lunes 05 2012

NO INVITES A TUS AMIGOS, SINO A POBRES Y LISIADOS.

Filipenses 2, 1-4


Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.

No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.


Salmo 130 
 
Señor, mi corazón no es ambicioso, / ni mis ojos altaneros; / no pretendo grandezas / que superan mi capacidad. R.

Sino que acallo y modero mis deseos, / como un niño en brazos de su madre. R.

Espera Israel en el Señor / ahora y por siempre. R.



Lucas 14, 12-14

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos."



COMENTARIO


1. Vínculo indisoluble entre la unidad, la paz y la humildad


1.1 Volvamos nuestra atención en primer lugar hacia la lectura del apóstol san Pablo a los filipenses. Es sabido que el apóstol tuvo una relación de particular amor con esta comunidad, hacia la cual desplegó sentimientos de singular delicadeza y expresividad. Podemos decir que para los filipenses Pablo tuvo más el corazón de un amigo entrañable que el de un simple predicador o maestro.

1.2 Y desde esa relación cálida brotan los consejos que hoy hemos escuchado: unidad, paz, humildad. En la mente de Pablo estas tres realidades están tan conexas que se diría que son una sola. No es posible tener alguna sin tener las otras dos. Aunque, si pensamos bien, la raíz está en la humildad: de ella nace la capacidad de acoger, que engendra unidad, y la capacidad de perdonar y apoyar, que hace posible la paz.

1.3 La humildad, pues, no es una decoración espiritual o una virtud entre otras: es la condición ineludible para hacer presente el misterio de Cristo en medio de la comunidad. Esto explica el tono suplicante y firme a la vez con el que Pablo quiere que reine la humildad en medio de sus amados filipenses: " Si de algo vale una advertencia hecha en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu, si tienen un corazón compasivo, llénenme de alegría..." (Flp 2,1-2)

2. No busquen el propio interés

2.1 Con este consejo, "no busquen el propio interés", Pablo nos invita a luchar contra el enemigo principal de la unidad, que es la dispersión de objetivos. Cuando cada uno busca su interés, la unidad queda herida de muerte.

2.2 Sin embargo, lo más interesante es que Pablo no propone: "busquen qué tienen en común", porque ya existe algo, o mejor, alguien que está en común y que es principio de comunidad, es decir, Cristo. De aquí podemos aprender que la unidad se construye no en torno al simple consenso, ni en torno al voto de la mayoría, sino en torno a Cristo y a su cruz.

3. Los pobres y la unidad

3.1 Cristo en el Evangelio nos invita a hacer nuestro banquete con los que no pueden pagarnos. Como nosotros en su mesa, así los pobres son en nuestra mesa un recordatorio, una señal del regalo que significa compartir lo que uno no ha ganado ni puede pagar. Esta es otra puerta que abre la humildad: nos hace sensibles a la grandeza de los bienes que no podemos comprar y de los que por consiguiente somos siempre deudores.

3.2 Así comprendemos aún mejor la relación entre humildad y unidad: la humildad quita barreras; la gracia nos aproxima. La humildad nos permite descubrir que todos compartimos unas mismas necesidades; la gracia nos ayuda a entender que todos somos partícipes de unos mismos bienes.

3.3 Humildad y gracia son una misma realidad en la Eucaristía. El Cristo oculto bajo las especies es el Cristo fuente de toda bendición en los cielos y en la tierra. Y por eso si hay un lugar en donde todos podemos ser una sola cosa es alrededor del altar de Cristo.



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SAN LUCAS, CAPÍTULO 14
 

Curación de un hidrópico en sábado
14:1 Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.
14:2 Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía.
14:3 Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Está permitido curar en sábado o no?"
14:4 Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió.
14:5 Y volviéndose hacia ellos, les dijo: "Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?" Mateo 12, 11
14:6 A esto no pudieron responder nada.

La humildad cristiana
14:7 Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
14:8 "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú,
14:9 y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Proverbios 25, 7
14:10 Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados.
14:11 Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". Mateo 23, 12 Lucas 18, 14 1 Pedro 5, 6
14:12 Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
14:13 Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
14:14 ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".

La parábola de los invitados descorteses
Mateo 22, 1-14

14:15 Al oír estas palabras, uno de los invitados le dijo: "¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!"
14:16 Jesús le respondió: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente.
14:17 A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: "Vengan, todo está preparado".
14:18 Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: "Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes".
14:19 El segundo dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes".
14:20 Y un tercero respondió: "Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir".
14:21 A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: "Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos".
14:22 Volvió el sirviente y dijo: "Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar".
14:23 El señor le respondió: "Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa.
14:24 Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena"".

Necesidad del desprendimiento
14:25 Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
14:26 "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
14:27 El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Mateo 10, 38 Mateo 16, 24 Marcos 8, 34 Lucas 9, 23
14:28 ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
14:29 No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
14:30 "Este comenzó a edificar y no pudo terminar".
14:31 ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
14:32 Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
14:33 De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

El ejemplo de la sal
Mateo 5, 13-16 / Marcos 9, 49-50

14:34 La sal es una cosa excelente, pero si pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Mateo 5, 13 Marcos 9, 50
14:35 Ya no sirve ni para la tierra ni para abono: hay que tirarla. ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!"



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