirá más bien: "Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?"
9 ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado?

10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.»

11 Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea,
12 y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia
13 y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»
14 Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.

15 Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz;

16 y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano.
17 Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?»
19 Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
20 Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir.

21 Y no dirán: "Vedlo aquí o allá", porque el Reino de Dios ya está entre vosotros.»

22 Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
23 Y os dirán: "Vedlo aquí, vedlo allá." No vayáis, ni corráis detrás.
24 Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.
25 Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

26 «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre.

27 Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
28 Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían;
29 pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos.
30 Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.

31 «Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás.

32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
34 Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado;
35 habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada.»
36 Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?» El les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres.»



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